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Escándalo: Entregaron cambiados los cuerpos de dos hombres fallecidos de apellido Flores

Ocurrió el sábado en la Clínica Cruz Azul. Dos empresas funerarias salteñas, contratadas por dos familias, retiraron los cuerpos equivocados de sus parientes muertos.
Martes, 27 de julio de 2021 01:54

La realidad siempre supera a la ficción. Por cierto, la realidad le da letra a la ficción. Si no fuera por el desprecio, la desidia, la indiferencia por el dolor ajeno, sería imposible de explicar lo que ocurrió este fin de semana en la Clínica Cruz Azul, de Salta capital, donde por lo general van a parar los jubilados y pensionados víctimas del PAMI. Ni muertos los respetan, y eso quedó demostrado no solo por parte de la clínica, sino también por las empresas funerarias Romano y Pieve, que no cumplieron con la rigurosidad que el servicio fúnebre requiere, sobre todo en esta época de pandemia cuando se les niega a las familias el contacto con sus muertos, y son ellos los únicos depositarios de la confianza de que pondrán en el cajón al cadáver correcto.

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La realidad siempre supera a la ficción. Por cierto, la realidad le da letra a la ficción. Si no fuera por el desprecio, la desidia, la indiferencia por el dolor ajeno, sería imposible de explicar lo que ocurrió este fin de semana en la Clínica Cruz Azul, de Salta capital, donde por lo general van a parar los jubilados y pensionados víctimas del PAMI. Ni muertos los respetan, y eso quedó demostrado no solo por parte de la clínica, sino también por las empresas funerarias Romano y Pieve, que no cumplieron con la rigurosidad que el servicio fúnebre requiere, sobre todo en esta época de pandemia cuando se les niega a las familias el contacto con sus muertos, y son ellos los únicos depositarios de la confianza de que pondrán en el cajón al cadáver correcto.

Fue Juan Flores, el desconsolado hijo del fallecido Simón Flores Apaza, quién le confió esta historia negra a El Tribuno. "Todo comenzó el sábado por la mañana cuando nos avisan a las 9.15 que falleció mi viejo que estaba internado en la clínica Cruz Azul. Tenía 77 años y sufría de infección urinaria, además de artrosis en la columna porque toda su vida fue albañil, hasta los 68 años, y quedó así. Murió el sábado y el certificado de defunción dice que sufrió un paro cardiorrespiratorio y sospecha de Covid. Desde la clínica me piden los papeles de mi papá y me dicen que ellos se encargaban de entregarle todo a Pieve para que retire el cuerpo, ese servicio pagaba mi papá desde 1997. Nosotros quisimos ver el cuerpo de mi papá en la clínica pero se negaron rotundamente por los protocolos de Covid".

Juan con su familia fue a las oficinas de Pieve el sábado al mediodía para corroborar que todo estuviera en orden. "Me dijeron ahí que en dos horas, o sea a las 14, buscarían el cuerpo de mi papá de la clínica para llevarlo a la empresa y prepararlo para la cremación en Güemes. No lo podíamos velar por la sospecha de Covid".

Entonces, con todo el peso del luto, la familia de don Simón Flores se preparó el domingo para acompañar los restos de su padre hasta Güemes. "Cuando íbamos el domingo en el auto con mi hermana y mi señora a acompañar a mi papá hasta Güemes, me llama una señorita de Pieve para decirme que la clínica Cruz Azul no le quería entregar el cuerpo de mi papá a la empresa. No entendíamos nada. Entonces vamos a la clínica, nos exaltamos por la desesperación, queríamos ver el cuerpo que estaba ahí, no nos dejaban y el encargado de la clínica nos dice: "sabe qué don Flores? Al cuerpo de su papá se lo llevó ayer (sábado) el servicio de la empresa Romano, a las 18 horas". Al final nos dejaron ver los tres cuerpos que había en la clínica, resulta que el sábado había dos hombres de apellido Flores; vino la empresa Romano y se llevó a mi papá sin fijarse qué Flores era. Para mi son unos irresponsables e irrespetuosos todos. La clínica por no ver qué cuerpo entrega, Romano por no fijarse que cuerpo se lleva, y Pieve por mentir que lo iban a buscar en dos horas el sábado, y no cumplir", detalló Juan.

   La urna que les dieron. La urna que les correspondía.

Agregó indignado: "Es inadmisible porque la etiqueta del señor que estaba en la clínica decía Mauricio Flores, y la etiqueta de mi papá decía Simón Flores y se lo llevó Romano cuando nosotros teníamos el servicio de Pieve. Fue más trágica y dolorosa todavía la muerte de mi viejo con esto que pasó. Mi mamá se descompensó. No podíamos creer lo que nos estaba pasando. La familia del señor Muricio Flores enterró el cuerpo de mi papá, Simón Flores, y nosotros casi cremamos el cuerpo de don Mauricio".

Dos empresas funerarias diferentes, dos familias y dos decisiones distintas sobre la disposición final de los restos humanos. Los Flores de don Simón iban a cremarlo y los Flores de don Mauricio, iban a enterrarlo. Al entregar los cuerpos cambiados, en cuestión de horas, pudo ocurrir algo irreparable sobre la muerte que ya es irreparable: cremar a alguien cuya última voluntad era ser enterrado. Dentro del disparate trágico, Juan Flores expresó: "Menos mal que a mi papá lo enterraron creyendo que era Mauricio en la Divina Misericordia. Mire si lo cremaban?".

A esta altura el lector se preguntará cómo hizo cada familia para reunirse con su muerto. Así: "La familia de don Mauricio estaba a puro llanto, no podían creer haber velado y llorado un cuerpo que no era. Ellos tuvieron que firmar la autorización para desenterrar a mi papá. De todo este lío se tuvo que hacer cargo Romano: buscar a don Maurcio de la clínica, llevarlo al cementerio, enterrarlo, desenterrar a mi papá, abrir el cajón para corroborar que era él, y llevarlo a Pieve para ir al crematorio a Güemes. Pieve se lavó las manos con todo. La carroza fúnebre de Pieve que llevaba el cajón con mi papá a Güemes se paraba a cada rato y el chofer nos dijo que se calentaba el motor. Fue otra odisea llegar al crematorio", describió Juan Flores.

Finalmente expresó: "Momentos muy traumáticos vivimos. Pieve nos pidió disculpas y nos dio una urna mejor que la que viene con el servicio que es para muertos de segunda. Encima ni nos ofrecieron una urna mejor el sábado cuando fuimos a hacer los papeles, como si no pudiéramos pagar algo mejor. Yo pregunté por la diferencia y me dijeron que costaban 19 mil y 35 mil. Me sentí muy discriminado. La clínica Cruz Azul es un verdadero desastre, abren la puerta de la morgue y que se lleven lo que quieran. Nadie verifica nada".

Con historias como ésta, la pregunta que sobrevuela es ¿qué nos pasa como seres humanos? La sensación de desasosiego que plantea la pandemia se vuelve apocalíptica.

 

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