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El hogar Cristo Rey es una asociación civil que funciona con un grupo de voluntarias, más la solidaridad de los salteños y una subvención del Estado provincial. La presidenta de la comisión directiva, Marta Sossa, explicó a El Tribuno que el equipo consta de un enfermero y un gerontólogos por la mañana y por la tarde, pero solo para situaciones específicas.
Una vez al mes visita el lugar un psiquiatra para darles asistencia a las mujeres que viven allí. Si hay una emergencia, Sossa explicó que se llama a un servicio de asistencia médica privado.
“No se suman más actividades ni personal médico porque no nos da el presupuesto. Tenemos una pequeña subvención del Estado que no nos permite más”, comentó Marta, quien añadió que quienes ingresan al hogar deben tener entre 65 a 85 años edad, sin enfermedades invalidantes.
En el hogar San Antonio de Padua, que es privado, viven 87 abuelas. Las que ingresan al hogar deben tener entre 60 a 80 años, estar sanas y valerse por sí mismas.
“Tienen que ser sanas porque se trata de un hogar de residencia y las señoras por ejemplo tienen que limpiar su cuarto”, dijo Susana Plaza, la titular de la Comisión de Voluntarias del Hogar, quien agregó que cuando ingresa una mujer trae consigo una historia clínica enviada por su médico de cabecera en la que se debe dar cuenta de las patologías que padece y especificar que esa persona está bajo control médico, con medicación y que puede vivir en la residencia sola.
Para las que viven hace más de 20 años en el lugar y que manifiestan otro tipo de dolencias los familiares se encargan de contratar una persona que las asista.
Sobre el equipo de trabajo, la titular del hogar dijo: “Como es una residencia no hay asistencia médica ni enfermeras”.