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Hace algo más de ocho meses, en esta misma columna, definí: “Desendeudamiento, una cruel mentira argentina”.
Esta consigna forma parte de las claves de bóveda de un “modelo” que a través de un “relato” acomodaticio presenta los pagos de una deuda -ilegal e ilegítima- como un gran éxito económico nacional.
La cruda realidad difiere totalmente del discurso oficial.
La Argentina tiene hoy más deuda que antes, incluso, de aquella innecesaria cancelación anticipada de 9.000 millones con el Fondo Monetario Internacional.
Al cierre del 2011 las cifras fueron elocuentes:
La deuda pública reconocida oficialmente por el Ministerio de Economía asciende a 178.963 millones de dólares.
A esto se le deben sumar 1.200 millones de dólares de los holdouts, 30.000 millones de dólares por los bonos atados al PBI; 29.000 millones de dólares de las deudas de las provincias y 26.500 millones de dólares de la deuda del Banco Central por las lebac y nobac. Encima, debe adicionarse la disminución de los billetes físicos de dólares.
Permanecen sin datos las deudas de los juicios contra el Estado con sentencia firme y la deuda pública de las empresas del Estado, organismos nacionales, fondos fiduciarios, que configuran lo que se llama la deuda pública indirecta, ocultada sistemáticamente por su exponencial crecimiento.
La fiesta de los BODEN 2012
Uno tiene derecho a preguntarse sobre las razones de la celebración del pasado jueves 2 de agosto. ¿Qué tiene de extraordinario cumplir con una obligación financiera? Crear el espejismo de que España no paga y nosotros sí pagamos es extravagante. En la exposición de la Presidenta prevaleció el análisis de la situación financiera europea, marco en el cual anunció el pago de la última cuota de este bono BODEN 2012 como un ejemplo de desendeudamiento y reconquista de la soberanía.
Es preciso responder a una pregunta elemental: ¿quiénes son los titulares de tales bonos?
El 78 por ciento corresponde a fondos propietarios o dueños de los paquetes accionarios de las compañías petroleras británicas que operan en la plataforma submarina de nuestro sur argentino, en el archipiélago de las Malvinas.
Esto es:
1.- BlackRock Investment Management en las petroleras Border & South, Falkland Oil & Gas, Anadarko y Premier Oil.
2.- Capital Research Global Investors en las petroleras Border & South, Falkand Oil & Gas y Rockhopper.
3.- Fidelity Management & Research Co. en las petroleras Falklnad Oil & Gas y Anadarko.
Y es importante también recordar que el pago de este bono en “dólares billetes” es una expresa violación a la ley 26.659 sancionada por unanimidad el 12 de abril de 2011, que dispone las prohibiciones de actos a realizar con empresas relacionadas con la explotación en nuestras Malvinas.
También es preciso referenciar las implicancias internacionales de tal pago, en momentos en que la cúpula de YPF más De Vido se disponen a viajar a China para lograr la firma de acuerdo petroleros.
En realidad, habría que destacar en ese mismo discurso el reconocimiento del brutal retroceso de nuestras exportaciones de carnes y lácteos, y el cuidadoso disimulo sobre el oxígeno que nos viene del mundo con la soja cuatro veces más cara que en 2002. También, la ocultada evidencia -el relato todo lo tolera- de una realidad cotidiana donde el Estado agobia con su desesperada captura de dólares y la no menos pertinaz cacería de impuestos para tratar de sostener el exiguo superávit comercial y recuperar el pretérito superávit fiscal.
Las “dos puntas” ni los “doble mensajes” nunca fueron buenos.