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Es originaria de Potosí y al radicarse con sus padres en Argentina trajo su devoción por la Virgen de Urkupiña y el Señor de Quillacas, cuyo templo se encuentra en el sur de ese departamento, a 180 kilómetros de Oruro. La imagen que le heredaron sus progenitores tiene más de 120 años y fue restaurada aquí.
“Venimos a pedir a la Virgen y al Señor por la paz en el mundo, por la gente que no tiene hogar. Venimos a suplicar con el corazón que no haya más temblores, que nos amparen día y noche. Venimos trayendo a la Virgen de Urkupiña y al Señor de Quillacas, que son de Bolivia, pero nosotros aquí estamos hace años de inmigrantes y venimos a sumarnos”.