Hace 30 años, Néstor Rodríguez abrazó el trabajo de constructor y no lo soltó más. Empezó como aprendiz circunstancialmente en Buenos Aires y, tras pasar por los distintos escalafones del oficio, hoy se desempeña como oficial en una empresa donde es chófer de camión mezclador y opera una planta hormigonera.
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Hace 30 años, Néstor Rodríguez abrazó el trabajo de constructor y no lo soltó más. Empezó como aprendiz circunstancialmente en Buenos Aires y, tras pasar por los distintos escalafones del oficio, hoy se desempeña como oficial en una empresa donde es chófer de camión mezclador y opera una planta hormigonera.
“Heredé esta profesión de mi padre, quien fue maestro mayor de obra y ya está jubilado”, contó a El Tribuno el trabajador, quien nació hace 52 años en El Galpón, donde actualmente es empleado de una constructora.
En tres décadas experimentó grandes cambios que se generaron dentro del rubro de la construcción.
“En todos estos años cambió mucho la construcción, evolucionó, se trabaja más en seco y por otra parte hay muchas maquinarias nuevas que facilitan el trabajo”, describió Néstor.
Los avances no solo tienen que ver con la técnica y los materiales en la edificación sino también con lo salarial.
“Con mi oficio pude llevar adelante a mi familia (vive con su esposa y es padre de tres hijas) y gracias al trabajo de la Uocra estamos cada vez mejor. Dentro de todo podemos vivir bien”, sostuvo el obrero de la construcción.
Sobre las innovaciones tecnológicas, destacó que el uso de maquinarias alivianó en gran medida el trabajo pesado de los albañiles.
“Las retropalas o las minipalas, por ejemplo, hacen el trabajo duro y uno lo que hace ahora es perfilar prácticamente, que es menos sacrificado”, explicó.
De todas maneras, aclaró que a pesar de las facilidades constructivas que otorgan las máquinas y las nuevas técnicas, como el sistema Steel Frame (construcción en seco), “arrancar una obra es más o menos lo mismo que antes”. Es decir, aún prevalece la calidad y experiencia del albañil.
“Aprendí el oficio de chico, ayudando a mi padre, es un legado de él. Cuando era joven y me quedé sin trabajo en Buenos Aires, porque cerró la fábrica textil donde me desempeñaba, directamente me fui a buscar trabajo en la construcción, porque era lo que más sabía, y desde ahí nunca dejé esta actividad”, resaltó con orgullo Néstor Rodríguez.
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