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"Siwok wet/ La casa del pájaro carpintero" es el último libro de Carlos Müller, y lo presenta este jueves, a las 19, en el Museo de la Ciudad, La Florida 97. El policial continúa la saga de su antecesora, "Kelloticar/ el campo de flores amarillas", que se desarrollaba en la Puna. Esta vez, el Chaco salteño es el escenario donde el sargento Guanuco debe enfrentar situaciones críticas, munido de saberes comunitarios.
Publicada por El Demiurgo, es la quinta novela de Müller, quien además ha publicado poesía, cuentos y dramaturgia y ha realizado audiovisuales. Inquieto y muy involucrado con el quehacer cultural, es también integrante del grupo Norte Entero y parte de la organizadora del Festival Internacional de Poesía de Salta, recientemente realizado. En la presentación, la investigadora Zulma Palermo dialogará con el escritor, la música se hará presente con Patricia Couto y Mario Salim.
El Tribuno se contactó con el novelista nacido en Buenos Aires y afincado en la provincia desde fines de los 70, cuando llegó como maestro.
Sorprende un título en otro idioma.
Es una línea que inicié con mi novela anterior, "Kelloticar". Una línea de novela policial ambientada en nuestros lugares más alejados. Los nombres en otra lengua refieren a un lugar determinado. Puede haber algún lugar que se llame así, pero lo que busco sostener es la identidad de un pueblo a través de la lengua. En el caso de la primera, "Kelloticar/ El campo de flores amarillas", hay una localidad en los valles altos o en la zona de la Puna con ese nombre, pero no me refiero exactamente a ella, sí tomé el nombre porque me pareció atractivo y tenía que ver con esta identidad de las flores que surgen en una determinada época del año y se vuelven a apagar... las kelloticas.
El protagonista en ambas es el sargento Guanuco.
Sí, un policía de la provincia de origen colla, que va resolviendo situaciones no al estilo científico de Sherlock Holmes, digamos; o con el espíritu de los anglosajones, con la ciencia aplicada a la resolución de crímenes. En este caso, él aplica más su formación ancestral o su quehacer cotidiano, se basa en la cotidianeidad. Y le da resultado, sobre todo en esos ámbitos tan alejados donde hay una ausencia total del método científico por recursos, jamás envían a nadie ni jamás la investigación llega a esos lugares. La cuestión es mostrar esos escenarios tan nuestros y que inclusive nosotros desconocemos. Muchos no conocen esos lugares... y los policiales, por lo general, son muy urbanos, en este caso, la idea es mostrar esos paisajes, algunos desolados, otros simplemente alejados de las grandes ciudades, donde los recursos son pocos, donde las complejidades son muchas y donde se dan también situaciones críticas. Esta nueva novela retoma la saga del sargento Guanuco, y al sargento lo trasladan al Chaco salteño...
¿"Siwok wet" es wichí?
Sí, "la casa del pájaro carpintero". Y los hechos transcurren en una comunidad del Pilcomayo que así se llama. No es que exista, pero podría existir. Muchas veces cambiamos los nombres, pero las situaciones son basadas en la realidad más cruda, ¿no?... Cómo él trasladado a ese lugar tiene que resolver una situación crítica, compleja. Y se van dando situaciones que muestran también una realidad. Porque los policiales son una oportunidad de mostrar, a través de una ficción, cosas muy concretas...
Y los policiales, por lo general, son muy urbanos, en este caso, la idea es mostrar esos paisajes, algunos desolados, otros simplemente alejados de las grandes ciudades, donde los recursos son pocos, donde las complejidades son muchas".
Y en escenarios de la Puna y el Chaco, con la diversidad que eso supone... ¿Cómo llegaste al Chaco?
