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El rol en la educación superior

Lunes, 08 de marzo de 2021 02:20

Desde aquel famoso Decreto del año 1.377 de la Universidad de Bologna, que expresaba públicamente que "ya que la mujer es la razón primera del pecado, el arma del demonio, la causa de la expulsión del hombre del paraíso y de la destrucción de la antigua ley, y ya que en consecuencia hay que evitar todo comercio con ella, defendemos y prohibimos expresamente que cualquiera se permita introducir una mujer, cualquiera que ella sea, aunque sea la más honesta en esta universidad" ; a la actualidad, en que las mujeres tienen un rol protagónico en la vida universitaria, tuvieron que desarrollar varias estrategias a través de los siglos, incluidos recursos judiciales.

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Desde aquel famoso Decreto del año 1.377 de la Universidad de Bologna, que expresaba públicamente que "ya que la mujer es la razón primera del pecado, el arma del demonio, la causa de la expulsión del hombre del paraíso y de la destrucción de la antigua ley, y ya que en consecuencia hay que evitar todo comercio con ella, defendemos y prohibimos expresamente que cualquiera se permita introducir una mujer, cualquiera que ella sea, aunque sea la más honesta en esta universidad" ; a la actualidad, en que las mujeres tienen un rol protagónico en la vida universitaria, tuvieron que desarrollar varias estrategias a través de los siglos, incluidos recursos judiciales.

Los mecanismos de exclusión de las mujeres de las universidades y las luchas por la inclusión fueron innumerables en los distintos países del mundo; las barreras que las mujeres debieron sortear para acceder a la educación superior universitaria tal cual la vivimos hoy fueron innumerables a través de los tiempos.

El debate sobre las posibilidades de las mujeres para acceder a la universidad y que puedan ejercer profesiones consideradas masculinas, se inició alrededor del siglo XVIII; en el siguiente siglo todavía las mujeres no podían ejercer las profesiones universitarias a pesar de los avances en todo sentido motivo por el cual se inicia un lento pero ininterrumpido proceso de acceso sistemático de las mujeres a la universidad, enmarcado en un contexto de luchas feministas por la igualdad de derechos entre ambos sexos.

En nuestro país, a pesar de que la Constitución de 1853 reconoce los mismos derechos para ambos sexos, el acceso de la mujer a la educación superior tuvo muchos obstáculos pero fueron hombres como Manuel Belgrano, Rivadavia o Sarmiento, por mencionar algunos relevantes en nuestra historia educativa, los que defendieron de distintas formas la educación de la mujer. La labor de Juana Manso a favor de la educación de la mujer no fue menos relevante. Las escuelas normales que impulsó Sarmiento, tomando el modelo que Horace Mann impuso en EEUU y que aceptaba mujeres, abrieron muchas puertas y prepararon el camino para la demanda a posterior de estudios universitarios. Elida Passo marcó un hito recibiéndose de farmacéutica en nuestro país en 1885, aunque luego el sistema no la dejó matricularse en medicina por lo que tuvo que interponer un recurso judicial que ordenó su inscripción pasando a ser la primera mujer inscripta en una carrera superior en una Universidad Argentina y hubiera sido la primera médica si no se hubiese muerto de tuberculosis antes de recibirse, aunque abrió el camino para que luego, en 1891, Cecilia Grierson obtuviera el título de médica en la UBA siendo así la primera mujer que obtuvo un título de una carrera superior. Las mujeres comenzaron a trabajar en sus profesiones venciendo obstáculos.

En la actualidad, en el sistema Universitario Argentino hay 132 instituciones en las que están matriculados alrededor de 2 millones de estudiantes; la participación de las mujeres en la población estudiantil es del 58,1% y, teniendo en cuenta a los egresados del sistema universitario, que ascienden a casi 133 mil, el 61,2% son mujeres. La presencia de la mujer en los recursos humanos que trabajan en la docencia y gestión universitaria y de apoyo en las universidades también es levemente superior en el escalafón docente y no docente. La presencia de la mujer y su rol frente a los desafío que plantea el siglo XXI seguramente serán protagónicos en los cambios que sufrirá el sistema educativo próximamente.

 

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