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Así como a los lingüistas nos acucia todo lo relacionado con la lengua, su evolución y, en especial en los últimos tiempos, el estudio sobre el hablar espontáneo de la gente, también interesa sumamente a otros especialistas, a fisiólogos y sicólogos, y a estudiosos de muchas áreas relativas al ser humano, todo lo relacionado con el lenguaje, su origen, su ubicación en el cerebro y, entre otros aspectos, la curación de enfermedades que imposibilitan, en algunos, su comunicación con los demás.
Estas preocupaciones estimo que han nacido con la misma humanidad, cuando se dio cuenta de que sus operaciones intelectuales (que iban evolucionando lentamente para darle mayor competencia en el dominio de las cosas y de la naturaleza, pero sobre todo en el dominio de sí mismo) estaban centradas en ese órgano maravilloso del ser humano. Es así como fueron naciendo presunciones al respecto y, luego, gestándose diversas hipótesis sobre las que posteriormente trabajaron los científicos.
Fue alrededor de la segunda mitad del siglo XIX cuando el médico anatomista patólogo, y también antropólogo, Paul Pierre Broca, nacido en Francia, descubrió el centro del habla, ubicado en la tercera circunvolución del lóbulo frontal, gracias al estudio practicado en cerebros de pacientes afásicos (incapaces de hablar) post mórtem: todos tenían una lesión en la corteza prefrontal inferior del hemisferio izquierdo del cerebro. A partir de entonces, se denominó esa área con su apellido.
Por su parte, al neurólogo y siquiatra alemán, Karl Wernicke (contemporáneo de Broca), se debe el nombre del área cerebral ubicada en la mitad posterior de la circunvolución temporal superior. Su papel central tiene que ver con la decodificación auditiva de la función lingüística, en complementación con lo que realiza el área de Broca, que procesa la gramática. Esto es lo que se sabía hasta fines de 2009.
Pasaron ciento cincuenta años desde estos descubrimientos sin que se avanzara, en forma sustancial, respecto a las funciones cerebrales luego de una serie de descubrimientos efectuados a medida que transcurría el tiempo hasta que, en 2009, se dio un vuelco significativo en esta materia gracias a la aplicación de una técnica de registros cerebrales, en la Escuela de Medicina de la Universidad de California en San Diego.
Procesamiento del lenguaje
La periodista Yaiza Martínez en cuyo trabajo se basan estos párrafos dio a conocer una publicación relacionada con el logro llevado a cabo en dicha Universidad por el equipo de Ned T. Sahin, hecho público el 16 de octubre de 2009 por la revista Science. El resumen (abstract) de este informe dice textualmente:
“Palabras, gramática y fonología son lingüísticamente distintas, pero sus sustratos nerviosos son difíciles de distinguir en las regiones cerebrales macroscópicas. Hemos investigado si pueden ser separados en el tiempo y en el espacio, a nivel de circuito, utilizando electrofisiología intracraneal (ICE), es decir, mediante el registro local de campos potenciales, sobre poblaciones de neuronas, usando electrodos implantados en las regiones del cerebro relacionadas con el lenguaje, mientras la gente leía palabra por palabra o bien declinaba o conjugaba palabras gramaticalmente (presente / pasado o plural / singular). Ensayos realizados en zonas vecinas al área de Broca revelaron una actividad neuronal distinta para el área léxica (~ 200 milisegundos), gramatical (~ 320 milisegundos) y fonológica (~ 450 milisegundos), procesando, de forma idéntica, los sustantivos y verbos, en una región activada en los mismos pacientes, mediante imágenes de resonancia magnética. Esto sugiere que una secuencia del procesamiento lingüístico, pronosticado mediante cálculos, se lleva a cabo en el cerebro, ‘finamente’, mediante una actividad pautada de un modo espacio-temporal”.
Interpretación
Lo que da a entender este informe, resumen de lo que publica la revista científica es, en términos generales, lo siguiente. Gracias a esta investigación, se ha podido determinar que el área de Broca resulta clave para el lenguaje puesto que es capaz de realizar, en la cuarta parte de un segundo, tres procesos claves relacionados con el sonido (fonética), el significado (léxico) y la estructura (gramática). Este descubrimiento ha logrado dejar sin efecto, por obsoletos, varios modelos explicativos que lo antecedieron.
Se tenía la seguridad de que los distintos niveles del lenguaje eran procesados de un modo distinto al que explica esta investigación. Ella se había centrado en dos aspectos centrales del cerebro, que constituían un misterio: el modo en el que se desarrollan los procesos cognitivos complejos, como el lenguaje; y la naturaleza del área de Broca, probablemente, hasta el momento, la más conocida del cerebro.
En efecto, esa región tiene que ver activamente con la producción del habla, con el procesamiento del lenguaje y con la comprensión: es imprescindible para hablar de una manera normal. Es así como una pequeña lesión en esta parte, provocaría una dificultad extrema para hablar.
El registro neuronal se produjo mientras los pacientes decían palabras sueltas o, asimismo, cuando, por ejemplo, producían oraciones en distintos tiempos verbales o en diferentes organizaciones gramaticales. Es decir, efectuaban una comunicación parecida a la que realizamos cuando nos comunicamos, sin ningún esfuerzo, en nuestra lengua nativa. Lo importante es que se ubicó, con mucha precisión, la zona en la que se producen estos procesos, como también el tiempo en el que se realizan.
A pesar del tiempo exiguo que mide estas actividades, queda claro que el procesamiento del significado de las palabras demandó el menor período (200 milisegundos), mientras que la organización gramatical de la lengua, 320 milisegundos, y el de la fonética, o los sonidos lingüísticos, demoró 400. En este estudio, por otra parte, se reafirmó que todos los aspectos del lenguaje son procesados en la misma región de Broca, contradiciendo la creencia anterior que suponía distintas.