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14 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
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Campo Santo: el descanso peregrino en Cobos

Miles de fieles de toda la provincia llegan a la casa de la familia Vidaurre.
Domingo, 14 de septiembre de 2025 00:41
La familia Vidaurre y otros vecinos de Cobos, en plena tarea para atender a los peregrinos. Agencia
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Como en cada fiesta del Milagro, situación que se viene repitiendo desde hace más de 30 años, miles de peregrinos provenientes de algunas de las ciudades más alejadas de la provincia, hicieron su arribo a la localidad de Cobos, en una cantidad estimada en 10.000, para realizar un último descanso antes de emprender el trayecto final hacia la capital salteña, en busca de un reencuentro con el Señor y la Virgen del Milagro.

La pequeña localidad camposanteña, entre el jueves 11 y el viernes 12 de septiembre, se vio colmada de peregrinos, quienes levantaron sus pequeñas carpas en el patio de tierra de la familia Vidaurre, ocupando, además, varios espacios vacíos en el interior del pueblo. Cobos cuenta con una población que no supera los 1000 habitantes, su acceso está ubicado sobre ruta nacional 9, y es un poblado lleno de historia relacionada con la época colonial, contando entre sus joyas con un fuerte que fue construido para proteger a los pocos habitantes de una incipiente ciudad fundada por Hernando de Lerma, de cruentos ataques en malones, perpetrados por pueblos originarios que defendían sus territorios.

Ubicado en un lugar estratégico, Cobos recibe a peregrinos que llegan tanto desde el sur como del norte de la provincia. La familia Vidaurre, cuya humilde vivienda ocupa el primer terreno del poblado, los recibe año tras año con comida, bebidas, puestos para una atención médica, una ducha y el espacio para un reparador descanso. "Ya no sabemos cuántos son los peregrinos que llegan. La Policía nos dice que más de 10.000, y debe ser porque es mucha la gente que atendemos en solo dos días", manifestó Victoria Ramos, esposa de Eusebio Vidaurre, una generosa familia de artesanos luthier, mientras amasa el pan que compartirá con los peregrinos.

Durante los primeros años, fue un pequeño grupo el que fue invitado a realizar una parada para reponer fuerzas. Ese número fue creciendo con los años de una manera poco imaginable. "Nuestra casa quedó chica y nos costaba hacer comidas para tantos, pero por suerte se fueron sumando los vecinos, las municipalidades, aportando, no solo con la mano de obra para alivianar el trabajo, sino también los productos para realizar los alimentos" explicó Victoria, quién a sus 82 años sigue poniéndose al frente de esta gigantesca obra de caridad.

Los días previos al arribo de los primeros peregrinos, comienzan a llegar las donaciones: harinas, huevos, verduras, arroz, pollos, los que son transformados en un plato de tallarines, empanadas, pizzetas, pan casero o sopa. "Tengo familias que llegan de otras provincias para colaborar, ellos no peregrinan, pero rinden homenaje al Señor y la Virgen del Milagro sirviendo a quienes lo hacen. Su ayuda es invaluable, son tres días de intenso trabajo. Me acuesto entre la una y las dos de la madrugada, muy cansada, pero igual me levanto a las 4:30 para preparar el desayuno, cuando el último peregrino regresa al camino, recién damos por concluida nuestra tarea" dijo Victoria.

Para el peregrino, llegar a Cobos es como haber cumplido con la meta, porque solo se encuentran a 40 km de las sagradas imágenes.

Luego de semanas de caminar con la fe de llegar a la Catedral, ingresar a lo que será la última parada, despierta una alegría que se manifiesta en cánticos de alabanzas a los Santos Patronos. Ya no importan los pies ampollados, el dolor muscular ni las heridas cosechadas en el camino; cuando llegan a este bendecido lugar de Campo Santo, las fuerzas se renuevan y las lágrimas mojan las mejillas.

Para la atención a los peregrinos, además de la elaboración de alimentos, instituciones como el hospital Joaquín Castellano dispone de carpas con médicos y enfermeros, personal de Policía de la Provincia y de Seguridad Vial acompañan a los peregrinos para evitar accidentes, también prestan colaboración grupos de masajistas, estudiantes de enfermería y vecinos del lugar. Por un par de días, Cobos deja de ser un pueblo para transformarse en una bulliciosa ciudad.

 

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