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Francisco: “Pecadores, a convertirse”

Domingo, 10 de noviembre de 2013 02:58
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El papa Francisco dijo ayer que la Iglesia debe ser siempre reformada porque sus miembros son siempre pecadores y necesitan convertirse, durante la homilía pronunciada en la residencia de Santa Marta en el Vaticano, señaló Radio Vaticano.

La misa celebrada en Santa Marta, donde se aloja el Papa, ha estado dedicada a la fiesta litúrgica de la Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma, cuidad de la que el Pontífice es obispo.

Madre de todas las iglesias

“La Basílica de Letrán es la catedral de Roma y madre de todas las iglesias de la urbe y del orbe”, dijo el Pa pa.

En una breve homilía, se centró en la lectura de Ezequiel, y en el salmo 45, sobre el agua que surge del templo y alegra la ciudad de Dios, imagen de la gracia que sostiene y la alienta la vida de la Iglesia.

De la segunda lectura, la carta de San Pablo a los Corintios, ha subrayado la imagen de la piedra, que es Jesucristo, fundamento sobre el que se ha construido la Iglesia.

Siempre son pecadores

Del Evangelio de la purificación del Templo, símbolo de la reforma de la Iglesia, señaló: “La Iglesia debe ser siempre reformada, Ecclesia semper reformanda”, porque los miembros de la Iglesia “son siempre pecadores y necesitan convertirse”.

El Papa terminó invitando a los fieles a rezar para que la Iglesia pueda siempre hacer correr el agua de la gracia, que esté fundada siempre en Cristo, permanezcan fieles a ella y sus miembros se dejen convertir siempre a Jesús.

Ayer, el Papa hizo un nuevo llamado a la lucha contra la corrupción, dando a entender que también dentro de la Iglesia existen problemas de este tipo.

Bendijo a unos mil enfermos

Francisco saludó y abrazó durante más de una hora uno a uno a todos los enfermos que abarrotaron el Aula Paulo VI y tuvo una caricia, una palabra o un beso para cada uno de ellos, la mayoría en silla de ruedas. El Pontífice argentino se reunió con numerosos enfermos y con miembros de la Unión Nacional Italiana del transporte por enfermedad a Lourdes y a santuarios internacionales, con ocasión del 110 aniversario del nacimiento de la asociación.

Tras su discurso, el Papa bajó del estrado y una gran avalancha de gente se acercó a él poniendo al servicio de seguridad en aprietos.

Francisco sin inmutarse recorrió cada fila y saludó uno a uno a todos los enfermos, la mayoría de ellos en silla de ruedas, que lo abrazaron -algunos se aferraron a él con fuerza-, besaron y a los más graves les colocó sus manos en la cabeza durante un rato. “Bendice a nuestros hijos”, exclamaron padres de niños enfermos.

 

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