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En un movimiento sorpresa de consecuencias impredecibles, el presidente egipcio, Mohamed Mursi, remodeló ayer la cúpula de las poderosas Fuerzas Armadas y le arrebató a los militares las prerrogativas legislativas que estos se habían reservado.
Sin previo aviso, el portavoz presidencial, Yaser Ali, leyó la orden del islamista Mursi de pasar a retiro al mariscal Husein Tantaui, ministro de Defensa y jefe del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, que dirigió Egipto desde la caída de Hosni Mubarak, en febrero de 2011, hasta la elección de Mursi en junio.
En el cargo desde 1991, Tantaui fue relevado por Abdelfatah al Sisi, mientras que el “número dos” de la cúpula militar, Sami Anan, también fue jubilado y reemplazado por Sedqi Sobhi.
Sin embargo, la decisión tal vez más controvertida de las anunciadas ayer fue una nueva declaración constitucional que anula la aprobada por la Junta Militar en junio, horas después de que se cerrasen las urnas electorales. En ese momento, las Fuerzas Armadas aprobaron las enmiendas constitucionales de forma unilateral.
Ayer, Mursi despojó a la cúpula militar de su poder legislativo y coloca un jalón en el camino de Egipto hacia un Estado civil. Ahora Mursi, el poco carismático miembro de los Hermanos Musulmanes, logra un poder prácticamente omnímodo y pasa a gozar de todas las prerrogativas estipuladas en la cláusula 56 de la Constitución provisional, entre las cuales está la autoridad legislativa.
Como el Parlamento se halla en la actualidad disuelto por un fallo del Tribunal Constitucional, que encontró irregularidades en su formación, Mursi arrebata así a los generales la capacidad de generar leyes que estos habían conservado al transferir el poder ejecutivo. Además, el presidente también se reserva el poder para designar una nueva Asamblea Constituyente, encargada de elaborar la nueva Constitución.