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Las claves para entender la crisis del Gobierno

Miércoles, 02 de octubre de 2013 01:35
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 Los republicanos forzaron el primer cierre del Gobierno federal desde 1995. Qué es lo que está en juego.

“Obamacare”

Los republicanos nunca han escondido su intención de derogar la reforma sanitaria del presidente, a la que se refieren con cierto desprecio como “Obamacare”. Los demócratas recuerdan que la reforma la aprobaron las dos cámaras del Capitolio y la sancionaron los jueces del Tribunal Supremo, que declararon que sus preceptos se ajustaban a la Constitución. Pero los republicanos subrayan que el “Obamacare” sigue siendo una reforma impopular entre la mayoría de los ciudadanos y aseguran que el seguro médico obligatorio destruirá empleo y ralentizará la recuperación.

El factor Cruz

La reelección de Obama apaciguó durante unos meses a los dirigentes republicanos, que comprendieron que debían mirar hacia delante y cambiar el tono en asuntos como la inmigración. Pero esa reinvención se vio minada por la irrupción de la figura del joven senador Ted Cruz, que se ha convertido en el líder oficioso de la derecha republicana y ha eclipsado a otras figuras emergentes como Marco Rubio o Rand Paul. Se podría decir que Cruz es el ideólogo del cierre del Gobierno, porque fue él quien lanzó la iniciativa para vincular la pugna fiscal con el futuro del “Obamacare”. Por ahora su estrategia le beneficia: los sondeos indican que lidera la carrera presidencial republicana de 2016.

Un Obama estático

No es la primera vez que Obama sufre los embates de la derecha republicana, que ha torpedeado todas sus iniciativas domésticas desde su triunfo en las legislativas de 2010. Esta vez el presidente no ha intentado siquiera negociar con John Boehner como hiciera durante las crisis fiscales del verano de 2011 y de la Nochevieja del año pasado. Se trataba de presentar a los republicanos como los únicos responsables del cierre del Gobierno. Pero sus palabras eran también el fruto de la frustración de un líder que es consciente de que tiene las manos atadas para gobernar.

Los sondeos indican que el conflicto mina la imagen de los republicanos entre los independientes y complica su retorno al Gobierno en 2016.

Sin incentivos para pactar

El Senado de Estados Unidos está en manos de los demócratas y los republicanos controlan la Cámara de Representantes. Cualquier iniciativa requiere el respaldo de las dos cámaras. Un detalle que funcionaba cuando ambos partidos eran mucho más heterogéneos, pero que ha paralizado la actividad legislativa en la era de la polarización. Ni demócratas ni republicanos tienen incentivos para pactar. Entre otras cosas porque sus votantes viven en lugares muy homogéneos y porque cualquier rastro de posibilismo puede propiciar la derrota en unas primarias contra un candidato más alejado del centro político. El problema es especialmente grave en la Cámara de Representantes, cuyos distritos están diseñados para agrupar a los incondicionales y cuyos miembros tienen una cita con las urnas cada dos años.

El alma republicana

El cierre del Gobierno no es solo el fruto de la polarización ideológica. Es también el último signo de la pugna por el alma de los republicanos, transformados desde hace tres años por el estallido del movimiento del Tea Party. Sus congresistas más jóvenes llegaron al Capitolio con el objetivo de reducir el tamaño del Estado. Al enfrentarse a la Casa Blanca, no solo están poniendo en peligro la estabilidad económica de EEUU. También están cumpliendo las promesas de su programa electoral. Veteranos como John McCain o Lindsay Graham no comprenden la deriva de sus colegas más jóvenes porque se criaron en un entorno donde los congresistas podían alcanzar acuerdos y colegas influyentes como el “speaker” John Boehner asumen el guión de los activistas más conservadores para sobrevivir.

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