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Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, quien es actualmente uno de los economistas más leídos y conocido mundialmente por sus críticas a las políticas económicas ortodoxas, cuenta con una vasta actividad académica y laboral. Se destaca el haber sido coordinador de asesores en el gobierno de Bill Clinton y vicepresidente Senior y Economista en Jefe del Banco Mundial. Recientemente presentó el que es su último libro, titulado “El precio de la desigualdad”.
En este libro detalla que las desigualdades son causa de la inestabilidad económica, y previene que los programas de austeridad de los gobiernos tienen por objeto aumentar y preservar las desigualdades, haciendo especial referencia a las recetas implementadas para salir de la crisis en Europa.
También, al hacer mención a la inflación, dice que se ha convertido en una obsesión para muchos países y que desvía la atención a los problemas más serios para una sociedad como la desigualdad y los bajos salarios que, por supuesto, generan más pobreza y contribuyen al deterioro de la economía.
Este economista hace un aporte a las discusiones públicas de estos tiempos referidas a la desigualdad y sus consecuencias. Entre ellas menciona problemas sanitarios, altos índices de criminalidad, menores niveles de educación, de cohesión social y de esperanza de vida.
En su libro desarrolla algunas reflexiones como: “el 1% de la población disfruta de las mejores viviendas, la mejor educación, los mejores médicos y el mejor nivel de vida, pero hay una cosa que el dinero no puede comprar: la comprensión de que su destino está ligado a cómo vive el otro 99%”. También culpa a los excesos del mercado y avisa: “Lo que mucha gente ignora es que las desigualdades cuestan muy caras, porque contribuyen directamente al deterioro de la economía y a sus desvíos”. Es lo que Stigliz llama “subversión de la democracia”.
También detalla como las políticas de gobiernos e instituciones son propensas a acentuar la tendencia de dar ventajas a los más privilegiados frente al resto de la población.
En “El precio de la desigualdad” Stiglitz también incluye una severa crítica a las ideas de libre mercado y al camino que Estados Unidos y muchas otras sociedades han tomado durante los últimos treinta años, demostrando porqué no es solo injusta sino insensata. Ofrece en el libro un conjunto de reformas que contribuirán a crear una sociedad más equitativa, además de una economía más sólida y estable.
Otras publicaciones
Entre la vasta producción bibliográfica de Stiglitz podemos citar a “Whither Socialism”, que analiza varias teorías que explican el fracaso de las economías socialistas de Europa del Este y el rol de la información imperfecta de los mercados. También a “El malestar en la globalización”, donde afirma que el Fondo Monetario Internacional se pone al servicio del interés de su accionista más grande -los Estados Unidos- por sobre el de las naciones más pobres a las cuales pretende ayudar.
En el 2006 publicó “Como hacer que funcione la globalización”, criticando el actual orden económico mundial y aportando diversas propuestas para tratar de reencauzar la globalización.
También opina que el movimiento Ocupemos Wall Street (de indignados) se esfumó porque ese grupo de protesta social no creyó en la organización. Según su reflexión, sus miembros vieron a los partidos políticos como una fuente de los problemas actuales y no quisieron imitarlos. Eso trajo como consecuencia que se distanciaron del sistema, tornándose menos atractivo como movimiento.
Otro libro también escrito por este autor es “Caída libre, el libre mercado y el hundimiento de la economía mundial”, en donde detalla de manera lógica, bien documentada y con un lenguaje accesible, las causas que llevaron a la crisis financiera y a la grave recesión del 2007-2009. Allí señaló como responsables a los grandes bancos y a la política de desregulación impulsada por la Reserva Federal de los EEUU.
Joseph Stiglitz es un gran crítico del Consenso de Washington y opinó que ha muerto la ideología fundamentalista de los mercados libres que lo sustentaba. Cree, por el contrario, que el desafío actual es buscar el equilibrio entre mercado y el Estado, entre el individualismo y el bien común, entre el hombre y la naturaleza, entre los medios y los fines.
Stiglitz y la crisis en Europa
Stiglitz entiende que es un error de diagnóstico los ajustes diseñados por Alemania e implementados en varios países de Europa. Según su visión, no son el mejor camino para reiniciar la senda del crecimiento ya que aumenta el riesgo de recesión. Aconseja a los países con problemas que formen un frente para cambiar las recetas y, si esto no funciona, sugiere una fractura como mal menor frente a una depresión a la que no le ve salida.
Si los gobiernos europeos recortan los gastos adoptando políticas de austeridad, disminuye la producción, bajan los ingresos, aumenta el desempleo y por supuesto los problemas sociales. Es lo que ocurrió en Grecia y se puede agudizar aún más en España, Portugal u otros países que sean obligados a adoptar estas medidas.
En cambio, apoya la gran emisión monetaria anunciada recientemente por la Reserva Federal de los EEUU como medida para reactivar la economía, aunque sea inflacionaria.
También opina que el momento de llevar a cabo las reformas es ahora, parafraseando a John Maynard Keynes: “El largo plazo no existe, es una guía engañosa para los asuntos del presente. En el largo plazo todos estaremos muertos”.
A modo de reflexión
Entiendo que es muy difícil no coincidir con lo que afirma este autor referido a los problemas sociales ocasionados por una mala distribución y que las políticas de los gobiernos deben fomentar el gasto público. Pero me surgen algunas preguntas como: ¿quiénes financian los gastos de los gobiernos cuando no recaudan lo suficiente?, ¿cómo y cuando se pagan?, o ¿se debe invertir en subsidios o en políticas públicas que generen fuentes de trabajo genuinos para evitar el desempleo?, o ¿si la inflación que según usted no debe importar, está siendo pagada por los que menos tienen contribuyendo a empobrecer cada vez más a la población? Es para seguir pensando.