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Un revés que le saca un peso de encima al Gobierno

Domingo, 10 de junio de 2012 12:07
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A todo o nada. Gano por atropello o pierdo por abandono. Los que me acompañan bien; los que no están del otro lado. Incinero a muchos de mis más fieles dirigentes en afán de no retroceder ni un milímetro, incluso hasta arriesgando mi propia imagen.

Te defiendo hasta el cementerio porque la marcha atrás no está en mi esencia, pero no te acompaño ni a un centímetro del cajón.

Así se mostró el kirchnerismo, otra vez, con la indefendible postulación de Daniel Reposo, que, lógicamente, se cayó por su propio peso.

Ante el bochorno que se estaba generando, que duró dos largos meses, la Presidenta tuvo la oportunidad inmejorable de contrarrestar rápido las críticas y convocar a una figura con los suficientes pergaminos para ocupar el cargo.

Así, hubiese protegido al propio Reposo, a sus legisladores y -sobre todo- a ella misma, quien de forma curiosa lo reivindicó públicamente cuando ya estaba decidida su declinación.

Ese hubiese sido un gesto de grandeza y de apertura, no de debilidad. Sin embargo, el Gobierno eligió llegar hasta un extremo del que le fue imposible salir indemne.
Algo parecido a lo que le sucedió con la resolución 125 hace cuatro años.

¿Por qué no se levantó el pliego de Reposo cuando ya se sabía que su postulación, se aprobara o no, solo le iba a generar costos políticos a la Casa Rosada? ¿Era necesario ver la insólita inconsistencia que tenía esa persona durante diez horas por televisión, llegando a límites del ridículo y de la vergüenza ajena? ¿Por qué exponer a los senadores oficialistas, muchos de ellos con ambiciones electorales en el corto plazo, a una obediencia debida que solo limaría su credibilidad y que nos les traería ningún beneficio?

Si ya se sabía que Alejandra Gils Carbó -la reemplazante- tenía los atributos para ser procuradora, ¿por qué se estuvo a punto de llegar a una derrota dolorosa en el Senado por un personaje burdo como Reposo?
Probablemente, la mayoría de las respuestas a esos interrogantes tengan un nombre propio: Amado Boudou.
Sucede que el vicepresidente no solo fue quien acercó el nombre de Reposo a Cristina, sino que también era el principal interesado en que salga su designación cueste lo que cueste, caiga quien caiga.

La extrema cercanía del titular de la Sigen con Boudou era -hasta ahora- la única garantía que tenía el vice para que las causas en su contra entraran en un freezer, al menos por un tiempo.
Este será un nuevo costo político que Boudou deberá absorber sí o sí, y que seguramente profundizará su aislamiento hacia dentro del kirchnerismo.

El vice ya no maneja la política económica, no participa de la defensa comunicacional oficialista en los medios, no forma parte de la mesa chica y su perfil está minimizado casi a cero.

El impacto

“No creo que Cristina pierda imagen positiva por lo de Reposo, en este tipo de cosas su performance parece blindada, pero esto le da un golpe de nockaut a Boudou del que le será imposible recuperarse”, confío, por lo bajo, un consultor político que trabaja habitualmente para el Gobierno nacional.

La decisión de Cristina de no llegar al recinto con lo de Reposo fue positiva, era la que debió haberse tomado al momento de confirmarse las sucesivas mentiras de un funcionario sin preparación alguna. El tema quedará en el olvido en poco tiempo y evitará que, de haber avanzado la postulación, se le adjudique cualquier sospecha sobre la Justicia a la falta de independencia del procurador. Un dato de color: Reposo se despidió de su candidatura de la misma forma en la que comenzó, con errores de “tipeo”: su carta de renuncia a la UCR tenía horrores de ortografía.

La economía

La que pasó fue una semana de altísimo volumen político. En un claro gesto hacia la desdolarización total de la economía, Cristina pesificó sus ahorros en público y obligó a que otros altos dirigentes de la oposición tengan que pronunciarse al respecto.

Mauricio Macri, líder del PRO y candidato a presidente para 2015, fue el primero en hacerlo: seguirá con sus dólares.

La definición simbólica de la Presidenta buscó apagar la confusión que se había generado tras las desmentidas de un proyecto pesificador formuladas por Axel Kicillof y Juan Manuel Abal Medina. Con el tema del dólar, el Gobierno exhibió una falta de detalles preocupante que le diera alguna certidumbre a la sociedad sobre lo que se vendría.

El panorama se ve ahora mucho más claro. El día después del fuerte discurso pesificador de la jefa de Estado entró al Congreso un proyecto de ley para desdolarizar del todo el mercado inmobiliario. Solo el tiempo dirá si la iniciativa prospera o no, pero es al menos una señal de hacia dónde se quiere ir. Eso, en tiempos de crisis mundial con alcances en la Argentina, no es para nada poca cosa.

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