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?Los testimonios de la guerra de Malvinas son conmovedores?

Domingo, 01 de abril de 2012 14:56
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La profesional dialogó con El Tribuno sobre su libro “Lágrimas de hielo”, en el cual reúne los testimonios y relatos de excombatientes de Malvinas quienes sufrieron abusos y vejaciones por parte de sus superiores durante el conflicto bélico con Gran Bretaña en 1982.

¿Por qué eligió la dupla que conjuga a los derechos humanos con la guerra de Malvinas?

La elegí básicamente porque me ocupo de lo relacionado a Malvinas en el diario Clarín. Soy la persona encargada de política exterior, Cancillería y de la relación entre Reino Unido-Argentina desde hace muchos años, incluyendo Malvinas. En ese sentido, los combatientes entraban en una mínima parte de mi trabajo, solamente a través de los acuerdos o el espacio de comunicación que tenían los dos países en torno del cementerio de Darwin. Al ocuparme del cementerio, de los cuidados que requiere, de los familiares, los caídos y las tumbas, se acercaron personas para plantear que había otras miradas. Los excombatientes en general están bajo la órbita del Ministerio del Interior, donde está la Comisión Nacional de Excombatientes.

Hubo una denuncia por parte de los excombatientes...


Sí. Los excombatientes vinieron a decirme que los grupos de Corrientes habían presentado una denuncia ante la Justicia. Básicamente, la Subsecretaría de DDHH de Corrientes ayuda a un grupo de excombatientes a presentar la primera denuncia en la Justicia de Río Grande. Esa es la causa madre donde se instalaron más de 120 testimonios de soldados. En 2008 hubo un fallo por el cual se los consideró crímenes de lesa humanidad. Yo estoy vinculada con estos casos desde 2007.
En 2008 encuentro que, por fuera de esa causa judicial, había un montón de testimonios “ultravírgenes”, de gente que no solo no había denunciado su maltrato ante la Justicia, sino que además nunca había hablado del maltrato.

¿Cómo recolectó los testimonios?

Viajé mucho al norte y a Santa Fe. Hablé con gente de Chubut. Fueron coincidiendo los testimonios. El 2007 fue un año muy importante para algunos grupos, porque se empieza a liberar todo el asunto y empiezan a hablar más.

En cuatro años de investigación ¿las entrevistas la hicieron replantear el camino del libro?

Nunca me hicieron replantear el camino del libro. Los testimonios eran muy verosímiles y me daban más seguridad, porque en algún momento yo titubeé respecto de si esto merecía un libro o no, si no me estaba metiendo en un problema, si hablar o no con los denunciados, si hacer un libro de contrastes, de testimonios.
Estos testimonios que me impactaron, me ayudaron a focalizarme en el libro que quería: un libro de relatos de aquellos que no habían podido hablar en el informe Rattenbach. No se conocían estas denuncias porque nunca habían tenido la posibilidad de hacerlas.


¿Qué puede comentar de los testimonios de la denuncia judicial de Corrientes?

La denuncia judicial de Corrientes tiene testimonios terribles. Por supuesto, los que más me impactaron fueron aquellos con los que hablaba directamente. La denuncia de Río Grande tiene un testimonio muy conmovedor de un soldado correntino, Rito Portillo, ametrallado por un cabo. Sus compañeros dicen que lo hizo a propósito. El problema es que ahí no hubo una investigación, por lo menos para darle la posibilidad al denunciado de defenderse, si es que es cierto que es inocente. Ese testimonio me conmovió mucho.

¿Qué huellas le han dejado las historias que recabó personalmente?

Me conmovió por ejemplo Carlos Mihalfi, del Regimiento de Infantería 3. Ese muchacho es un argentino que vivía con su familia desde muy chico en Uruguay y recibió su llamado del servicio militar obligatorio. Por temor a ser considerado desertor, decide venir a la Argentina. Empieza el servicio militar y le toca la guerra. Para él fue una pesadilla. Sin instrucción alguna, ya en la colimba por no saber el himno recibía castigos. Es parte del grupo de un tal Flores, denunciado por varias razones. En la isla se cruzó con Flores. El episodio más dramático que vive es el de una golpiza atroz por escaparse al pueblo más cercano a buscar comida. Lo estaquean con una granada en la boca. Después lo hacen orinar por toda la tropa, recibe golpizas y queda con la clavícula quebrada. Eso es denunciado ante la Justicia. Otro militar lo libera en desacuerdo con el castigo. También -como los oficiales y suboficiales temían ser asesinados por sus soldados- a Mihalfi se le saca el arma y se lo deja sin posibilidad de defenderse de los británicos en plena guerra. En el certificado que le dan lo declaran internado por un accidente. Esto no era así.

