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Un país dividido, un espejo de la Argentina

Martes, 09 de octubre de 2012 12:01
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Hugo Chávez logró religitimarse con un inobjetable triunfo en Venezuela, aunque estas elecciones mostraron como nunca antes un país fracturado, del que debe tomar nota tanto el líder bolivariano como todo el abanico político argentino que vivió como propio este proceso electoral.

El festejo de Cristina Kirchner, quien asumió como propia la victoria, y la dedicatoria de Chávez a la Argentina, confirmaron que la política nacional no era un mero observador de lo que ocurría en Venezuela. Son países y sociedades distintas, pero para unos y otros significó el plebiscito de un modelo que tiene muchos puntos en común con el argentino.

Ahora, dos de los retos más importantes que tiene Chávez para sus próximos seis años de Gobierno también los afronta la presidenta argentina: la inseguridad y la fractura social que sobrevino a un modelo de conducción personalista.

La elección en Venezuela cayó en momentos en que la protesta contra la Casa Rosada se hizo sentir fuerte en medio de un clamor de sectores del kirchnerismo por una nueva reelección presidencial, bajo el argumento de que no hay otro mejor. En la otra vereda, algunos opositores alentaban el factor Capriles para golpear indirectamente al kirchnerismo y alentar a construcciones políticas más amplias.

Semejanzas

Si bien se definió de centroizquierda, el postulante de la oposición venezolana aglutinó principalmente a los partidos de centro y centro derecha del país. Incluso aquellos que gobernaron con escaso éxito antes de la aparición de Chávez con su triunfo electoral en 1998: el socialdemócrata Acción Democrática y el socialcristiano COPEI.

En la otra vereda, Chávez absorbió en su Partido Socialista Unido de Venezuela a la mayoría de las fuerzas de izquierda.

Juan Pablo Crespo, periodista venezolano del diario Panorama de Maracaibo, la segunda ciudad del país, estuvo de visita en la Argentina en la última semana disfrutando del mes de vacaciones que promovió Chávez para todos los trabajadores, pero penando por las restricciones para obtener dólares en su país.

Esa mixtura es una de las tantas síntesis que pueden hacerse del modelo chavista y de sus similitudes con el kirchnerismo.

Crespo le contó a este columnista que la fractura social entre partidarios del Gobierno y opositores se palpa en las calles y en las familias, tendencia que también crece en la Argentina entre kirchneristas y antikirchneristas.

En sus 14 años en el poder Chávez logró una drástica reducción de los índices de pobreza y de desigualdad. Pero las estadísticas muestran también un persistente problema de inflación, de inseguridad y un retroceso claro en los índices de transparencia gubernamental, lo que está ligado a la corrupción.

Según datos de la CEPAL, la pobreza, que en 1999 rondaba el 47% de la población cayó en 2010 al 27,8%, y la pobreza extrema pasó de 21,7 al 10,7%. Además, la ONU-Hábitat situó a Venezuela como el país de Latinoamérica con menor desigualdad.

Pese a esa mejora, se duplicaron las tasas de homicidios de 25 cada 100 mil habitantes en 1999 a al menos 50 en 2011 (aunque algunas ONG calcularon 67 sobre 100 mil), lo que interpela la ecuación menor pobreza-

más seguridad. Y la inflación fue la más alta de América latina, un 28,1% el año pasado.

Quizá el mayor encanto político de su revolución haya sido la opción latinoamericanista de sus relaciones exteriores. De hecho, pasó a comprarles a la Argentina y Brasil alimentos, bienes durables e insumos que antes proveía Estados Unidos, en intercambios con fuel oil y gas oil.

Promovió la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) con la participación Cuba, impulsó la Unasur, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe (CELAC), abandonó la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y se integró al Mercosur.

Ese modelo de construcción política regional seguirá, aunque Chávez ya no cuenta con el poder absoluto en casa.

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