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El homenaje a Güemes, en los tiempos de pandemia

Viernes, 11 de junio de 2021 20:51

Hace más de un año, en esta misma columna, publiqué un artículo titulado “La pandemia no da lugar a grietas”.
En estos días, como muchos saben, se ha concitado una indisimulada preocupación acerca de si podrá o no hacerse el merecido homenaje que se ha granjeado por su entrega sin dobleces a la causa de la libertad de los pueblos de América el “Padre de los Pobres”, como solían distinguirlo al héroe salteño sus protegidos, los gauchos, el próximo 17 de junio en ocasión de conmemorarse el “Bicentenario de su Paso a la Inmortalidad”.
Dada la íntima connotación que dicha nota exhibe, con el permiso de los lectores, me tomaré la licencia de traer en cita algunos párrafos de aquellas expresiones que han brotado de lo más profundo del corazón con el solo propósito de volcar en estas líneas una invitación masiva a escudriñar cuál es el mejor sendero a abordar para rendir tributo de la más justa manera a la memoria de un hombre que ha dado todo por la Patria sin pedir nada a cambio, incluso, reacio e inquebrantable a lisonjas de cualquier naturaleza que pudieran ofender sus auténticos sentimientos por su amada tierra sudamericana. 
Entre sus frases célebres pueden rescatarse algunas que contribuirán a despejar el camino, más áspero si se quiere que el de la fatídica jornada con destino a su mortal morada en la Quebrada de la Horqueta aquellos aciagos y agónicos días que dieran comienzo el 7 de junio de 1821.
Aunque parezca una utopía, ya que puede resultar difícil de entender que se ponga en discusión hoy si por razones de fuerza mayor como lo es la devastadora peste que atormenta y agobia a toda la humanidad correspondería posponer hasta el año que viene el multitudinario homenaje que el pueblo de Salta añora prodigar el próximo 17 del junio del año en curso.
Para ello resulta de suma utilidad exhumar el pensamiento e ideario del Gral. Martín Miguel de Güemes, quien con algunas frases que han calado hondo en el alma de los argentinos y de modo especial en sus coterráneos, ante determinadas situaciones límite con toda claridad y firmeza ha expresado: “He jurado sostener la independencia de América y sellarla con mi sangre” (carta a Pedro Olañeta, 22 de septiembre de 1816); 
“Nunca he deseado ser vano, sino bueno: un soldado de la Patria y un ciudadano honrado” (carta a Ignacio Álvarez Thomas, 19 de octubre de 1815); 
“Yo no aspiro a premios ni recompensas: trabajo por la libertad del país” (carta a Guillermo Marquiegui, 19 de septiembre de 1816).
Alguna vez dijimos en este mismo espacio que, “si bien la entrega abnegada y desinteresada de una pléyade de patriotas logrando en aquellos tormentosos tiempos la libertad de la Patria, la Intendencia de Salta, sin embargo, había quedado devastada y arruinada, según le escribe Güemes a Belgrano donde expone: “Esta provincia por todos sus aspectos no representa más que un semblante de miseria, de lágrimas y agonía”.
“Ya envié todo proyecto para proporcionar auxilios que franqueen las intenciones de guerra, pero ni para conservar la existencia de los que deben sostenerla”.
“La Nación sabe cuan grandes sacrificios tiene hechos la provincia de Salta a favor de la idolatrada libertad y debe saber se halla dispuesta a otros mayores tocado en medio de tantos conflictos el último de los recursos, el cual es imponer una contribución con anuencia del Cabildo para sostener las tropas y las esperanzas de nuestra defensa y sin embargo de ser la más castigada, es la más prudente, la multitud de clamores ha puesto en problemas mi resolución”. 
“Esta representación no tiene por objeto encarecer los servicios que Salta en obligación de consagrar a la sociedad, sino exigir arbitrios que afiancen el éxito de sus más nobles esfuerzos para conseguir el total exterminio del enemigo” (Martín Miguel de Güemes).
Retomando la idea central que inspiran estas páginas, en el sentido si es prudente o imprudente llevar a cabo la celebración del 17 de junio en honor al General Gaucho, previendo una multitudinaria convocatoria que bien podría superar en número la que condensan las festividades del Señor y la Virgen del Milagro que, cabe tener presente, también sufriera una obligada dilación de los actos alusivos para honrar a nuestros Patronos Tutelares, y no por ello dicha posición en resguardo de la salud de los salteños pudiera no ser comprendida por todo el pueblo de Salta.
Creo conveniente finalizar esta nota con palabras del propio Martín Miguel de Güemes, quien generosamente nos brinda una solución acorde con su inmortal pensamiento: “Yo no pretendo ni glorias ni homenajes, yo solo trabajo por la libertad de mi Patria”. “A nada temo porque he jurado defender la independencia de América”; “Morir por la Patria es Gloria”.
En momentos de concluir la elaboración de esta columna tomo conocimiento de que la postura de las autoridades de la Provincia ha sido diferir el sublime homenaje al más grande de los salteños para el año que viene, medida que comparto plenamente persuadido de que el gran General se hubiese sentido sensiblemente dolido al percatarse que por los honores rendidos en su memoria la pandemia que nos amenaza día a día se haya cobrado cuanto menos una vida más de algún connacional.
 

