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Hemingway, el errático

Martes, 18 de septiembre de 2012 21:45
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Leyenda: Hemingway, mientras escribía el libro “El viejo y el mar”.

Ernest Hemingway nació en Illinois, Estados Unidos, el 21 de julio de 1899. Fue periodista y uno de los principales novelistas y cuentistas del siglo XX. Depresivo y alcohólico. Tan ateo que aseguraba que “lo único que nos separa de la muerte es el tiempo”. Tuvo cuatro matrimonios y tres hijos. A pesar de que su familia lo alentaba, nunca quiso ingresar a la universidad.

Vida multifacética

En la Primera Guerra Mundial quiso ser combatiente, pero una afección en un ojo se lo impidió. Eso sí, consiguió que lo admitieran como conductor de ambulancias de la Cruz Roja y desembarcó en Burdeos para marchar a Italia. Su biógrafo asegura que durante la guerra Hemingway se enorgulleció de haber matado a 122 prisioneros alemanes, sin contemplaciones y a veces ignorando el pedido de clemencia de las tropas nazis. En 1918 fue herido de gravedad por los comandos austríacos y con las piernas heridas fue capaz de cargarse a hombros a un soldado italiano para ponerlo a salvo, caminando 40 metros hasta que se desmayó. La heroicidad le valió el reconocimiento del gobierno italiano con la Medalla de Plata al Valor.

Dentro de su multifacética vida fue capitán del equipo de waterpolo, jugó al rugby, tocó el violonchelo en una banda y hasta llegó a ser sparring de boxeadores. Sus primeros pasos en el periodismo los hizo como reportero en el Kansas City Star y luego como corresponsal en el Toronto Star. Fue amigo en París, mientras residió por largos años, de Ezra Pound, Scott Fitzgerald y del irlandés James Joyce. Mientras vivió en Valencia, en 1925, obtuvo su primer éxito literario con la novela “Fiesta”.

Nueve años frente al mar

Los argentinos van al estado de La Florida, en Miami, para hacer compras y tomar sol. La mayoría se conforma, además, con conocer Disneylandia en Orlando, pero los menos se toman la molestia de recorrer 320 kilómetros hasta llegar a Key West, situada al final de los cayos, donde la lengua continental se hunde en el Océano Atlántico. Este hermoso camino está jalonado por decenas de puentes que se suspenden en medio de las aguas cristalinas, que permiten admirar los magníficos corales con cardúmenes nadando por doquier.

Cayo Hueso, dicho en español, es hoy un polo de atracción turística de primerísimo nivel donde abundan los pubs, los cafés con música, las largas caminatas de los paseantes frente al mar y un atardecer pocas veces visto en el mundo. Aquí vivió durante nueve años Ernest Hemingway, uno de los cinco mejores escritores estadounidenses de todos los tiempos. Su casa, hoy museo histórico, está situada a pocas calles del centro, en medio de un paisaje tropical que conserva el ritmo pausado y el carisma de los míticos años cincuenta. Allí se reunió con personalidades como el ex presidente Harry Truman y el genial escritor Tennessee Williams. Cada día, más de mil turistas pagan para recorrer la vivienda de dos pisos donde el escritor meditó y gozó de los encantos de la pesca. La comunidad visitante es hiper variada, desde japoneses a latinoamericanos, desde ingleses a chinos, que se regodean con los muebles de época, las pinturas auténticas que legó y, como es inevitable, con la compra de recuerdos a precios exorbitantes. Una particularidad es que aquí viven unos setenta gatos, con un aditamento especial: todos tienen seis dedos.

Su vida en La Habana

El que esto escribe tuvo la posibilidad de conocer las dos casas emblemáticas del autor de “Adiós a las armas”. Una es la ya mencionada en Key West. La otra, llamada “Finca Vigía”, se encuentra a 15 kilómetros del centro de la capital cubana. Allí vivió veintiún años, después de residir temporariamente en el hotel Ambos Mundos, un establecimiento de tres estrellas con un estilo incomparable. En la Finca Vigía, una hermosa casa de dos plantas con paredes blancas, enclavada en una colina, están las marcas de su personalidad: botellas de ron, muebles antiguos, un escritorio con una vieja máquina de escribir y un jardín con las tumbas donde enterró a sus perros. Además, una torre de doce metros de altura donde escribió uno de sus libros fundamentales: “El viejo y el mar”, que es un relato basado en su amistad con uno de los pescadores del lugar. Cada tarde, en su propio auto, iba al hoy famoso bar “La Floridita”, que no sólo es conocido por su mojito, sino también por su cliente estrella. Allí, en un rincón, hay un busto y fotografías que lo recuerdan. Ocasionalmente concurría a otro reconocido bar, “La bodeguita del medio”, todo un símbolo para cubanos y turistas. Además, poseía un yate, llamado “Pilar”, que hoy está atracado en el Club Náutico de Cojimar.

Alcohólico y depresivo

Hemingway obtuvo en 1953 el Premio Pulitzer y un año después el Nobel de Literatura. Sin embargo, su obsesión fue descubrir cómo vivir, algo que conservó hasta su muerte, el 2 de julio de 1961, cuando se pegó un tiro con una escopeta en la ciudad de Ketchum, estado de Idaho, en los Estados Unidos. El autor de “Por quien doblan las campanas” siempre sostuvo que su psicoanalista era la máquina de escribir. Entre sus amigos también dejó a Fidel Castro, por lo que se entiende la admiración que se le brinda en Cuba. Fue un gran cazador de animales en África, y lo justificaba diciendo: “cazo porque mientras mate o vea matar, no me mataré a mi mismo”. Según sus biógrafos, terminó con su vida cuando le dijeron que sufría de Alzheimer.

 

Entre sus amigos también dejó a Fidel Castro, por lo que se entiende la admiración que se le brinda en Cuba.

Tuvo cuatro matrimonios y tres hijos. A pesar de que su familia lo alentaba, nunca quiso ingresar a la universidad.

Fue capitán del equipo de waterpolo, jugó al rugby, tocó el violonchelo y hasta llegó a ser sparring de boxeadores.

 

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