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7 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
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Último tramo electoral, con un clima que impone un giro a Milei

Los comicios de hoy perfilan un escenario sobre el 26 de octubre. La frágil economía y la debilidad en el Congreso desafían al Presidente.
Domingo, 07 de septiembre de 2025 00:54
Axel Kicillof y Javier Milei no son candidatos, pero en los comicios bonaerenses de hoy ponen en juego sus proyectos políticos y de gobierno.
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Las elecciones legislativas bonaerenses serían poco relevantes para el resto del país si no se hubiera convertido este año en el primer capítulo de la "madre de todas las batallas". Formalmente, allá solo se eligen legisladores y concejales, pero están habilitados 14.300.000 bonaerenses, un tercio del padrón nacional. Es decir, es una provincia decisiva para lo que vaya a ocurrir el 26 de octubre a nivel nacional, cuando se renueve el Congreso. De ese modo, en medio de la tormenta política que vive el país, y con encuestas que pronostican una paridad llamativa, el gobierno de Javier Milei se encontrará esta noche con un diagnóstico acerca de las condiciones de gobernabilidad que le esperan en la segunda mitad de su mandato.

Milei no es candidato, pero La Libertad Avanza se juega gran parte de su futuro hoy, en un territorio que el kirchnerismo considera propio, y sin duda, el más complicado para el oficialismo. De hecho, las listas libertarias están pobladas de figuras casi desconocidas.

Buenos Aires define más que legisladores: es la pulseada que anticipa la gobernabilidad de Milei y la proyección presidencial de Kicillof.

Enfrente, y sin ser candidato, el gobernador Axel Kicillof se juega mucho más que el control del poder legislativo. Al haber anticipado las elecciones comarcanas de las nacionales, una victoria nítida lo posicionaría frente a Cristina Kirchner, a Máximo, a La Cámpora y, sobre todo, frente a los gobernadores que ya transitan por el camino intermedio entre mileísmo y kirchnerismo. Kicillof se considera el único sobreviviente del naufragio kirchnerista en condiciones de aspirar a la presidencia de la Nación en 2027.

Milei y Kicillof, dos graduados en economía que no disputan sobre Keynes, Gramsci o los austríacos, sino pelean por el poder.

Un poder que se definirá dentro de dos años, en un país que no tienen ninguna certeza de lo que ocurrirá en ese lapso.

Cómo llegan

Entre tanto, Milei y Kicillof no ahorran los agravios de grueso calibre para calificarse uno al otro.

El gobernador bonaerense ha logrado eludir con elegancia todo el clima de corrupción que rodea a quienes fueron parte de la gestión de Cristina Kirchner incluidos dos escándalos que siguen vigentes. Uno, su participación en la estatización de YPF, que derivó en una enorme erogación en beneficio de REPSOL y en el juicio internacional iniciado por el ex socio de los Kirchner, la familia Eskenazi, propietaria del grupo Petersen, a quien le cedieron gratuitamente la cuarta parte de la petrolera.

Kicillof elude las sombras de YPF y el fentanilo, mientras Milei enfrenta violencia en actos, internas libertarias y varios reveses en el Congreso.

El otro, el caso de fentanilo contaminado que estalló en La Plata y causó 96 muertes. Las ampollas eran producidas y distribuidas por el laboratorio de Ariel García Furfaro, un hombre sin conocimientos farmacológicos, expresidiario y muy cercano a La Cámpora. Tanto, que formó parte en 2020 de la comitiva que viajó a Moscú para el fracasado negociado con Vladimir Putin por las vacunas contra el Covid.

Pero en este caso, ambos tienen que rendir cuentas: la Anmat falló en los anteriores gobiernos y en el actual. García Furfaro nunca debió manejar una droga tan peligrosa, tan apetecible para el narcotráfico y destinada a personas con afecciones graves.

Milei en su peor momento

Lo que está en juego en la Argentina no es solo quién gana una elección, sino cómo se gobierna en tiempos de crisis, cómo se preserva la institucionalidad y qué valores se defienden frente al deterioro del debate público.

Milei encabezó un acto en Moreno que terminó envuelto en violencia. No es la primera vez que la política se ve cruzada por agresiones, pero sí es preocupante que desde el oficialismo se alimente una narrativa de confrontación permanente. La democracia exige firmeza, pero también templanza. Y lo que vimos esta semana fue lo contrario.

La interna libertaria se agudiza. Santiago Caputo, estratega presidencial, parece cada vez más distanciado de Karina Milei y de los Menem, quienes insisten en una línea dura que ya mostró sus límites en las elecciones de Corrientes. La política no se construye solo con fidelidades personales, sino con resultados y consensos. Y eso es lo que falta.

Audios de Spagnuolo, choques internos y teorías conspirativas empañan al oficialismo. La disputa bonaerense es un termómetro de poder.

El Senado, por su parte, rechazó el veto presidencial a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Fue una derrota institucional para el Ejecutivo, pero también una señal de que hay temas que deben estar por encima de las disputas partidarias.

Y como si esto fuera poco, los audios del exfuncionario Diego Spagnuolo revelaron presuntas maniobras de corrupción en la Agencia Nacional de Discapacidad, con nombres que tocan el corazón del gobierno.

Javier Milei y su gabinete embarraron cada vez más la cancha, al no dar respuestas claras sobre los dichos de Spagnuolo, desarrollar teorías conspirativas y destituyentes atribuidas al kirchnerismo e, incluso, al recurrir a un juez a un paso de la destitución que emitió un amparo para imponer la censura previa en supuestas grabaciones que comprometerían a Karina Milei. Hicieron todo lo posible para que todo el mundo sospeche que es mucho más lo que se esconde que lo que se sabe.

Una encrucijada política que tiene salida

Las internas del oficialismo y la principal oposición son una encrucijada para el país. Gane quien gane hoy, Javir Milei está obligado a pensar cuál va a ser su estrategia, especialmente, a parir de diciembre, cuando se configure el nuevo Congreso.

Y debería pensar seriamente en un cambio de rumbo y de actitud.

Las Fuerzas del Cielo son una metáfora graciosa, pero reñida con lo aconsejable a quienes toman grandes decisiones. Las señales de la economía, a través del dólar, el mercado, las reservas y el riesgo país deberían demostrarle que la mano invisible del mercado funciona cuando funciona un Estado sólido y coherente.

Más allá del valor académico que puedan aquilatar los maestros austríacos Ludwig von Mises, Friedrich Hayek y Murray Rothbard, sería recomendable para el presidente (y para el país) una lectura de Nicolás Maquiavelo.

Porque si algo hace falta en estas turbulencias, es la prudencia, uno de los conceptos clave en El Príncipe.

¿Qué aconsejaría Maquiavelo?

Capacidad de adaptación: no aferrarse a una sola forma de actuar, saber cuándo usar la fuerza y la astucia.

La prudencia también implica saber elegir bien a los colaboradores, uno de los flancos más débiles del presidente.

Y, especialmente, realismo político: dejar de lado ideales utópicos y optar por la eficacia y la conservación del poder.

La Argentina necesita menos gritos y más acuerdos. Menos egos y más gestión. Menos escándalos y más soluciones.

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