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Un alud de barro sorprendió en plena madrugada del miércoles a la escuela albergue del paraje Pascha, en la precordillera salteña, más allá de la Quebrada del Toro en el departamento Rosario de Lerma. Las intensas lluvias que cayeron en las altas cumbres provocaron el desprendimiento de sedimentos desde una de las laderas del cerro Pacha, que avanzaron lentamente durante horas hasta ingresar al predio escolar.
El episodio ocurrió cerca de la 1 de la mañana, cuando una masa de agua, barro y material fino descendió por el camino de acceso al paraje, ubicado a más de 3.000 metros de altura, y terminó bloqueando una de las puertas principales de la escuela. El lodo se acumuló hasta 20 centímetros en el frente y alcanzó un metro de altura en los laterales, según confirmó Martín Padilla, responsable de Defensa Civil de Campo Quijano.
En el establecimiento se encontraban los 16 alumnos que asisten a clases en esta institución de jornada completa con albergue. Once de ellos pernoctan allí de lunes a viernes porque viven a 4 y 6 horas de distancia. Afortunadamente, ninguno resultó herido, aunque parte del barro ingresó a algunas dependencias del interior del edificio.
El edificio escolar es nuevo, y con fallas estructurales evidentes. La situación volvió a dejar en evidencia los problemas que arrastra el edificio escolar, construido en 2015, pero nunca inaugurado formalmente. A pesar de ser una obra reciente, presenta grietas y fisuras en la losa del techo, lo que provoca filtraciones constantes en días de lluvia.
“La losa es muy fina, y a esta altura y con estas condiciones climáticas no resiste. Cada invierno se agranda más y por ahí ingresa el agua”, explicaron desde la institución en comunicación con El Tribuno. El diseño tampoco tuvo en cuenta las condiciones geográficas: la escuela está ubicada en una hondonada, justo donde desemboca el camino de acceso al paraje. Esto hace que, ante cualquier lluvia fuerte, el escurrimiento natural de la montaña se dirija directamente hacia la entrada del edificio.
Docentes y directivos reconocieron que cada temporada construyen una pequeña defensa en la puerta principal para desviar el lodo, pero en esta oportunidad no habían alcanzado a levantarla antes de la tormenta. El caso de Pascha no es aislado. Se repite el mismo patrón de otras escuelas rurales construidas por estas alturas. Son edificios modernos, “bonitos”, pero no adaptados al clima extremo de la precordillera.
A 3.000 metros de altura, las losas se quiebran con los primeros fríos, el agua se filtra con facilidad, y los accesos, mal diseñados, funcionan como canaletas que direccionan el barro hacia el edificio.
Sobre la tormenta que provocó la bajada de estos conocidos “volcanes”, Padilla destacó que el fenómeno fue “lento pero sostenido”, propio de las lluvias intensas en esta época. La escuela también se quedó sin agua potable debido al enturbiamiento del sistema de abastecimiento. Los alumnos continúan con sus actividades y este viernes 12 será el último día de clases, mientras que el acto de cierre del ciclo lectivo está previsto para el martes 16.
El municipio de Campo Quijano envió una comitiva para analizar la situación y pedir las soluciones a Infraestructura de la Provincia para componer los techos y el abastecimiento del agua de la escuela de Pascha.