Tras el fallecimiento del Papa Francisco a los 88 años, el Vaticano ha activado un renovado protocolo fúnebre para honrar su figura y garantizar una transición ordenada en el liderazgo de la Iglesia Católica. La normativa vigente fue actualizada por el propio pontífice en noviembre de 2024, con una nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el documento que regula el rito funerario de los papas.
Las modificaciones introducidas por Francisco apuntan a una ceremonia más sencilla, centrada en la fe y alejada de tradiciones vinculadas al poder terrenal. Uno de los cambios más simbólicos es la eliminación del antiguo ritual mediante el cual el camarlengo golpeaba tres veces la frente del Papa con un martillo de plata para confirmar su muerte. Ahora, ese paso se realiza de forma discreta en la capilla privada del Palacio Apostólico.
El cuerpo del pontífice será colocado en un ataúd de madera con interior de zinc, dejando atrás el histórico sistema de tres ataúdes (ciprés, plomo y roble). Tampoco habrá velatorio privado: el cuerpo será trasladado directamente a la Basílica de San Pedro, donde permanecerá expuesto al público en un féretro abierto y sin catafalco.
La misa exequial se celebrará en la Plaza de San Pedro y estará presidida por el decano del Colegio Cardenalicio. Durante la ceremonia se evitarán títulos de carácter político, como “jefe del Estado Vaticano”, priorizando definiciones como “Obispo de Roma” o “Pastor”. Al finalizar, el féretro será trasladado para su sepultura. A diferencia de sus predecesores, Francisco expresó en vida su voluntad de ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, una de las más queridas por él en Roma.
Concluido el funeral, comenzará el período de Sede Vacante, durante el cual el camarlengo asumirá la administración temporal del Vaticano. A continuación, se convocará al cónclave: la reunión de cardenales que elegirá al nuevo Papa mediante votación secreta en la Capilla Sixtina. La señal al mundo llegará, como siempre, desde la chimenea: humo blanco si hay elección; humo gris si no se alcanza el consenso necesario de dos tercios.
El nuevo pontífice será anunciado con el tradicional “Habemus Papam” desde el balcón central de la Basílica de San Pedro y comenzará su papado recibiendo tres símbolos: la sotana blanca, la férula papal y el anillo del pescador. Este último, grabado con su nombre, es único y representa su misión como “pescador de hombres”, tal como lo describe la tradición bíblica.
Tras la confirmación del fallecimiento, el anillo del pescador del Papa Francisco será destruido como señal del fin de su pontificado, tal como indica la tradición, aunque el Vaticano no ha confirmado aún si este rito se realizará en forma pública.
La Iglesia entra ahora en un tiempo de reflexión y transición. El legado de Francisco, con su apuesta por una Iglesia cercana a los pobres, más simple y transparente, será puesto a prueba por quien ocupe el trono de Pedro en este nuevo capítulo de la historia católica.