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Este domingo, a partir de las 20, Alejandro Dallacaminá presenta "El golpe", su primera novela, será en el Museo del Instrumento, Vicente López 359. La escritora Violeta Paputsakis dialogará con el narrador salteño, y también habrá música con Emi García Caffarena y Agustina Vidal.
Una escritura disruptiva, una historia plena de giros, con el Griego y Cornelio, personajes muy salteños, embarcados en un golpe, el golpe, y toda una historia por detrás que se va iluminando conforme avanza la lectura. Eso depara este libro que se lee con placer. "Seres y mundos marginales enfrentan una sociedad venal e hipócrita, encendidos por un sueño increíble", escribió Leopoldo "Teuco" Castilla sobre la novela de Alejandro. "Uno se apasiona con la literatura y termina hablando de estructura y de cosas que, por ahí, no sé si son tan interesantes", dice el escritor en algún momento de la charla con El Tribuno. Y no, es decir sí. Siempre va a ser interesante descubrir a partir de la palabra de los creadores algunos de los sortilegios que logran investir de vida historias deslumbrantes.
Tu primer libro es del 2004, y hubo un paréntesis hasta ahora, ¿por qué?
Hay muchos motivos, pero principalmente porque quizás publiqué muy joven. Gané un premio cuando era muy joven, en ese libro tenía 20 años. Y hay cuentos que ya había escrito a los 16, 17, 18. Y después leí ese libro con un ojo muy crítico. Y creo que conseguí esa publicación muy temprano, tal vez. Entonces fui muy crítico conmigo mismo y me tomé un tiempo, y a su vez quería mejorar, quería aprender más, descubría demasiados errores. Y, además, al ser una novela, uno tiene esa ambición de contarlo todo, y eso lleva tiempo, armar estructuras, dedicarle el tiempo necesario. Encontrar el tiempo en la vida cotidiana también para poder hacer el libro que uno piensa. Seguramente, después, cuando pase el tiempo, lo critique a "El golpe" igual que al anterior, pero bueno, ahora lo tengo próximo...
"El golpe" plantea una historia de cariz policial que rebasa varios límites, incluso el del género, sucede en Buenos Aires y en Salta, y hay distintos tiempos...
La novela la escribí a raíz de un trabajo que hice en un máster de escritura, y si bien yo tenía una idea, quería contar un policial, tenía un clima, un ambiente, un tono por donde quería transitar, lo que me dio la novela verdaderamente es la estructura. Tener una estructura me ayudó a desempolvarla e ir narrándola. Y en eso también he buscado cosas que me diviertan a mí, y que creo que también al lector le pueden llegar a divertir. Que no te canse escuchar todo el tiempo la voz de un personaje, sino que tengas diversidad; entonces tenés muchos personajes que te hablan, y que hablan distinto, que te confunden, que no terminás de saber bien qué pasa, que te escatiman información, y también hay otros narradores que son más llanos, que te cuentan el pasado, que te muestran una Salta de los años 90, que yo viví, y que es fácil de identificar para gente de mi generación. Y me gustaba ese juego de narrar distintos momentos y transitar ciudades y lugares que conozco, y creo que ahí hago pie con comodidad para narrar. Si bien conozco las ciudades, no conozco los mundos marginales que narra la novela. Es todo una recreación, la novela es un gran artificio que intento que funcione.
Es todo una recreación, la novela es un gran artificio que intento que funcione".
Hay muchos registros distintos, dos sorprenden. Uno caótico, el que hablan el Griego y Cornelio en Buenos Aires, y el que cuenta la infancia en Salta en una historia bastante dura...
Sí, es bastante pesada. Dos criminales que se conocen cuando son chicos, en la calle, jugando, y se van haciendo. En un momento lo dicen, la marginalidad los va empujando y se van volviendo profesionales del rubro. Sin embargo, yo no diría que es una novela policial netamente, está narrada en un tono grotesco, gracioso y no pretende ser sangrienta y tan dura, a pesar de que narra cosas duras. Sí, creo que se apoya mucho en ese juego entre distintos narradores. Por ejemplo, hay tres cenas, tres capítulos distintos, la anteúltima, la penúltima y hasta llegar a la última cena, y que están narrados desde la oralidad, como es un asado en Argentina, en cualquier familia, con cualquier grupo de amigos, que todo el mundo habla a la vez y son caóticos. Quizás esos son los capítulos que menos se entienden, pero tenemos el ejercicio de estar en ese tipo de reuniones donde todo el mundo habla a la vez. Yo quería eso, una proximidad y que logremos identificarnos incluso en el caos.
