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“Marcos: de narrativas y héroes en la sociedad”·

Por Daniela Nava Le Favi - Dra. en Comunicación
Jueves, 06 de abril de 2023 21:29

Cuando hablamos de Marcos, hay que hablar del fenómeno de Gran Hermano, un formato internacional que se ha replicado a lo largo de los años en diferentes pantallas de la televisión. En el caso de la Argentina ha sido un programa crucial para escenificar las narrativas, emociones y representaciones de determinados momentos sociohistóricos del país: si mirás GH podés entender qué pasa, qué piensa la sociedad sobre determinados temas. Y peor aún, cómo se ve esa sociedad o pretende verse.

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Cuando hablamos de Marcos, hay que hablar del fenómeno de Gran Hermano, un formato internacional que se ha replicado a lo largo de los años en diferentes pantallas de la televisión. En el caso de la Argentina ha sido un programa crucial para escenificar las narrativas, emociones y representaciones de determinados momentos sociohistóricos del país: si mirás GH podés entender qué pasa, qué piensa la sociedad sobre determinados temas. Y peor aún, cómo se ve esa sociedad o pretende verse.

En ese sentido, Marcos, un joven estudiante de abogacía en una universidad privada, representa, por un lado, a una persona que llegaba de una provincia (con uno de los índices de pobreza más grandes del país) a la capital para competir en un formato que ha renacido nuevamente en las pantallas latinoamericanas (en Brasil, por ejemplo). Por otro lado, se lo asoció a la representación de una sociedad ‘blanca y perfecta‘ como diría en un twit polémico Laura Ubfal, panelista en GH.

Y ahí, se activan las narrativas de una sociedad argentina que busca en el ‘ideal‘ etnocentrista reconocerse, mirarse y autorrepresentarse. Pero no se mira en cualquier espejo: sino en el de GH, donde se espectacularizan las tristezas, las tragedias, las ansiedades y desgracias que cada participante lleva consigo en sus biografías personales.

De Marcos se especuló mucho sobre su personalidad ‘tranquila‘ en contraste con la ‘aceleración‘ de las personas del centro del país que también eran jugadores en este GH. Eso le jugó a favor en tanto por momentos se lo ‘exotizaba‘ en esa personalidad por resultar ‘extraña‘ para la vorágine porteñocentrista. A eso, hay que sumar la mirada etnocentrista de los televidentes: ‘ganó un chico bueno y lindo‘ dicen los comentarios en las redes. Lindo de acuerdo con los modelos hegemónicos de belleza. Claro está.

Y finalmente, en Salta, se lo recibe como se espera llegar a los peregrinos en el marco de la festividad del Señor y la Virgen del Milagro: cientos de personas lo saludan a la distancia mientras lo pasean en un camión de los bomberos por diferentes lugares de la ciudad hasta llegar a la catedral.

Allí, él se persigna y agradece. También, lleva un colgante de la Virgen del Cerro, según declara en diferentes programas televisivos en Buenos Aires. Entonces, se lee otra identificación más: la del catolicismo y el impacto progresivo en las juventudes.

En ese complejo proceso, la llegada de Marcos a Salta activa otra narrativa: la del ‘héroe‘ que después de múltiples vicisitudes gana un premio en el centro del país y llega a Salta para el reconocimiento de su pueblo. Y ahí vuelve la imagen de una identidad salteña que se autorrepresenta en estos idearios de sociedades eurocentradas y católicas.

Entonces, cabe preguntarnos, ¿cómo Marcos es funcional a representaciones que encuentran su germen en los mitos fundacionales de la Argentina relacionados a pensarse como ‘la pequeña Europa‘ en el sur latinoamericano? ¿por qué hoy se reactivan con más fuerza esas idealizaciones que tienen como base miradas racistas y excluyentes de sociedades que son diversas (hablando del aspecto religioso, económico y cultural)?

Marcos se suma a la lista de salteños que en los últimos meses tienen reconocimiento en la escena nacional: José Aranda, el joven que eligió la Conmebol para dedicarle unas palabras al seleccionado argentino (campeón del mundo) o Antonio que últimamente tiene devoluciones destacables en Masterchef, por ejemplo. Todo esto en un contexto donde Salta está en la mira del mundo por sus grandes recursos en litio. ¿Casual? No lo creo.

La otra pregunta que subyace a estos procesos es cómo se miraba a Salta y a los salteños antes de la explotación de este tipo de recursos: definitivamente lejos de los cuerpos idealizados hegemónicos.

Marcos es el punto de partida para reflexionar sobre cómo se están pensando las sociedades en general, y la Argentina en particular. Todo un signo de época.
 

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