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Hace más de un año, en esta misma columna, publiqué un artículo titulado “La pandemia no da lugar a grietas”.
En estos días, como muchos saben, se ha concitado una indisimulada preocupación acerca de si podrá o no hacerse el merecido homenaje que se ha granjeado por su entrega sin dobleces a la causa de la libertad de los pueblos de América el “Padre de los Pobres”, como solían distinguirlo al héroe salteño sus protegidos, los gauchos, el próximo 17 de junio en ocasión de conmemorarse el “Bicentenario de su Paso a la Inmortalidad”.
Dada la íntima connotación que dicha nota exhibe, con el permiso de los lectores, me tomaré la licencia de traer en cita algunos párrafos de aquellas expresiones que han brotado de lo más profundo del corazón con el solo propósito de volcar en estas líneas una invitación masiva a escudriñar cuál es el mejor sendero a abordar para rendir tributo de la más justa manera a la memoria de un hombre que ha dado todo por la Patria sin pedir nada a cambio, incluso, reacio e inquebrantable a lisonjas de cualquier naturaleza que pudieran ofender sus auténticos sentimientos por su amada tierra sudamericana. 
Entre sus frases célebres pueden rescatarse algunas que contribuirán a despejar el camino, más áspero si se quiere que el de la fatídica jornada con destino a su mortal morada en la Quebrada de la Horqueta aquellos aciagos y agónicos días que dieran comienzo el 7 de junio de 1821.
Aunque parezca una utopía, ya que puede resultar difícil de entender que se ponga en discusión hoy si por razones de fuerza mayor como lo es la devastadora peste que atormenta y agobia a toda la humanidad correspondería posponer hasta el año que viene el multitudinario homenaje que el pueblo de Salta añora prodigar el próximo 17 del junio del año en curso.
Para ello resulta de suma utilidad exhumar el pensamiento e ideario del Gral. Martín Miguel de Güemes, quien con algunas frases que han calado hondo en el alma de los argentinos y de modo especial en sus coterráneos, ante determinadas situaciones límite con toda claridad y firmeza ha expresado: “He jurado sostener la independencia de América y sellarla con mi sangre” (carta a Pedro Olañeta, 22 de septiembre de 1816); 
“Nunca he deseado ser vano, sino bueno: un soldado de la Patria y un ciudadano honrado” (carta a Ignacio Álvarez Thomas, 19 de octubre de 1815); 
“Yo no aspiro a premios ni recompensas: trabajo por la libertad del país” (carta a Guillermo Marquiegui, 19 de septiembre de 1816).
Alguna vez dijimos en este mismo espacio que, “si bien la entrega abnegada y desinteresada de una pléyade de patriotas logrando en aquellos tormentosos tiempos la libertad de la Patria, la Intendencia de Salta, sin embargo, había quedado devastada y arruinada, según le escribe Güemes a Belgrano donde expone: “Esta provincia por todos sus aspectos no representa más que un semblante de miseria, de lágrimas y agonía”.
“Ya envié todo proyecto para proporcionar auxilios que franqueen las intenciones de guerra, pero ni para conservar la existencia de los que deben sostenerla”.
“La Nación sabe cuan grandes sacrificios tiene hechos la provincia de Salta a favor de la idolatrada libertad y debe saber se halla dispuesta a otros mayores tocado en medio de tantos conflictos el último de los recursos, el cual es imponer una contribución con anuencia del Cabildo para sostener las tropas y las esperanzas de nuestra defensa y sin embargo de ser la más castigada, es la más prudente, la multitud de clamores ha puesto en problemas mi resolución”. 
“Esta representación no tiene por objeto encarecer los servicios que Salta en obligación de consagrar a la sociedad, sino exigir arbitrios que afiancen el éxito de sus más nobles esfuerzos para conseguir el total exterminio del enemigo” (Martín Miguel de Güemes).
Retomando la idea central que inspiran estas páginas, en el sentido si es prudente o imprudente llevar a cabo la celebración del 17 de junio en honor al General Gaucho, previendo una multitudinaria convocatoria que bien podría superar en número la que condensan las festividades del Señor y la Virgen del Milagro que, cabe tener presente, también sufriera una obligada dilación de los actos alusivos para honrar a nuestros Patronos Tutelares, y no por ello dicha posición en resguardo de la salud de los salteños pudiera no ser comprendida por todo el pueblo de Salta.
Creo conveniente finalizar esta nota con palabras del propio Martín Miguel de Güemes, quien generosamente nos brinda una solución acorde con su inmortal pensamiento: “Yo no pretendo ni glorias ni homenajes, yo solo trabajo por la libertad de mi Patria”. “A nada temo porque he jurado defender la independencia de América”; “Morir por la Patria es Gloria”.
En momentos de concluir la elaboración de esta columna tomo conocimiento de que la postura de las autoridades de la Provincia ha sido diferir el sublime homenaje al más grande de los salteños para el año que viene, medida que comparto plenamente persuadido de que el gran General se hubiese sentido sensiblemente dolido al percatarse que por los honores rendidos en su memoria la pandemia que nos amenaza día a día se haya cobrado cuanto menos una vida más de algún connacional.
 

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