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VIDEO. La droga y la violencia en Siglo XXI llevan a vecinos a vivir tras las rejas

Una madre del paco hace años lo denuncia y vive hostigada por 30 jóvenes. Las calles son campos de batalla por cuestiones de venta de drogas y peaje urbano.
Jueves, 19 de agosto de 2021 00:00

Varias mujeres residentes en el barrio Siglo XXI manifestaron ayer al borde de las lagrimas y más allá también, que ya no pueden transitar por las calles de algunas manzanas por la violencia callejera, el cobro de peaje para circular y las batallas campales de los fines de semana. La causa: las drogas y la vagancia de la juventud.

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Varias mujeres residentes en el barrio Siglo XXI manifestaron ayer al borde de las lagrimas y más allá también, que ya no pueden transitar por las calles de algunas manzanas por la violencia callejera, el cobro de peaje para circular y las batallas campales de los fines de semana. La causa: las drogas y la vagancia de la juventud.

Tanto Marcela H. como Romina V, ambas madres de muchos hijos, relataron anoche que una treintena de jóvenes pertenecientes a varias familias emparentadas entre sí se convirtieron en dueños de las calles, cobran peaje, golpean a los otros chicos cuando van a trabajar y obviamente viven de la venta de estupefacientes.

La violencia es casi a diario y los hijos de los vecinos deben salir a escondidas o evitarlos.

 

En ese contexto Marcela (48) relató que ella lleva años luchando a través de distintas organizaciones barriales para terminar con la problemática, pero lo único que recibió fueron ataques contra su propiedad y ahora contra uno de sus hijos, a quien apuñalaron por la espalda, además de robarle sus pertenencias.

También otra vecina manifestó que los jóvenes se presentan en su propiedad o en el lugar que habita donde almacena chatarra, cartón y otros residuos reciclables y la intiman a pagarle un canon para que no les roben lo que juntan y cuando no se les da comienzan a apedrear la casa y a hostigarlos sin fin.

Así otra vecina dijo que la policía hace lo que puede, porque cuando comienzan las peleas o batallas campales, esperan a que se disipen y recién bajan de los patrulleros.

"No hay justicia, porque nunca detienen a nadie y si lo hacen, al rato vuelven más furiosos que antes".

 

Así, estas vecinas, al borde del llanto, dijeron que es imposible vivir. Es un problema de todos los días evitarlos para poder salir o regresar del trabajo", contó una de las víctimas.

Una de las mujeres relató que hace ya siete años que denunció la tragedia de las drogas en los barrios y que algunos vecinos asistían a las reuniones para luego señalar con el dedo a quienes se habían atrevido a denunciar la venta de estas sustancias y luego venían las represalias.

El problemas en esas manzanas lleva al menos siete años. Hay una mediación en curso entre las familias, pero el mediador no da señales de vida. 

"En el 2014 me destrozaron la casa, y tuve que volver a empezar. Ahora se la agarraron con uno de mis hijos, que sufre epilepsia, a quien roban y golpean apenas lo ven en la calle o cuando sale a trabajar. Ya no puedo vivir así, necesitamos un poco más de seguridad, quizá cámaras en las calles, más patrullaje, pero creo que mucho más que eso los chicos necesitan trabajo o alguna ocupación que los saque de las juntas", dijo con amargura una de las mamás denunciantes.

Luego relataron que todos los vecinos tienen miedo.Todo el barrio es una cárcel.

No hay casa ni negocio que no esté vallado o cerrado con rejas hasta el baño.

Para sacar una moto y salir a trabajar a las 5 o 6 de la mañana primero se debe salir a ver si están reunidos y dónde, después salir a dar vuelta por otro lugar para evitarlos. Así es imposible la vida.

"Queremos soluciones, queremos vivir en paz con todos. Que haya respeto por los que estudian o trabajan y por sobre todo seguridad para las familias, no es mucho", afirmaron.

Tiene historia 

En julio de 2014 una nota de El Tribuno relataba: “La violencia parece no tener descanso en el sudeste de la ciudad”. Ya entonces Marcela Hoyos había realizado más de treinta denuncias por hostigamiento por parte “de una familia del lugar”. Esa vez intentaron incendiar su vivienda con una bomba molotov.
El problema surgió el año pasado cuando ella rescató a su hijo de las drogas y denunció a esa familia.
Hoyos, madre de cinco hijos, apuntó que existen varias denuncias judiciales. “La jefa de la 10 sabe quiénes son, sabe lo que pasa en el barrio. Si esto no se resuelve, no solo los míos seguirán sufriendo, somos siete familias las que estamos en la misma situación”, completó.
Pasaron 7 años y como se ve, nada cambió desde entonces.
 

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