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?La expropiación de Repsol podría afectar la creación de empleo?

Domingo, 22 de abril de 2012 23:37
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Ernesto Kritz, economista exmiembro del Consejo Asesor para el Estudio de la Pobreza, especialista en economía laboral y políticas sociales, dialogó con El Tribuno y aportó su perspectiva sobre la actualidad argentina en relación con la reciente decisión del Gobierno nacional de expropiar el 51% de Repsol-YPF.

¿Cómo cree usted que repercutirá la estatización de YPF en los trece mil empleados que tiene la empresa?

Yo diría que, con toda probabilidad, no va a tener demasiada repercusión. Un poco más en general, me parece que, antes de la decisión de expropiar Repsol, en el mercado de trabajo teníamos algunos signos referentes a la desaceleración de la economía, que hacían prever y creo que sigue siendo que este año vamos a tener un crecimiento modesto del empleo. No creo que haya una caída, pero sí el empleo va a crecer poco.

El año pasado tuvo una recuperación, sobre todo en el sector formal, interesante, importante: un 4 por ciento en el segundo semestre del año pasado. Este año, probablemente vamos a tener un aumento en el nivel de ocupación sensiblemente menor, no mayor al 2 por ciento, quizás menos.

Ahora, la pregunta suya puede tener sentido en perspectiva, en el sentido de que si la expropiación de Repsol tiene impacto sobre la inversión, cosa que todavía no sabemos pero que podría ocurrir, entonces eso podría afectar aún más la creación de empleo.

Usted hablaba del trabajo formal, ¿qué sucede con el trabajo en negro?

Por la última información de la que podemos disponer, tenemos un estancamiento del empleo informal del 33 o 34% de los asalariados. Básicamente, esto significa que uno de cada tres asalariados está en situaciones de precariedad laboral.

¿Qué medidas debería implementar el Gobierno para que esa cifra baje?

Me parece que hay que pensar en medidas dirigidas sobre todo a las empresas de menor escala, a las más pequeñas, que es donde está concentrada la mayor parte del empleo no registrado.

El grueso del empleo no registrado está en empresas de menos de diez personas, la mitad más o menos está en empresas de menos de cinco personas. Esto hace pensar que, más allá de aspectos culturales como se dice a veces que hay una cultura de la evasión, el hecho de que esté concentrado en empresas tan pequeñas está reflejando la gran dificultad que tienen estos establecimientos -que por sí mismos, por su baja productividad, tienen muy poca competitividad para poder permanecer en el mercado- sin esta situación de evasión, con un costo social muy elevado.

Creo que sería un paso necesario a dar, modificar o por lo menos adaptar las cargas, las contribuciones de la seguridad social, a las posibilidades de este sector de empresas de muy pequeña escala. Por ejemplo, con un esquema parecido al que hay en monotributo en lo fiscal, hacer algo parecido en materia laboral.

Es decir, no hacer que estas empresas muy pequeñitas tengan que soportar un costo laboral no salarial semejante al de las empresas más grandes. Habría que adaptarlo a sus posibilidades y capacidad de pago.

¿Usted plantearía entonces que el sistema de aportes deje de ser, en algún punto, regresivo?

No, lo que planteo es que hay que adaptarlo a las características de estas empresas de muy pequeña escala, que hoy no tienen esa capacidad de pago y que entonces evaden todo lo que pueden para poder compensar su falta de productividad con el costo social que tiene en términos de empleo.

Por otro lado, ¿cómo evalúa los índices de pobreza?

No tenemos información para medir los cambios que se hayan producido, es prácticamente imposible saberlo con los datos que existen. Los datos del Indec no están reflejando lo que está ocurriendo en materia de pobreza, pero tampoco tenemos demasiados datos alternativos. Hay unas pocas mediciones, como el costo de los alimentos que hace el Instituto de estadística de la provincia de Santa Fe, que muestran que la canasta con la cual se genera pobreza en la realidad es muchísimo mayor que la que nos pone el Indec. De todas maneras, tampoco acá puede haber habido demasiados cambios. Es difícil establecer un número preciso, pero con toda probabilidad hay quizás un quinto de la población que está en condiciones de privación, si uno lo mide no solamente por los ingresos sino por otros atributos. En términos de la inserción en el mercado, por ejemplo, el desempleo en este grupo de menores ingresos de la población sigue siendo de dos dígitos. Hay otras variables, como la precariedad y la informalidad que en la base de la pirámide social es muchísimo más elevada. Así como hay una proporción no menor de un quinto de la población que ha mejorado su situación por el aumento del empleo formal y de los salarios en términos reales, hay una proporción semejante no menor a un quinto, tal vez un poco más, y eso no se ha modificado demasiado.
 

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