En un rincón de Cerrillos, a la vera da la calle Necochea, donde antes había un baldío olvidado que solía acumular basura, hoy se levanta un parque de ciclismo extremo modelo. Se llama Corona Bike Park y no solo es el más grande de la región en su tipo, sino también el primero concebido como Parque Escuela de uso público con estas características. Una iniciativa que nació en plena pandemia, de la mano de dos adolescentes, y que hoy se transformó en un espacio de referencia para el deporte, la formación y la comunidad .
La historia del Corona Bike Park comenzó en 2020, en el contexto más inesperado: el aislamiento por el coronavirus. De allí su nombre. Cuando la gente comenzaba a salir luego del encierro, Roger Eckhardt y Luca Feminini, dos jóvenes cerrillanos apasionados por la bicicleta y la competencia, decidieron transformar un terreno abandonado en un circuito para entrenar. Diseñaron, cavaron, compactaron la tierra y levantaron los primeros saltos con sus propias manos. Sin maquinaria pesada, sin fondos oficiales, sin padrinazgos. Solo voluntad, trabajo y comunidad.
Lo que empezó como un espacio improvisado para unos pocos amigos creció hasta convertirse en un verdadero complejo deportivo. Hoy el parque cuenta con infraestructura para tres disciplinas principales: Dirt Jump, Pumptrack y BMX Racing.
Desde sus primeras rampas hasta los circuitos actuales, todo fue desarrollado y mantenido por el mismo grupo de jóvenes, con ayuda de voluntarios, vecinos y algunos sponsors que vieron en el proyecto un valor social y deportivo .
Actualmente, alrededor de 40 a 50 jóvenes frecuentan el parque de manera regular. A ellos se suman cerca de 20 niños que asisten como alumnos permanentes en la modalidad escuela. Muchos de estos chicos llegan desde diferentes puntos de Salta, e incluso de otros municipios del Valle de Lerma. El parque, además, recibe deportistas de otras provincias del NOA para entrenamientos, encuentros y competencias.
Lo más destacable es que se trata de un proyecto totalmente autogestionado. Los chicos que asisten colaboran con un aporte simbólico. Esa cuota sirve para cubrir gastos básicos de mantenimiento, reparación de rampas, compra de herramientas y mejoras en el predio. También existen bicicletas que son prestadas o cedidas para que ningún niño se quede sin la posibilidad de aprender, especialmente aquellos que no cuentan con recursos propios. En el parque no solo se enseña a andar, se enseñan valores, trabajo en equipo, respeto y el cuidado del espacio público.
En paralelo a la formación deportiva, el Corona Bike Park representa un ejemplo concreto de recuperación ambiental. Donde había predio olvidado, hoy hay árboles, césped y áreas verdes reforestadas por los propios jóvenes. El lugar se transformó en un espacio recreativo abierto para toda la familia, que atrae tanto a fanáticos del ciclismo como a vecinos que simplemente llegan a disfrutar del entorno y del espectáculo de los saltos y acrobacias .
En estos años, el parque ya tuvo actividad competitiva de nivel regional. En 2023 abrió sus puertas a competidores de Córdoba, Catamarca, Jujuy y Tucumán. En 2024 se realizó una nueva edición del evento Dirt Jump y Pumptrack, con demostraciones, shows y jornadas de formación. Y en 2025 se concretó la tercera edición, con más categorías, más participación y mayor convocatoria de público .
Este sábado, desde las 15, el parque volverá a ser escenario de una jornada abierta al público. La intención es mostrar de manera concreta qué disciplinas se practican en un Bike Park de estas características y dar a conocer el trabajo que se viene realizando desde hace años. Habrá exhibiciones de Dirt Jump y BMX, clases abiertas, convivencia con los riders y actividades para todas las edades.
La jornada también tendrá un componente artístico y cultural. Como parte de la movida, se realizará un mural frente al predio, con el objetivo de embellecer aún más el entorno y reforzar la identidad del lugar como espacio de encuentro, expresión y comunidad.
Para quienes impulsan el proyecto, el desafío no es solo deportivo. Buscan que el Corona Bike Park sea reconocido como un modelo de gestión comunitaria y juvenil. Un ejemplo de cómo con organización, pasión y compromiso se puede transformar una realidad adversa en una oportunidad de crecimiento, inclusión y proyección para toda una generación.
En una época donde muchos jóvenes parecen no encontrar espacios propios, el Corona Bike Park se consolida como un refugio, una escuela y una plataforma. Un lugar donde se aprende a saltar en bicicleta, pero también a levantarse, a insistir y a creer que con trabajo colectivo se puede construir algo grande, incluso desde el barro.