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Mujeres salteñas y el feminismo de cartón

Lunes, 18 de octubre de 2021 01:34

A medida que recorro la provincia, me encuentro con realidades, historias, experiencias que son imposibles de olvidar. La mayoría de ellas son desconocidas para el grueso de la sociedad, pues no suelen aparecer en los diarios y nuestros dirigentes frecuentemente las han ignorado.

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A medida que recorro la provincia, me encuentro con realidades, historias, experiencias que son imposibles de olvidar. La mayoría de ellas son desconocidas para el grueso de la sociedad, pues no suelen aparecer en los diarios y nuestros dirigentes frecuentemente las han ignorado.

El desastre educativo que viven nuestros jóvenes, es sin duda una de las mayores deudas de nuestra democracia, y necesitamos abordarlo con urgencia. Sin embargo, dado que ayer celebramos el “Día de la Madre”, en esta oportunidad me parece importante referirme a la cruda realidad que viven muchas mujeres salteñas.

Aunque suene increíble, en muchos lugares de nuestra provincia el sistema de salud es sólo una ilusión, una expresión de deseos. No tenemos médicos especializados en el interior. Los controles ginecológicos que toda niña, adolescente o mujer debe realizarse a fin de detectar en forma temprana las enfermedades más comunes, son inexistentes. No hay personal médico para hacerlos ni la infraestructura o el equipamiento médico necesario para ello. Pruebas de rutina como el Papanicolau, ecografías mamarias, mamografías, entre otros estudios médicos, son imposibles de llevar a cabo en muchísimas localidades de la provincia. El desinterés por la salud integral de las mujeres es total, y convierte a Salta en la única provincia del país donde la mortalidad por cáncer es mayor en mujeres que en hombres. 

La tasa de mortalidad es de 100 cada 100.000 habitantes, y ocupa el 2° lugar en mortalidad por cáncer cervicouterino avanzado (cáncer de cuello de útero). Un tipo de cáncer totalmente prevenible con los controles adecuados y con una campaña de vacunación exhaustiva contra el VPH.

A todo este abandono, al cual las salteñas están prácticamente resignadas, se le añade una situación aún más dolorosa, pues muchas madres, sobre todos las primerizas, no tienen la posibilidad de dar a luz en lugares seguros, tranquilos y cercanos a sus hogares y familiares.

Por el contrario, para proteger sus vidas y la de sus bebés, se ven obligadas a transitar varios kilómetros, incluso padeciendo las fuertes contracciones del trabajo de parto, para poder alumbrar en algún hospital de la Ciudad de Salta o de alguna otra ciudad más grande, pero diferente a la que habitan.

Por supuesto que el problema no se limita a cuestiones de mera comodidad o practicidad, sino que esta situación pone de manifiesto el gravísimo problema sanitario que deben padecer nuestras mujeres. Es decir, si el embarazo tiene complicaciones o el parto es sorpresivo o requiere cirugía, la falta de atención médica adecuada en el lugar donde vive pone en riesgo su
vida y la de su hijo.

Esta situación no hace más que evidenciar que el “Estado presente” del que tanto se nos habla, no es más que una mentira. Lo que las mujeres salteñas sienten es bien diferente a ese “relato”. Se sienten abandonadas, desamparadas y no tienen a quién recurrir para recibir los cuidados básicos que toda madre requiere.

Es inaceptable que en pleno siglo XXI, y con la cantidad de recursos que el Estado Nacional destina a la “agenda feminista”, en el norte de nuestro país tengamos tantas mujeres sin el derecho más elemental que es el acceso a un sistema de salud que les permita traer al mundo a sus hijos en el lugar donde ellas son originarias. Realmente indigna ver a tantas autoproclamadas feministas mirando hacia otro lado, y utilizando fondos públicos únicamente para promover el aborto.

Indigna ver la velocidad con la que esas artistas y funcionarias “verdes” se ofenden por un chiste o un piropo, o se movilizan para exigir “cupos” de todos los colores en el Estado, pero
callan y desaparecen a la hora de luchar por los problemas más básicos y concretos que tenemos las mujeres.

Necesitamos cambiar con urgencia esta realidad. Necesitamos dirigentes que no se dejen engañar por estas ideologías inhumanas, y que, en lugar de pedir la quema de templos religiosos, se dediquen de una buena vez a solucionar los problemas reales de las mujeres reales.

¿Cómo podemos pretender que nuestra provincia progrese si no somos capaces de ofrecer condiciones sanitarias tan básicas a nuestras mujeres? No es posible que la política siga ajena a este drama, que por supuesto no se limita a la situación de las mujeres: Salta es hoy la 3° provincia con mayor mortalidad neonatal, y se ubica por encima de la tasa nacional (8,8 fallecidos por cada 1.000 nacimientos). Necesitamos, en suma, que los niños de San Antonio nazcan en San Antonio, y que los de Iruya nazcan en Iruya.

El “gobierno de científicos” ha demostrado no tener la más minina idea de lo que ocurre en el Norte y tampoco parece interesado en saberlo. Creen que el operativo “platita” les permitirá
mantener anestesiada a la ciudadanía, para que nada cambie, incluidos sus privilegios y sus negocios.

Las madres, acá y en todo el mundo, son el pilar esencial de toda sociedad, y es momento de que empecemos a cuidarlas y defenderlas. Son ellas, mucho más que el Estado, la última frontera que nos separa del delito, del narcotráfico, de la falta de educación y de la pobreza.

No basta con desearles feliz día una vez por año. Debemos garantizarles una vida digna. Pero esta vez, de verdad.

El 14 de noviembre tenemos la enorme oportunidad de expresar todo esto en las urnas, hacernos escuchar, hacer que se respeten nuestros derechos, votar a favor del pueblo de
Salta. La decisión es nuestra.

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