inicia sesión o regístrate.
¿Estamos viviendo una etapa terminal para los partidos políticos? Hay muchos que así lo piensan y también hay mucha evidencia que muestra que los partidos políticos, al menos en la Argentina, lucen muy desteñidos para una gran parte de la sociedad. Sin ir más lejos, la marcha del jueves 13 de Septiembre pasado, organizada por las redes sociales y que convocó a una amplia porción de la sociedad, sería una muestra de esta visión: después de todo, si los partidos políticos de oposición se expresaran orgánica y tajantemente en contra del desguazamiento de la República que se le reprocha al gobierno, probablemente esta marcha y otras similares, cuanto menos, no resultarían tan sorprendentes.
Desde la Economía, en las últimas décadas del siglo pasado surgió una interesante literatura que propone que los políticos no son personas benevolentes que están interesadas en mejorar las condiciones de vida de la sociedad, sino simples mortales que buscan un espacio para sus intereses, aproximadamente lo mismo que los empresarios y en general todos los agentes de la sociedad. Consecuentemente, cuando los políticos hacen sus famosas promesas y eventualmente las cumplen, no sería tanto por convicción sino porque de esa forma acceden o bien se mantienen en el poder. Este enfoque se suele denominar "oportunista". Sin embargo, también desde la Economía se propuso una hipótesis más de acuerdo con la visión tradicional de la política, en el sentido de que los partidos políticos tienen una posición "partisana", entendida ésta como un enfoque basado en ideales que se desea sostener. Éste sería el clásico enfoque de "centro-derecha" y "centro-
izquierda" que aproximadamente caracteriza a la casi totalidad de las grandes democracias del mundo. La evidencia empírica aportada con respecto a estas dos posiciones no es completamente concluyente, si bien parecería que tendencialmente el enfoque "partisano" sería predominante respecto al "oportunista", siempre hablando de las grandes democracias.
La situación argentina
¿Y en la Argentina? Claramente, el caso de nuestra Nación es bastante más complejo, aunque no es tan difícil encontrar grandes presidencias en la Argentina basadas en sólidas convicciones "partisanas", lo que, por supuesto, tampoco descarta algunas otras que han sido crudamente "oportunistas". Pero yendo al presente, en el gobierno actual puede apreciarse una, hábil a veces y otras no tanto, síntesis de "oportunismo" y "partisanismo", puesto que el gobierno se autodefine "progresista", aunque, estrictamente, su perfil ideológico se ajusta al populismo demagógico latinoamericano y no al ideario socialdemócrata de las grandes democracias que pone un contundente acento en la defensa de las libertades y la democracia.
¿Tienen futuro los partidos políticos? Churchill decía que la democracia es un sistema de gobierno claramente imperfecto y criticable, pero que no hay otro mejor, y sin duda ésta es una gran verdad. Podría decirse que las crisis de los partidos políticos se parecen a los tropiezos de la ciencia, que a veces tardan en resolverse porque las respuestas no siempre son sencillas, como se aprecia claramente en la Medicina. Sin embargo, es claro que la charlatanería y los ungentos mágicos no son la respuesta que la ciencia no puede circunstancialmente proporcionar, sino la profundización en los estudios hasta encontrar las soluciones correctas. Análogamente, las crisis de los partidos políticos no se resuelven con soluciones a través de estructuras corporativas o "soviets", sino con una profundización de los cometidos de los partidos, y por supuesto, el reclamo de la sociedad en este sentido es absolutamente válido y pertinente.
Por supuesto, la pregunta del millón es ¿quién le pone los cascabeles al gato?, esto es, ¿cómo se consigue que los políticos corrijan sus inconductas? Claramente, la propia sociedad, a partir de sus movilizaciones, y por otra parte, la prensa libre, señalando errores del gobierno y la oposición, pueden contribuir en esta dirección. Desde el núcleo de los partidos políticos, por su parte, debe imponerse un amplio debate y la revitalización de las líneas internas partidarias que impongan autocríticas y consigan conformar programas de gobierno para garantizar la alternancia que las democracias requieren para fortalecerse.
Por supuesto, en condiciones generales, todo esto puede parecer algo abstracto, pero afortunadamente, en la Argentina de hoy las consignas son muy simples: "Hay que salvar la República", y en esta epopeya no es tan difícil para cada partido político sincerarse si se comparte o no esta seria preocupación exteriorizada en forma categórica por miles de argentinos el 13 de Septiembre. Si se adhiere a esta cuestión de fondo, tampoco debe ser difícil encontrar coincidencias básicas entre los partidos que sinceramente están comprometidos con la democracia, con un único límite: la República y nuestra Constitución.