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Jaque de la Dama

Miércoles, 22 de septiembre de 2021 20:39

A simple vista, como se venía dando el juego, y se acomodaban las piezas, la partida se encaminaba hacia una inevitable “tabla”; es decir un empate, pero al final la dama puso en jaque al rey, luego de la estrepitosa caída en las elecciones de medio término.
“Que se haga cargo el señor”, contestó ante una pregunta sobre quién iba a hablar el domingo, el día de las elecciones y cuando los números agigantaban la derrota. 

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A simple vista, como se venía dando el juego, y se acomodaban las piezas, la partida se encaminaba hacia una inevitable “tabla”; es decir un empate, pero al final la dama puso en jaque al rey, luego de la estrepitosa caída en las elecciones de medio término.
“Que se haga cargo el señor”, contestó ante una pregunta sobre quién iba a hablar el domingo, el día de las elecciones y cuando los números agigantaban la derrota. 

Esas breves palabras marcaban el áspero camino que iban a recorrer días después Cristina Kirchner y Alberto Fernández, como corolario de una relación que se caracterizó por idas y vueltas. Desde aquella vez, cuando se fue como jefe de Gabinete del gobierno de Cristina Kirchner.
Fue el que más se mantuvo en el cargo y es el único que ocupó el cargo de ministro coordinador creado en la Constitución Nacional de 1994 con dos mandatarios. Cabe destacar que Cristina lo relevó en medio del conflicto con el campo y lo reemplazó por Sergio Massa. Curiosamente hoy, ambos no se llevan muy bien.

La crisis tuvo origen hace dos domingos, cuando la lista oficialista del Frente de Todos, luego de un buen comienzo, y que en la medida en que transitaba la jornada electoral empezó a transformar la cara de los principales protagonistas: desde el incipiente festejo a una creciente angustia; por el contrario, los integrantes de la principal coalición de Juntos por el Cambio consolidaban su victoria.
Durante las elecciones legislativas, en las que los ciudadanos debían elegir a los candidatos para las elecciones del 14 de noviembre, la coalición gobernante apenas se impuso en 7 de los 24 distritos electorales y perdió el que era considerado su mayor bastión: la provincia de Buenos Aires.

El lunes fue una reunión en donde se dijeron de todo, no se guardaron nada.
Viejos rencores salieron a la luz. Según dicen los que estuvieron cerca. Fue muy mala, y terminó mucho peor, inclusive trascendió la amenaza: “Si no hacés cambios me voy”, dicen que dijo furiosa Cristina.

Trascartón, la consecuencia fue la orden de Cristina a todos sus funcionarios de abandonar el Gobierno, y no podía dejar de considerarse la obediencia inmediata sin un solo pero por parte de cada uno de ellos.
Después de eso, Alberto Fernández fue el primero en romper su silencio. Pasado el mediodía del jueves 16, el mandatario escribió en Twitter una serie de mensajes en los que, sin referirse a su vicepresidenta, dejó claro el descontento: “No es este el tiempo de plantear disputas que nos desvíen el camino”, señaló.

“He oído a mi pueblo. La altisonancia y la prepotencia no anidan en mí. La gestión del Gobierno seguirá desarrollándose del modo que yo estime conveniente. Para eso fui elegido”, agregó el mandatario.
Ante esas palabras, la expresidenta no tardó en contestar.

Caída la tarde, Fernández de Kirchner publicó en la misma red social una extensa y directa carta que terminó de evidenciar la quiebra.
En el texto, Fernández insistió en la necesidad de hacer cambios en el gabinete tras considerar que “hay funcionarios y funcionarias que no funcionan”.
Además, le recordó al mandatario que fue ella quien lo postuló como candidato a la Casa Rosada en 2019, a pesar de que Fernández ya era un duro crítico de la expresidenta.

Antes los duros términos de la misiva, que se sumó a los que había manifestado en redes sociales, Fernanda Vallejos, diputada que responde al núcleo duro “K”, además de ser una especie de álter ego de Cristina Kirchner, destacando que hasta 2015 integró “La Gran Makro”, un espacio creado por el exvicepresidente Amado Boudou, la próxima jugada se veía venir, por más que el presidente intentó atenuar la movida.

Sus peones y alfiles les respondían, pero el resto no, por más que él quería mostrar su dureza.
“Cristina me conoce, sabe que por las buenas me sacan cualquier cosa, con presiones no...”.
Mientras el resto de la gente, en vilo por la situación celebraba la aparición de un nuevo Alberto, dispuesto a no ser un “títere” de Cristina, pero el festejo no duraría.

La “Dama” con todo el tablero a su disposición empezó a inclinar la partida, mientras el “Rey” intentaba lograr un retiro consensuado. Faltaba una jugada que llegó con la salida de Juan Pablo Biondi, el secretario de Comunicación apuntado directamente por Cristina y además amigo del presidente, el “enroque” largo de Santiago Cafiero (también pedido por Cristina), el nombramiento de Juan Manzur (hombre pedido por Cristina), el regreso de Julián Domínguez, Daniel Filmus y Aníbal Fernández (exfuncionarios de la “década ganada”), la confirmación de Wado de Pedro como ministro de Interior (intocable por ser hombre de Cristina).
¿Quién ganó? Indudablemente las piezas del tablero político volvían a ocupar su lugar.
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