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Crece la devoción a la ?maestra milagrosa?

Sabado, 22 de octubre de 2011 20:30
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En el medio de su tumba, que está enrejada, creció una mora, lo que dio origen a la devoción de los estudiantes de El Tala.
Dicen que después de que la tumba fuera enrejada no hubo nuevas apariciones de la docente por las calles del pueblo.

Desde hace más de 30 años, la devoción hacia Emilia Sepúlveda, una maestra que murió en 1922 asesinada por su esposo, va creciendo entre los estudiantes secundarios de El Tala y ya es conocida como la maestra milagrosa.

Alentados quizá por la leyenda, los estudiantes de El Tala recurren a ella cada vez que deben rendir un examen. Como señal de agradecimiento, muchos le dejan carpetas, cuadernos y demás objetos en su tumba, en el cementerio municipal.

Tal es la cantidad de elementos que depositan que el municipio debe retirarlos cada tanto para evitar que se acumulen y sean refugio de alimañas.

“Hoy la devoción hacia la maestra es muy grande. En su tumba se pueden ver carpetas, cuadernos, lápices, lapiceras, cartucheras y hasta las hojas de los exámenes de los chicos”, explicó a El Tribuno Miguel Angel Ramos, director de Prensa y Difusión de la Municipalidad de El Tala.

Ramos también está al frente de una FM local y es un apasionado por la historia de la maestra milagrosa y se encarga de realizar recopilaciones de datos. “Me enteré de la leyenda por una historiadora de la época, que ya murió, la señora Campanella. Se comenta que la maestra era una persona de rasgos muy finos y una excelente docente”, manifestó.

La historia

A principios del siglo XX, El Tala era una villa veraniega muy visitada por los tucumanos, quienes llegaban en tren los fines de semana.

Una de esas tantas personas fue Emilia Sepúlveda de Morales, hija de una familia hacendada y de origen chileno que se había afincado en Tucumán. En 1920 se fue a vivir a la localidad junto a su marido, un santiagueño que en los primeros meses se dedicó a las tareas de obraje y después vivió del trabajo de su esposa.

Emilia trabajó en la antigua escuela mixta, que funcionaba en la esquina de las calles San Martín y 25 de Mayo, y donde el próximo 19 de noviembre se inaugurará la flamante Casa de la Cultura local.

El 16 de julio de 1922 Emilia y su marido fueron a pasar un día de picnic en el río Tala. Cegado por los celos y en un arranque de ira, Morales la estranguló y la ahogó. Escondió el cuerpo de la joven docente y se apareció en el pueblo como si nada hubiera ocurrido y manifestó que su esposa se había ido de El Tala.

Lo que no alertó el homicida fue que dos obrajeros que estaban pescando observaron cuando mató a su esposa y alertaron a la policía. Los efectivos lo detuvieron y encontraron el cuerpo de Emilia cerca del río.

La devoción creció en el pueblo después de que varios testigos dijeran que habían visto a la docente deambular por las calles después de la medianoche. Informada de esto, la familia pidió ayuda a un parapsicólogo que recomendó enrejar la tumba. Las máximas autoridades del pueblo fueron testigos de la obra que sellaron con un candado. Con los años, en el medio de la tumba creció una mora, lo que llamó la atención de los pobladores y fue, quizá, el comienzo de esta gran devoción.

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