Cuando llego de maestro a Salta, me depositan en el Chaco, año 79, plena dictadura, y no nos designaban en ningún lugar, pasaba el tiempo y llegaba nuestro turno en el cuadro abierto y no nos designaban... Hasta que casi como un descarte, nos dicen: "Está esta escuela, allá en Alto la Sierra, si les gusta bien y si no, no vayan". Y con Patricia dijimos que sí, vamos. Y eso que parecía un castigo terminó siendo descubrir un escenario y un vínculo con toda la zona chaqueña muy revelador. Es como si uno naciera varias veces, ¿no? Me pusieron en un lugar que yo desconocía absolutamente, me parecía casi inconcebible y, bueno, a partir de ese momento tuve un vínculo muy fuerte con todo eso, después con la obra de Laureano (Segovia), con mi trabajo en las comunidades, y ese vínculo se ve reflejado ahora en esta novela también.
"Tewok", el documental que hiciste con Ricardo Bima, da cuenta del trabajo de ese hombre enorme que mencionaste, Laureano Segovia. Y con el título de tu novela… muchos van a preguntarse ¿qué idioma es?
Hay una ignorancia tremenda sobre las lenguas que se hablan en Salta… Esa es una realidad, y lenguas de uso común y diario. Muy vivas. Y ese es un don que tenemos, de poder contar con más de nueve lenguas distintas en nuestra sociedad, y que se mantienen vivas y hay que seguir apostando a que esa diversidad lingüística y cultural siga existiendo, porque la verdadera riqueza que tenemos es ese patrimonio...
¿Cómo se hace para editar en este tiempo?
Yo me preguntaba lo mismo (risas). ¿Cómo hacemos para apostar a esto en un momento en que el papel cuesta un disparate, que las cintas son inalcanzables? Por suerte, el hecho de existir la primera novela abrió un escenario para mí valioso, pude vender muchos de esos libros. Y eso generó un lector que acompañó a esa edición, como a ningún otro de mis libros anteriores. De hecho, hace dos años uno de los libros salteños más vendidos en la Feria del Libro en Buenos Aires fue esa primera novela. Y acá tuve un muy buen acompañamiento también, siempre dentro de lo que es nuestro escenario de venta, que no es el mejor. Trabajé con El Demiurgo, de Rolando Vargas. Y él se puso a la altura de los acontecimientos... Si la gente no accede a publicar tampoco él puede mostrar que existe la editorial. Entonces, por un lado, me facilitó El Demiurgo financiar mi propia edición y, por otro lado, tuve una muy buena respuesta con la venta anticipada. Cuando no funciona la fuente de financiamiento y cuando el Estado comienza a ser ausente, como vemos en esta etapa del Gobierno nacional que nos toca... bueno, el recurso que queda es la solidaridad, y fue eso.
Es una redundancia, pero lo colectivo suma...
Estuve semanas pasadas en Santiago del Estero con escritores de las provincias del norte. Y una de las cuestiones que planteábamos era la necesidad de reunir esfuerzos, de asociarnos, de vincularnos para poder tener la edición de nuestros propios libros. Y no solo la edición, sino la distribución, que es el nudo más gordo. Cómo recuperamos, cómo podemos seguir, que eso no se quede en la edición de un libro que después llegue a un punto en que las ventas se agoten o que no haya posibilidad de juntar más. No. Tenemos que sumar recursos de las distintas provincias del norte y configurar un sello editor que sea representativo y que sea de los escritores.
Y más pensándolo en términos de región, conocemos más escritores del centro del país que escritores vecinos.
Exactamente. Y muchos han estudiado junto a gente que escribe, nuestros escritores, o se conocen. Y nos estamos vinculando. Nosotros formamos parte de Norte Entero. Un encuentro que hace un par de años nos instó el Teuco Castilla a que nosotros sigamos esa línea. Y bueno, Norte Entero se está ampliando. Resulta que hay gente que quiere entrar de Mendoza, de Córdoba, y eso ayuda a pensar que esto de una edición de las provincias manejadas por los propios escritores pueda ser una salida económica también. Debemos tener así una inserción. Escribimos, pero necesitamos vivir. ¿De qué sirve guardar los libros muy lindos que podemos ganar en un concurso si no nos animamos a venderlos? Y necesitamos salir. Y con una organización que tenga presencia, que participe en los festivales, en las ferias del libro regionales... Podemos llevar la obra de todos, podemos achicar los gastos. Y en lo colectivo, inclusive pensando si nuestro aporte puede ser económico para formar esa sacha cooperativa, por llamarla de algún modo. Pero sí, el capital son los libros de los cuales disponemos, y debemos mostrarlos.
