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Contextos distintos, pero todos al dólar

Jueves, 11 de octubre de 2012 07:09
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En su último discurso político, el lunes 1 de octubre, la presidenta Cristina Kirchner advirtió sobre una “jauja cambiaria” en la Argentina y justificó las restricciones a la compra de divisas para ahorro, en una línea discursiva que ya había iniciado la semana pasada cuando identificó a la economía local como la más volcada a dólares luego de los Estados Unidos.

De acuerdo a un informe del economista Rodrigo Castiñeira, de la consultora Econométrica, en distintos contextos y coyunturas económicas, los argentinos han optado por volcar sus ahorros a dólares. Así, "durante la convertibilidad el sector privado duplicó su ahorro en activos externos" pasando “de 50 a 100 mil millones entre 1991 y 2001”.

Dentro de poco, esos ahorros en dólares volverán a duplicarse: el stock de ahorro privado en activos externos pasó de 100 mil millones en 2001, a poco más de 191 mil millones a fin del 2011. La dinámica es distinta: durante los 90, la proporción de dólares como porcentaje del PBI siempre fue en ascenso, hasta llegar a un 38 por ciento. Durante los gobiernos kirchneristas, la tendencia de esa variable fue siempre a la baja, pero así y todo, por la enorme disparada registrada en 2001-2002 llega a un piso “más alto” que durante los 90: las divisas suman un 44 por ciento del PBI.

“Los guarismos advierten que en crisis, sin crisis, con crecimiento, en recesión, con gobiernos liberales o más heterodoxos, igualmente el sector privado destinó en promedio el 2.9% del PBI anual a la compra de dólares (y otros activos externos) las últimas dos décadas”, sostuvo Castiñeira.

El análisis del economista de la consultora que lidera Mario Brodersohn desagrega varios períodos durante el kirchnerismo. Así, “la recuperación económica con superávit fiscal y externo, sumado al exitoso canje de deuda pública, llevó a 2005 ser el único año en que el sector privado no incrementó su dolarización y prefirió invertir su ahorro en activos locales”.

De todos modos, evaluó que “cuando el cuadro macroeconómico se comenzó a debilitar, volvió la dolarización: al repunte de la inflación, con los años se sumó la pérdida del superávit fiscal, la pérdida del superávit externo, la reaparición del déficit energético, la pérdida del tipo de cambio competitivo y la pérdida de la tasa de crecimiento”. Según Castiñeira, “el deterioro macroeconómico llevó al sector privado a incrementar su ritmo de dolarización ante los mayores riesgos en la economía”.

De todos modos, aparece durante los gobiernos kirchneristas otro elemento clave: una mayor “capacidad de ahorro” en la economía en comparación con los años 90. “Este mayor ahorro permitió no sólo marcar nuevos récord en niveles de inversión respecto de los noventa, sino también incrementar el ritmo de dolarización”, evaluó el especialista.

Puntualizó que “en números, el ahorro (PBI menos consumo), pasó de 17,6% del PBI en la convertibilidad, a 27,7% en la post convertibilidad”. “Si el ahorro en la convertibilidad era del 17,6% del PBI y la dolarización del 1,9% del PBI, implica que el 10,8% del ahorro de la economía se destinaba a la compra de activos externos. En la post convertibilidad, el ahorro se elevó a 27,7% del PBI, lo que permitió marcar nuevos récord de inversión, pero también incrementó el ritmo de dolarización, que subió a 3,2% del PBI”, subrayó.

Cómo revertir esta apetencia por los dólares en un contexto de políticas públicas y de inserción en la economía global de la Argentina distinto al de la década del 90 es uno de los desafíos que ahora enfrenta la gestión de Cristina Kirchner. Por el momento, el Gobierno optó por la restricción a la compra de dólares para atesoramiento y un mayor nivel de fiscalización contra la “economía en negro”. Así, la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont habló de “ahorrar en moneda local, como sucede en todos los países en el mundo”.

La funcionaria argumentó que las restricciones a la compra de divisas se basan en que el Gobierno debía “parar la pulsión de los argentinos para irse al dólar”, una situación que le restaba “recursos al Estado”. Embarcado en esa dinámica, el Gobierno tendrá que administrar ahora las tensiones políticas y económicas y seguir pulseando contra la sostenida apetencia de los argentinos con capacidad de ahorro, desde grandes jugadores del mercado a sectores de las capas medias de la sociedad, por la moneda verde.

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