Y lo bíblico dentro de la misma estructura, las cenas, este Cristo que habla desde la cruz, el robo en el Vaticano...
El robo al Vaticano es un objetivo demasiado grande para ellos. Entonces, tenían que plantearse algunos nexos, y entre esos contactos va apareciendo gente cada vez más cercana al Vaticano. El hecho casual de que haya un papa argentino justo ahora y el narrador ese que es Cristo que te va contando, que los ve desde la cruz, y que en realidad termina siendo el Cristo local de una iglesia a la que ellos van. No es Dios en sí, sino es ese Cristo puntualmente y que también los ve como a dos pelafustanes, hablando del golpe y ve que no van a llegar a mucho. Era bajarlo un poco a tierra y que termine siendo un narrador más, porque en el fondo toda la novela es como una crítica a la religión. Por eso también están parafraseados los títulos. Hay un Génesis, hay un Éxodo, están los Hechos como los Hechos de los apóstoles, solo que son los hechos de Cornelio y del Griego, los de esta banda que no tiene nombre, y que narran su presente, los episodios que van hacia ese golpe. Y después los Génesis narran cómo se constituyen ellos como personajes.
Yo quería eso, una proximidad y que logremos identificarnos incluso en el caos".
Lo grotesco, la violencia, la forma de la novela, ¿te considerás un escritor salteño?
No sé si me considero escritor todavía, no sé (risas). Sí salteño, sí, me considero más salteño que escritor. De hecho, por más que los delincuentes estos son de Salta, y después su ambición los lleva a que sus delitos se vuelvan nacionales, y después se vuelvan internacionales. Si hay algo que son, son salteños. Son muy salteños en su modo de hablar y todo, y cuestiones que uno lleva, que para mí es muy importante, esa oralidad. Yo tengo que sentir verosimilitud en los diálogos, cómo se hablan entre ellos, que no sea acartonado, que no sea de una manera irreal, que se vea reflejado lo mejor posible cómo hablamos de verdad. Incluso en el pasado, ¿viste? Cómo hablabas cuando eras chango, y cómo te insultabas cada dos palabras, de una manera cariñosa… una forma de tratarse.
La pregunta viene porque en términos de la narrativa local, te escapás de temas y formas habituales...
Creo que es generacional, mi generación ya escribe otros temas y otra Salta, y que también la narrativa de mi generación busca otros lectores, trascender hacia otros lados. Pero sí te puedo decir que está hecho adrede también, busco que sea universal de alguna forma, aún con el riesgo de que ellos hablan tan salteño y con tantas palabras y cosas que haya gente que no lo entienda directamente. Y de no muy lejos, gente en Córdoba, en Rosario, que por ahí no entiende algunas palabras muy nuestras.
"Yo tengo que sentir verosimilitud en los diálogos, cómo se hablan entre ellos, que no sea acartonado, que no sea de una manera irreal".
¿Estás escribiendo?
Estoy escribiendo otra novela desde hace un tiempo, se llama "Hoy función" y cuenta en 12 capítulos un año del director del Teatro Provincial. Es ficción pero aparecen muchos artistas y momentos reales...
Te conozco como Miguel y firmás como Alejandro...
Sí. El primer libro también lo firmé como Alejandro. Y siempre que escribí ficción, literatura, firmé así. En principio fue un juego como para distinguirme y te diría que un poco de pudor también, como para despegarme del otro personaje que soy día a día en mi trabajo, en mi familia, ese es Miguel, el que conocen todos. Y Alejandro se anima un poco más y escribe cosas como estas…
Mi generación ya escribe otros temas y otra Salta...".
Radiografía de una época
"Seres y mundos marginales enfrentan una sociedad venal e hipócrita, encendidos por un sueño increíble en esta suerte de alegre y casi quijotesca radiografía de una época en nuestro país, a cuyos claroscuros el autor, lejos de caer en el facilismo panfletario, ilumina con golpes de humor y un conocimiento a fondo -y conmovido- de los mundos que relata", escribió Leopoldo "Teuco" Castilla sobre "El golpe", la primera novela del escritor salteño.
"Dallacaminá ingresa a la primera línea de la novelística actual en la Argentina", dice el poeta.
Alejandro nació en Orán en 1983. Estudió Comunicaciones Sociales, Letras y Gestión Cultural. Realizó el máster de escritura creativa de la UPF, en Barcelona. Antes, su libro de cuentos "Yoes y mentiras" ganó el primer premio del Concurso Literario Provincial y fue publicado en 2004.