Escribís un policial situado en el Chaco y con un nombre en wichí... y ya estás comunicando mucho. ¿Por qué escribís? ¿Pensás en el lector?
Hay varias cosas... Yo soy antes que escritor maestro, para empezar. Primero uno es lector, seguramente. Empieza uno a leer y se apasiona con lo que lee. Y de golpe dice "bueno, yo también quiero decir, quiero comunicar algo. Necesito decir cosas mías". Y, a su vez, pensás que eso termina, que el círculo se cierra cuando llega a otras personas. No se concibe un escritor solo para satisfacerse a sí mismo. Sería un onanismo literario. Y no lo critico. Hay quienes escriben para sí, porque necesitan hacerlo. Pero yo creo que escribimos para transmitir cosas, para comunicar, para ver cuál es la empatía o el rechazo que recibimos de parte de los otros también. En este caso, los lectores. No me refiero a la crítica, me refiero a los lectores. Cuando fue el Festival Internacional de Poesía, vino Felipe Oteriño, un poeta muy reconocido, y nos decía algo. En la escritura en general, y en la poesía en particular, se produce una suerte de epifanía, dentro de uno y también cuando en el otro genera algo. Cuando otro lo lee y de golpe siente que le está moviendo las tripas, como nos ha pasado a nosotros como lectores también. Hay cosas que leímos y nos conmovieron profundamente. Y por eso escribimos. Yo creo que por eso escribimos, por generar eso, por producir eso y por sentir nosotros mismos eso. Y creo que no es que uno de golpe dice basta, y se acabó. No, seguramente uno puede seguir escribiendo o puede un día dejar de hacerlo, pero se ha transformado, por lo menos en lo particular, en una necesidad vital de dedicarle un tiempo. A veces los laburos no te dejan, o te van marcando un ritmo. Fundamentalmente uno necesita laburar, pero escribir es parte de mantener la cabeza limpia y el corazón contento, ¿no?
Hay cosas que leímos y nos conmovieron profundamente. Y por eso escribimos".
¿Cómo será la presentación?
Este encuentro es un festejo. Yo me reúno seguido con la Zulma (Palermo) a tomar un cafecito y a hablar. Es una persona que con su experiencia marca líneas de avanzada, un pensamiento que reconoce la fuerza de lo colonial en nuestra cultura y la necesidad de recuperar la voz propia, y más en el avance del mercado y en estos momentos tan difíciles, cuando parece que todo tiene un precio. Entonces, queremos que no sea solo la presentación de un libro, que sea hablar de la realidad, hablar del momento, hablar de la escritura, lo que para nosotros representa. Y me parece que es una buena oportunidad. Y Mario Salim me acompañó a Jujuy en la presentación de la primera novela, hace dos años, y armamos una banda junto con Rolando, con la Fernanda Agüero, varios que fuimos en grupo. Y ahora quería que sea parte también de esto. Cuando uno convoca a la gente que quiere y que aprecia, las cosas se dan de una manera muy cómoda, muy placentera. Y es tomarse un vinito con ellos, con los lectores y con la gente que viene acompañando este proceso, y decir estamos juntos, la cultura no la van a hacer bosta, aunque le pasen la motosierra. La cultura se va a reproducir y la vamos a defender... la cultura y nuestros recursos naturales y nuestras posiciones políticas. Y esto es una posición política también. El arte, encararlo de esta manera. Hay una identidad, hay que decirlo, hay que hablar de la realidad para mostrarla. Uno puede aprovechar la poesía, puede aprovechar la novela, puede hablar de sí y puede hablar de lo que nos rodea, mostrando esa realidad...