Cualquiera podría imaginarse que paralelamente al descenso en la imagen de Cristina se produciría el ascenso en la aceptación de sus principales detractores. Sin embargo, producto de una oposición adormecida al extremo, eso no ocurrió. La UCR, la segunda fuerza del país, sigue sin encontrar un líder carismático para presentarle a la sociedad. El socialismo, pese a la buena imagen de Hermes Binner, tampoco consiguió hacerlo repuntar más allá de una intención de voto del 20 por ciento. Mauricio Macri, uno de los más críticos, tuvo fuertes desaveniencias de gestión en la Ciudad, una de ellas representada en el traspaso del subte, que primero aceptó, después rechazó y al final concretó.
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Cualquiera podría imaginarse que paralelamente al descenso en la imagen de Cristina se produciría el ascenso en la aceptación de sus principales detractores. Sin embargo, producto de una oposición adormecida al extremo, eso no ocurrió. La UCR, la segunda fuerza del país, sigue sin encontrar un líder carismático para presentarle a la sociedad. El socialismo, pese a la buena imagen de Hermes Binner, tampoco consiguió hacerlo repuntar más allá de una intención de voto del 20 por ciento. Mauricio Macri, uno de los más críticos, tuvo fuertes desaveniencias de gestión en la Ciudad, una de ellas representada en el traspaso del subte, que primero aceptó, después rechazó y al final concretó.
El candidato no kirchnerista mejor posicionado es, extrañamente, un kirchnerista. ¿Cómo es eso? Daniel Scioli anunció este año que si Cristina no va por la re-reelección él será candidato. Scioli mide bien en las encuestas, pero sus contradicciones respecto al Gobierno le quitan un buen plus de ventaja. El bonaerense no se enfrentó al Gobierno ni siquiera cuando este no le giró los fondos para el aguinaldo. Esa tibieza puede costarle caro al exmotonauta.
En los cacerolazos quedó muy claro que la sociedad no se ve representada tampoco por lo que hay enfrente del Gobierno. Muchos culpan al kirchnerismo por haber destruido los partidos políticos, pero fue la oposición la que no logró consolidar un proyecto alternativo creíble para la gente. Si en un año como el que termina no se avizoran grandes liderazgos distintos al de Cristina, ¿cuándo aparecerán?
Más allá de eso, los anti K lograron al menos dejar de lado sus diferencias y unir fuerzas en algunos puntos clave. El de la re-reelección fue paradigmático, pero demasiado aislado para disputar poder con seriedad.
- Los saqueos de fin de año fueron el corolario para un 2012 con alta conflictividad social. Casualmente, o no tanto, se dieron a partir del 20 de diciembre, fecha emblemática si las hay.
- La ruptura total de las relaciones con Hugo Moyano complicó el escenario social de 2012. El camionero, ambicioso de poder, amenaza con profundizar sus paros en 2013, un año electoral.
- Cristina se apoyó este año en La Cámpora mucho más de lo que lo hizo en el PJ. Eso le trajo funcionarios incondicionales, pero también roces con los referentes principales del peronismo.
- El frustrado 7D acaparó buena parte del debate público en la última parte del año. Según todas las encuestas, ese tema no figura entre las preocupaciones principales de la gente.