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27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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La clase media, campo de disputas

Viernes, 16 de noviembre de 2012 20:17
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.La clase media quedó en la mira de Cristina Fernández tras la gigantesca movilización del 8-N, y podría convertirse en campo de disputa entre el kirchnerismo y la oposición, fuerzas que demuestran limitaciones para entender ambiciones, sueños y temores de ese sector social cargado de ambigedades que constituye el principal dinamizador de la economía.

Convencida de que el 7D será el principio del fin de su batalla cultural contra las supuestas “falsedades” que se publican en los medios, la jefa de Estado ya parece haber encontrado otro oponente, fiel a los consejos de su asesor estrella, el filósofo Ernesto Laclau, quien le calienta los oídos con su lógica de la confrontación permanente para crecer en la política.

La movilización del 8N dejó una fuerte huella en el kirchnerismo, que aún no entiende como un millón de “desagradecidos” salieron a las calles para marcar sus puntos de desacuerdo con políticas medulares, muchas de las cuales tienen raíz económica. Inseguridad, inflación, cercenamiento de libertades, cambios de reglas de juego, soberbia, intento de reelección y otras decenas de problemas surgieron de las bocas y los carteles de aquella noche de jueves en la que la gente se hizo escuchar.

Tras la impactante movilización de los sectores medios, una Cristina enojada le dijo a esos ciudadanos que su surgimiento fue posible gracias a la educación pública sostenida con el esfuerzo de todos los argentinos, como si eso les quitara el derecho a reclamar.

Para la jefa de Estado, la “poderosa” clase media es posible “gracias” al esfuerzo que realizan el resto de los argentinos, otro punto no necesariamente cierto, ya que si esa hipótesis fuese acertada todos los seres humanos evolucionarían de la misma manera y no habría espacio para que alguien se destacara por encima de los demás. La Presidenta también reclamó mayor “solidaridad” a ese sector difuso que ahora parece estar tratando de huir en masa de su radar político, como si reclamar por un derecho o una necesidad estaría reñido con ser solidario.

El razonamiento presidencial tiene aristas argumentales interesantes si se pensara al desarrollo social como la lucha de clases, una idea que la teoría política dio por superada hace 50 años pero que algunos funcionarios del cada vez más deslucido gabinete cristinista parecen querer reflotar.

La clase media.

La falla del razonamiento presidencial sobre la clase media radica en no contemplar que el principal esfuerzo de esos sectores para alcanzar sus logros lo pusieron justamente ellos, y que aspiran a seguir haciéndolo, si el Estado se los permite. La clase media es el principal ejemplo de la “movilidad social ascendente” que hizo grande a la Argentina, y faltarle el respeto a esa gesta parece un camino poco conveniente para quien se propone liderar a 40 millones de argentinos.

La clase media reinvidica también a los abuelos italianos y españoles que llegaron a mediados del siglo pasado a agachar el lomo y trabajar. La cultura del trabajo y el ahorro, no la del consumo facilista y subsidiado, es lo que sectores de la clase media actual que participan en las protestas reinvindican con orgullo. La idea del esfuerzo como motor del crecimiento individual es un concepto muy arraigado en los sectores medios, y si Cristina les repite que llegaron hasta allí gracias al sacrificio de los demás, tal vez termine perdiendo el respeto de un enorme capital político.

El primer gran esfuerzo para haber llegado donde está lo hace la propia clase media, que levanta temprano a sus hijos, los lleva a la escuela, les inculca que el esfuerzo vale la pena, paga los impuestos y se parte el lomo sin estar pendiente de cuánto podrá el Estado hacer por ellos.

La jefa de Estado -cuyo patrimonio supera los 70 millones de pesos- se reivindicó como integrante de esa clase -su padre fue colectivero de profesión-, por provenir de un hogar de gente trabajadora. Y es válido.

Pero no parece darle derecho a entonar discursos de corte clasista, en los cuales fustiga a los sectores medios y asegurar que trata de “vagos” a quienes reciben la Asignación Universal por Hijo. Ni tanto, ni tan poco.

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