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Durante la pandemia, encerrada en su casa y con un problema físico que le impedía continuar con su antiguo trabajo, Titina Clerici buscó una salida creativa. “Cobro la jubilación mínima y necesitaba seguir trabajando”, cuenta. “Empecé mirando tutoriales en YouTube, primero con macetas de cemento, pero después me atrapó el mundo de los duendes”.
Lo que al principio fue una distracción se convirtió en un oficio. Aprendió con la guía de otras artesanas y descubrió un universo simbólico que combina arte, energía y espiritualidad. “Los duendes me enseñaron paciencia y esperanza. Cada uno tiene su historia, su energía y su dueño”, dice mientras acomoda los pequeños personajes de orejas puntiagudas y mirada vivaz.
El primer duende y la magia del vínculo
El primer duende que hizo lo recuerda con cariño y una sonrisa. “Le puse unos ojos verdes muy chillones y mi hijo me dijo que parecía medio tétrico. Pero le tenía tanto amor que igual lo llevé a la feria. Y para mi sorpresa, unas chicas se enamoraron de él y se lo llevaron.”
Desde entonces, Titina cree que los duendes no se venden: se adoptan. “Ellos eligen a sus dueños. La gente se acerca a la mesa, mira varios, y siempre vuelve al mismo. Es el duende que los elige. A partir de ahí, comienza la conexión”, explica.
Cómo “activar” a un duende
Uno de los mitos más extendidos, dice Titina, tiene que ver con el nombre. “El dueño debe ponerle un nombre. Es la forma de activarlo, de darle vida. Y también hay que darle una tarea: cuidar la casa, atraer prosperidad o proteger la salud.”
Otro de los secretos tiene que ver con la ubicación: “Si es para un negocio, conviene ponerlo mirando hacia la puerta. Algunos le colocan monedas o caramelos como ofrenda. Son gestos simples, pero cargados de intención”.
Los colores también hablan
Cada duende, según Titina, está hecho con colores que representan una energía específica:
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Blanco: salud, paz y armonía.
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Rojo: amor y pasión.
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Verde: suerte y trabajo.
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Marrón: conexión con la tierra, estabilidad.
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Naranja: alegría y aprendizaje.
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Lila o azul: transformación y protección espiritual.
“Los colores son muy importantes. Hay personas que me piden duendes de la abundancia, y esos los hago en verde y marrón, con una bolsita de monedas o billetitos. Son los guardianes de la prosperidad”, dice con orgullo.
Mitos y verdades
¿Los duendes traen suerte?
Para Titina, sí, pero siempre que se los respete. “No se trata de esperar que hagan milagros, sino de acompañarlos con energía positiva.”
¿Pueden cumplir deseos?
“Sí, si se les pide con fe y se les promete algo a cambio”, afirma. “Yo le pedí algo a mi duende Tomasito, y cuando se cumplió, le compré un hermanito. Así llegó Simón.”
¿Hay que alimentarlos?
“Algunos les ponen caramelos, otros monedas o flores. Lo importante es agradecerles”, explica.
¿Qué pasa si se rompen o se pierden?
“No es una desgracia, significa que ya cumplieron su misión. Hay que despedirlos con cariño.”
Una presencia en las ferias salteñas
Hoy, Titina Clerici participa en distintas ferias de la ciudad, como la Feria Holística de Luna Llena en Plaza España, la Feria de Plaza Güemes frente a la Legislatura y los encuentros en Parque Sur. Allí, entre aromas, piedras y artesanías, sus duendes llaman la atención de grandes y chicos.
“Cada feria es una oportunidad para compartir magia. Lo más lindo es cuando alguien vuelve y me dice que su duende le cambió la energía o le trajo algo bueno. Eso no tiene precio.”
Un mensaje de magia y esperanza
Titina asegura que los duendes son “mensajeros de energía buena”, y que más allá del mito, lo importante es lo que despiertan en las personas.
“Los duendes existen para recordarnos que la magia está en creer. Si uno se lo permite, ellos nos enseñan a confiar y a agradecer.”