¿La violencia y el hambre recrudecieron la guerra?

Sí. Por ejemplo, Remigio Fernández, un correntino, es declarado muerto por desnutrición por un médico militar del Hospital Interfuerzas, por el médico Luis Reale en un documental. Sin embargo, el certificado que le dan a la familia de Remigio dice “muerto en combate”. Eso es encubrimiento, es tapar la verdad. El soldado no murió combatiendo y eso no le quita mérito al soldado, pero sí le quita una responsabilidad a sus superiores.
Un caso que también me impactó fue el de un santafesino, Alberto Fernández. Es alguien al que, durante años, le dio mucha vergüenza contar su situación porque sentía que había robado. Ni la esposa sabía. La cuenta como un hombre sencillo, que antes no entendió que lo que le habían hecho era peor que lo que él había hecho al tomar un paquete de galletitas. Estaban asustados en 1982. Por eso están tan traumados. Los identifica Malvinas.

Mencionó el caso del soldado uruguayo que fue con poca instrucción a las islas, algo que sucedió en general con los combatientes...

Sí, todos en general fueron con poca instrucción, pero la que más lo sufrió es la clase 63. Uno de los grandes errores de la aventura militar en Malvinas es que se decide en un momento de recambio de soldados. La clase 62 había sido dada de baja y se la reincorpora compulsivamente para alistar hacia las islas. La clase 63 va a las islas con 45 días de servicio militar. Muchos chicos del norte. No se movilizan las tropas que estaban en el sur, creo que por temor a Chile. Movilizan tropas de llanura de Chaco, de Corrientes, que no estaban preparadas para las condiciones climáticas, con ropa inapropiada ni instrucción.

¿Los castigos sucedían en todos los grupos?

No, no todos los grupos eran iguales. Muchos soldados salvaron sus vidas por militares que no reaccionaron de la misma forma. Hubo muchas actitudes muy éticas por parte de los superiores, pero hubo una enorme cantidad de personas que actuaron por fuera de la ley y con una cultura muy espejada de lo que ocurría bajo el terrorismo de Estado. Muchos conscriptos están desaparecidos bajo el terrorismo de Estado y se los llamaba desertores. Son casi ciento treinta chicos. Fueron secuestrados y desaparecidos por el Estado mientras estaban prestando servicios al Estado. Se los consideraba desertores. Es como un triple crimen: el Estado al que vos le estás prestando servicios te desaparece y te culpabiliza.

¿Cuál es su posición respecto de la Argentina y las Malvinas?

Creo que la Argentina tiene derechos soberanos sobre las Malvinas. Ahora bien, tejer puentes y lazos de amistad con los isleños, tener un diálogo y no negarlos ni aplicar políticas antipáticas, es otra cosa. Respeto a Beatriz Sarlo y al grupo de diecisiete intelectuales que se han pronunciado, pero eso no significa que yo esté a favor de la autodeterminación.

¿Cómo evalúa la postura del Gobierno nacional respecto de los derechos humanos y Malvinas?

Me parece que la política de DDHH seguida por la administración de Néstor Kirchner facilitó que los grupos más afines a estas causas -que no encuentran eco entre todos los excombatientes- generara un ambiente favorable para que los soldados se encontraran con mayor seguridad de ir a la Justicia. El Estado podría haber sido querellante y esto podría terminar siendo una decisión política también, pero el clima es muy favorable para la política de derechos humanos. Los abrazo en ese sentido.

¿Puede subsanarse lo ocurrido en la guerra?

Eso no se va a subsanar, porque ya ocurrió y los traumas quedan. Ojalá que haya justicia para esos chicos que hoy son hombres. La Argentina tiene con Malvinas también otro trauma, pero hay muchos argentinos a los que no les importa Malvinas. No quieren que esté al tope de la agenda o no están de acuerdo con la manera en que el Gobierno nacional lo hace. Tiene que haber un consenso nacional de políticas de Estado sobre el tema.

 

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