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20 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
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De Campo Quijano a Indonesia: la increíble trayectoria de Ramiro Díaz Cuello en el básquet asiático

Pasó de ser un referente del básquet salteño a trabajar como asistente técnico en el Dewa United, dirigido por Pablo Favarel. Su camino empezó en el Sportivo Social Quijano y hoy se codea con la élite en un país donde el básquet pelea por un lugar entre deportes más populares.
Sabado, 20 de septiembre de 2025 11:36
Ramiro Díaz Cuello

Ramiro Díaz Cuello es oriundo de Campo Quijano y tiene 52 años. Hoy es una figura clave del básquet de Indonesia, pero su historia comenzó en canchas modestas del Valle de Lerma. Se formó en el Sportivo Social Quijano, donde dio sus primeros pasos, antes de pasar por clubes como Luz y Fuerza, 9 de Julio, Libertad, Villa Soledad y Sargento Cabral. También integró la Selección de Salta a partir de 1994, disputando siete torneos argentinos, incluido el que se jugó en Salta. Su talento le valió ser elegido Mejor Basquetbolista de la provincia en 1992, 1993 y 2006.

A los 38 años colgó los botines después de jugar en Villa San Martín, de Resistencia, Chaco. “Fue entonces que empecé como entrenador de las divisiones formativas… al tiempo que también lo hice en la primera en Villa San Martín”, recordó. Luego dirigió al Regatas de Resistencia, regresó a Salta para sumarse a Salta Basket como asistente, y estuvo un año en la Liga Nacional, a la vez que conducía en la Liga de Desarrollo. Después trabajó en el Atlético Saladas, de Corrientes, y en Hindú Club durante cinco años antes de que llegara su oportunidad internacional.

La propuesta que le cambió la vida

Hace aproximadamente un año recibió la propuesta de desempeñarse como asistente del director técnico del Dewa United, equipo de Tangerang, a unos 20 kilómetros de Yakarta, la capital de Indonesia, dirigido por el también argentino Pablo Favarel. Fue un contacto previo de Nicolás Casalánguida el que lo puso en alerta: “Me había hablado tiempo antes para que vaya preparándome en inglés, porque existían chances de ir al exterior y que se había contactado con Pablo Favarel, que estaba allá e iba a necesitar un asistente”.

En su rol actual trabaja también con jóvenes de élite, preparándolos para el profesionalismo. Un asistente, explica, colabora con el entrenador principal en todo: instrucción individual, análisis del rival, gestión durante el partido, monitoreo del rendimiento y la fatiga del equipo y sugerencias tácticas. Es un rol crucial para el funcionamiento diario y la toma de decisiones estratégicas, y a menudo es un camino para el desarrollo profesional de entrenadores.

Desafíos y logros en Asia

En Indonesia, primero está el fútbol, luego el bádminton y recién en tercer lugar el básquet. Solo cuentan con una liga competitiva. Cuando termina el torneo anual, arranca otro certamen en el que no pueden participar jugadores extranjeros. En ese torneo Ramiro tuvo la posibilidad de dirigir al Dewa United, que se consagró subcampeón. “Fue intenso, pero llegamos a la final. Un gran logro para el equipo y para mí en lo profesional”, señaló.

Llegó solo hace casi un año, y en los últimos cuatro meses antes de terminar la temporada de este año recibió a su novia, con quien recorrió Malasia, Singapur, Bali y otros lugares paradisíacos. Pero la adaptación no fue sencilla, ya que más del 87% de la población es musulmana, con costumbres, horarios y comidas diferentes. Además, el ritmo del cuarto país más densamente poblado del mundo fue un contraste importante. “Aquí se arranca muy temprano, se cena tipo siete de la tarde. El tráfico es intenso como en las películas, es un enjambre de motocicletas. Las calles siempre están llenas, a punto de desbordar”, contó.

Trabajar en Asia no solo le dio logros profesionales, sino que también le mejoró su situación económica, con sueldos en dólares y nuevas oportunidades laborales.

Una vida marcada por el básquet

El salteño nació en Campo Quijano, cursó la primaria en su pueblo y la secundaria en el colegio Tomasini, de la ciudad de Salta. Luego estudió para técnico óptico oftalmológico, título que obtuvo pero nunca ejerció, porque la vida le dio la posibilidad de trabajar y vivir de su pasión, primero como jugador y luego desde el área técnica. “Me siento un bendecido. Ahora me tomé unos días para volver a mi casa y mis afectos en Campo Quijano, para volver renovado a Indonesia, donde espero cumplir con los objetivos: formar nuevos jugadores, incentivar y optimizar el nivel competitivo. Es un norte que compartimos con entrenadores que llegamos hasta allí desde varias partes del mundo como Inglaterra, Serbia y desde otras latitudes”.

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