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Ayudar da sus frutos. Saber aprovecharlo, todavía más. Cuatro chicos que integran el programa de padrinos de la Fundación Papis fueron elegidos, por su desempeño educativo en escuelas técnicas, para participar de las olimpíadas nacionales realizadas en Mar del Plata.
Ellos estudian gracias al aporte de gente solidaria y les demuestran a sus padrinos que su ayuda tiene sentido. Son Ismael Ustarez, Franco Lera, Alejandro Velázquez Soldevila y Lucas Alvarez, alumnos de las escuelas técnicas “Julio Mera Figueroa” y “Francisco de Gurruchaga”.
Los chicos, que viven en barrio Palermo II, tienen entre 15 y 18 años y fueron seleccionados para dibujar planos en las olimpíadas nacionales de escuelas técnicas. En Mar del Plata se lucieron y, aunque no ganaron, en su mirada transmiten la alegría de ver que “el esfuerzo tiene una recompensa”, como dice Ismael.
“Una profesora nos dijo que había una sorpresa y que teníamos que empeñarnos en la escuela. Al tiempo nos llamó a nosotros y nos avisó que estábamos seleccionados para participar”, cuenta Ismael. “Por la calidad de nuestros dibujos y por nuestras calificaciones, fuimos elegidos”, agrega Alejandro.
Según relataron, ellos participaron en la categoría de Diseño Multifamiliar, en un concurso individual. Cada uno recibía los materiales de trabajo y las condiciones: “Nos daban un terreno, las medidas, las condiciones que debía tener el edificio y en base a eso debíamos desarrollar un plano”, explicaron.
El concurso estaba dividido en dos etapas: la de diseño y la de dibujo. Los chicos consideran a la de diseño como la más difícil, porque es cuando preparan el trabajo acorde a lo solicitado.
Experiencia enriquecedora
Viajar a Mar del Plata significó una gran experiencia para los chicos y para sus familias. Además de haber sido seleccionados por su mérito escolar, tuvieron la oportunidad de conocer el mar y trasladar esa experiencia a sus seres queridos, ya que se trata de familias de escasos recursos económicos.
Ismael señaló que el viaje le “subió el ánimo, porque con cada experiencia nueva uno se sorprende”. También destacó que este reconocimiento sirvió en su familia: “A mis hermanos y también a mis compañeros de escuela los anima a seguir y a poner ganas en el estudio. Esto te sube la autoestima y es un motivo para ponerle más onda a las tareas”.
El programa de padrinos de Papis, Luis dijo que es algo que lo incentiva para estudiar, en tanto Alejandro destacó: “Puedo ir a estudiar sin preocuparme si voy a tener para el boleto”. El programa de padrinos es una oportunidad para evitar la deserción escolar en chicos de bajos recursos. No sólo les brinda el boleto mensual para ir a la escuela, también les da contención, clases de apoyo, capacitaciones y actividades recreativas. Une a las familias y a los vecinos y genera una comunidad mejor porque abre un abanico de posibilidades a quienes tienen las cualidades para hacer cosas, pero sólo les falta “una mano” para concretarlas.
¿Qué es ser un padrino?
Según explicó Lucrecia Miller, el padrino es más que una persona que aporta dinero. Es alguien que puede involucrarse con la realidad del chico al que ayuda y casi siempre son tomados como referentes por sus ahijados: “Si él puede, yo puedo”, es lo que piensan los chicos. Así es que ellos buscan obtener buenas notas, pero no por obligación sino como una retribución a ese aporte que reciben.
“Tenemos, por ejemplo, un padrino que es oftalmólogo. Este año revisó a todos los chicos del programa y les dio anteojos gratis a los que los necesitaban”, contó Lucrecia. “Hay una madrina que está atravesando una situación muy grave de salud y habló con la mamá de su ahijado para decirle que si a ella le pasa algo, su marido y su hijo saben que deben seguir con la obra”. Destacó que “no hay más ahijados porque no hay más padrinos” y agregó: “Hemos presentado un proyecto al Gobierno porque creemos que es un buen sistema. Necesitamos mayor apoyo para ampliar la cantidad de beneficiarios”.
Contención y estímulo
Es una satisfacción para el programa de padrinos que los chicos hayan sido convocados. Según dice Lucrecia Miller, titular de la fundación Papis, desde el principio “la visión del programa ha sido que los chicos aprecien la educación y busquen superarse. Con esta experiencia sentimos que empezamos a recoger lo que se ha sembrado a lo largo de todos estos años”.
El programa de Padrinos de la fundación requiere un trabajo en red, entre los chicos apadrinados, sus familias, las escuelas a las que asisten y los padrinos.
“La libreta de los chicos son elevadas a los padrinos”, explica Miller. “El objetivo de Papis es que se les abran las fronteras geográficas, mentales y sociales”.
Actualmente apadrinan a 78 chicos, 10 de los cuales son universitarios. Se trabaja con una propuesta comunitaria, bajo el lema “Para educar a un niño se necesita toda una aldea”.
Cada chico tiene un padrino, que puede ser jubilado, comerciante, empresario, empleado. El padrino hace un aporte de $100 mensuales que se destina a cubrir el boleto de colectivo de los chicos y, si sobra dinero, se utiliza para fotocopias o para lo que los chicos necesiten.
La fundación envía un reporte mensual a los padrinos, donde se detalla en qué se invirtió ese dinero.
- Preparación. Las madres de los chicos que integran el programa de padrinos también participan de las actividades que propone la fundación. Fueron capacitadas por alumnas de Ciencias de la Educación.
- Educadora. Mercedes Corimayo, es una de las capacitadoras. Dijo que abordaron temas que a las mujeres les preocupaban, como adolescencia y violencia de género. Trabajaron en talleres semanales durante 8 meses.
- Cambio. Las mujeres percibieron un cambio a partir de eso. Ahora se consideran mejores vecinas entre ellas y afianzaron los lazos familiares. Además, la fundación les brinda talleres de capacitación con salida laboral.
- Apoyo permanente. Los chicos del programa también reciben clases de apoyo y talleres de integración. Entre todos pintaron un mural en Palermo I donde reflejan la importancia del estudio para progresar en la vida.