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El crimen de Tomás Santillán se enmarca en un caso de "violencia de género"

Martes, 18 de diciembre de 2012 19:53
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El crimen de Tomás Santillán se enmarca en un caso de "violencia de género" porque la muerte el asesinato del niño de 9 años estuvo directamente direccionado a provocarle daño a su madre, "pegándole donde más le dolía".
Así lo estableció hoy el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Junín, al dictar la condena contra Adalberto Cuello, de 40 años.

La lectura del fallo demoró más de cuatro horas y terminó con la madre del niño descompensada y con una crisis de nervios, mientras sus allegados le gritaban "asesino" al condenado.

Cuello, de 40 años, permaneció las más de cuatro horas de audiencia con el ceño fruncido, cruzando y descruzando los brazos, tocándose el mentón y la nuca, y moviéndose en su silla, como si algo lo irritara, hasta que, al momento del veredicto, se apuró a que le pusieran las esposas y lo llevaran de vuelta a la prisión.

 

"Hay que creer en la Justicia -dijo momentos después Susana Leonor Santillán, madre del niño-. La justicia me respondió de la mejor manera. A mi hijo no me lo devuelve nadie, pero esta bestia va a estar donde tiene que estar". La abuela del niño y su tío también celebraron el fallo: "Hoy un ángel respiró en el cielo, es Tomás que descansa en paz", dijeron tras agradecer su presencia al ministro de Seguridad y Justicia bonaerense, Ricardo Casal, quien calificó el fallo como "ejemplar".
Técnicamente, el tribunal determinó que se trató de un homicidio agravado por "alevosía" por la "total indefensión" del niño, "por la edad, por su contextura física, y su inmadurez psíquica y emocional".
"Eso sumado al vínculo emocional que los unía, y el lugar donde ocurrió el hecho, anulando la posibilidad (del niño) de requerir y recibir auxilio. Así hubo un obrar certero con el único fin de terminar con la vida de Tomás, con la ayuda de un elemento contundente, aplicado una y otra vez" en la cabeza, se estableció.
No obstante, el tribunal descartó el agravante de "ensañamiento" porque, sostuvo, no había logrado determinar que Cuello hubiera actuado "con una intención cruel" y con "actos innecesarios para matar", extendiendo voluntariamente "la agonía" del niño.
Además de la condena, el tribunal ordenó investigar por falso testimonio a Ramón Cuello, padre del acusado, y María Inés Marquez, la novia en aquel momento, quienes habían intentado respaldar la coartada del acusado y mostraron contradicciones durante sus testimonios en el juicio oral.
Tomás Santillán tenía 9 años cuando el 15 de noviembre de 2011 salió del colegio de Lincoln al que asistía y se cruzó con quien había sido hasta hacía pocos meses una figura 'paterna': era la pareja de su madre y el padre de su hermanastro.
El niño estuvo desaparecido durante dos días, en los que Adalberto Cuello se encargó de borrar cualquier sospecha en su contra: dijo que a la hora en la que el menor de edad desapareció había estado en su casa, subió fotos en ese momento a Facebook, limpió el auto que había usado para trasladarlo y le pidió a su novia de ese momento que respaldara su coartada.
El 17 de noviembre del 2011, cuando todo el pueblo de Lincoln se movilizaba buscando a Tomás Santillán, su cadáver fue encontrado en un terreno de un camino vecinal, sobre la ruta 50: tenía el cráneo destrozado por tres fuertes golpes que le habían sido efectuados momentos después de su desaparición.
Según se reconstruyó en el juicio, Tomás Santillán le tenía "terror" a Cuello y cuando lo veía "le dolía la panza" y le daban "ganas de hacer pis".
Cuello ya lo había castigado rompiéndole una play station y zamarreándolo un par de veces, porque, según se señaló, lo culpaba de la ruptura con Leonor Santillán y de las limitaciones que la mujer le había impuesto para ver al hijo que tenían en común.
"Sabiendo lo importante que resultaba Tomás para su madre y los celos que el imputado sentía hacia Tomás", Cuello "pegó donde más le podía doler" a la madre, "aprovechándose de su superioridad física y la vulnerabilidad de la víctima", sostuvo el fallo. La lectura de esa resolución unánime demoró más de cuatro horas, en donde los jueces Miguel Angel Vilaseca, Karina Piegari y Claudia Dana fueron valorando indicio por indicio todas las pruebas reunidas contra Cuello para condenarlo, finalmente, por el homicidio agravado por alevosía del niño.
"Fue un golpe detrás de otro con una muerte inmediata. Es probable que Tomás haya estado arrodillado o caído (cuando los recibió). Ya estando en el piso fue arrastrado. Pero no fue mucho el tiempo que necesitó para matarlo. La agresión fue súbita, sabiendo que no corría riesgo y actuaba sobre seguro", se dijo en varios tramos de la resolución.
Para el tribunal no hubo dudas de que el crimen fue "producto de un plan" en donde Cuello, un acusado con una "personalidad camaleónica y "manipuladora", sólo "espero el momento" para poder concretarlo.

 

 

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