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¿Qué está pasando con el fútbol? La regla igualitaria que marca la varilla actual, donde las cenicientas se rebelan y se visten de princesa de prepo, donde los titanes se desploman sin reparo, hoy parece ser una tendencia acentuada por estas latitudes, donde los grandes del fútbol argentino no solo pierden su hegemonía, sino que además se hunden en el más profundo abismo, sin títulos de nobleza que los cobijen o los rediman.
Esta nueva tendencia parece no perdonar a nadie y la historia no es un instrumento de salvación.
Tras la derrota del pasado domingo ante Racing, River empezó a experimentar su propio “dejá-vu” de volver a caer en la tortuosa zona del descenso directo (esta temporada serán tres equipos los que perderán la categoría). Pero, además de su triste realidad deportiva, el panorama institucional es desalentador, los cuestionamientos a Daniel Passarella crecen como la hoguera y el DT Matías Almeyda sigue con respirador artificial y tambaleando en la cuerda floja. Y en caso de no conseguir un buen resultado el domingo ante Arsenal en Sarandí, acentuará su caída.
Idéntico es el caso de Independiente, que deambula en el terreno del descenso directo desde hace más de una semana, y ni siquiera la llegada del Tolo Gallego parece enderezarle el rumbo, pero su caótica situación seguirá barranca abajo si padece una nueva derrota el domingo ante Unión en Santa Fe. Debe ganar, esperar que Quilmes pierda ante Belgrano y que River no le gane a la academia para salir del fondo.
Para colmo de males, San Lorenzo es otro polvorín. La tirante relación entre la dirigencia y el mediático y oportuno Caruso Lombardi hicieron mella en un ciclón que sigue en coma y que se sumará a la zona roja si no se impone en una cruenta batalla el sábado en el clásico ante Racing, y si el tatengue vence al rojo.
Este fin de semana podría producirse un hecho histórico: tres de los grandes, en zona de descenso directo.
Desesperanza y pesimismo por parte de sus referentes