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Las conquistas y deudas de las tres décadas

Martes, 10 de diciembre de 2013 04:28
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Eduardo Sylvester, ministro de Gobierno de la Provincia



Sin duda alguna se trata de una fecha para celebrar. Aquellos que nacieron en democracia formaron una nueva generación de ciudadanos que ya está ocupando posiciones de poder y acercando nuevas miradas y enfoques; dando un perfil renovado a la forma de hacer política. Ya no se interpreta a la política como un problema, sino que la política es la única herramienta para cambiar la realidad en una democracia.

Ahora la ciudadanía no delega la solución de los problemas en sus representantes, sino que exige mucha más participación directa.

El ciudadano, acompañado por los avances tecnológicos y de comunicación social, busca participar de todos los procesos democráticos. Estamos viviendo el paso de una democracia representativa a una de participación ciudadana.

Desde el punto de vista de los organismos políticos, indefectiblemente los tres poderes del Estado necesitarán nuevos dispositivos de gestión, que los acerquen más a la gente y a sus problemas. En estos 30 años tuvimos que apuntalar primero la recuperación de las instituciones democráticas. Luego llegó una etapa de representación muy fuerte y hoy se le exige al político una relación más personal que institucional, y una respuesta más ágil y personalizada, donde todos los actores se sientan parte y capaces de modificar la realidad, cada uno desde su espacio.

En este contexto, nuestro Gobierno dio un paso adelante al incorporar un nuevo sistema de votación, más acorde a los tiempos en que vivimos, que además de su agilidad y eficiencia implica un cambio de cultura política.
El desafío es recuperar la política, para que sea una herramienta de servicio para la sociedad y para que el político vuelva a ser un servidor público.

Juan Carlos Romero, senador nacional y ex gobernador



Para los que abrazamos la política desde el peronismo el advenimiento de la democracia resultó el fin de gobiernos militares que proscribieron sistemáticamente al Partido Justicialista y al movimiento obrero organizado.

Sin temor a equivocarme, el peronismo fue el pensamiento político que sufrió en mayor medida proscripciones políticas y electorales, persecución, muerte y encarcelamiento en forma casi sistemática desde el golpe militar de 1955. Centralmente la democracia devolvió a todos los argentinos el rol constitucional que jerarquiza y distingue a las sociedades modernas de derecho. Estos treinta años sirvieron para consolidar en forma mayoritaria la decisión de sostener, mantener y defender la democracia ante cualquier actitud que pretenda dañar el sistema republicano que hemos elegido como una forma de vida.

Hoy los argentinos tenemos la obligación moral de restablecer el diálogo, los consensos, la participación ciudadana con convicción y entrega. El abrazo Perón-Balbín debe ser nuestra guía. En la democracia no hay enemigos, existen solo adversarios ocasionales, mal que les pese a quienes aún desde el poder piensan que el autoritarismo es una forma de gobierno.

Quedan muchas dudas aún no cumplidas en treinta años de democracia: la vergonzosa brecha entre pobres y ricos, la desnutrición infantil, el hacinamiento social en villas y asentamientos, la falta de viviendas dignas y la ausencia cruel de millones de jóvenes excluidos del sistema laboral.

Habrá otras deudas, pero en mi opinión estas son las que a 30 años de democracia todavía nos llenan de preocupación y tristeza.

Gracias a todos los que afianzan la democracia desde el seno familiar de nuestro pueblo.

Fernando Pequeño Ragone, Asociación Miguel Ragone



Este es un día para festejar los logros de la extensión de derechos para todos y todas. Quién podría no afirmar que hoy los salteños y argentinos vivimos con mejor calidad institucional y sin el miedo extremo a la muerte que muchos sentían después de una década de asesinatos y desapariciones, allá por el ’83, cuando recuperamos la democracia. Quién podía imaginar el avance de los juicios de lesa humanidad, las leyes de matrimonio igualitario e identidad de género y los miles de incluidos, aunque quede mucho por hacer.

En esta época de balances de gestión y de modelos políticos, la continuidad de las luchas por los juicios de lesa humanidad (sin bajar los brazos hasta el final de las vidas de imputados y víctimas) está en las luchas por un Estado no represivo, lo cual nos lleva a enfocar con la fuerza de siempre; el trabajo por la transformación de las instituciones desde un nuevo modelo de “seguridad democrática”; donde “la seguridad” no está enfrentada con los “derechos humanos”, sino que asegure y garantice la seguridad ciudadana y la plena vigencia de las garantías constitucionales.

Esta visión de la seguridad nos abre la pregunta inaudita para muchos sectores todavía, sobre quiénes son los policías, sobre cuáles modelos de policías queremos a futuro.

Es momento de plantear la pregunta sobre cómo fue posible que en Salta se asesinara a un gobernador popular como Miguel Ragone, cuando civiles, antes y años después, manejaban la seguridad. Sin embargo, a 30 años de democracia las preguntas por los modelos policiales y la vida de policías como sujetos de derechos humanos continúan pendientes.

Es la deuda de la democracia, de una seguridad también para los pobres, y para los propios policías.

Claudio del Plá, DIPUTADO PROVINCIAL


En primer lugar, aún quedan grandes cuestiones referidas a la vida de nuestros pueblos que no se han podido resolver en esta etapa de democracia. Son situaciones que en verdad preocupan.
Los indicadores de trabajo en negro, de desocupación y de pobreza son muy elevados en la provincia. Incluso, no han dejado de ser altos en los períodos recientes, cuando los números de la economía nacional se fueron para arriba.

Hay un punto con respecto a la democracia que se reinstaló en la Argentina en 1983. Es que esta etapa nació sobre la base de reconocer negociados de la última dictadura militar, como la deuda externa, que en definitiva la terminan pagando los trabajadores y los sectores menos favorecidos.

Es evidente que en esta formalidad de la democracia aún se mantiene una enorme desigualdad social.
Está claro que hoy cuesta contar con un sistema de salud que brinde asistencia en condiciones correctas, cuando vemos que los ingresos de miles de familias no se equiparan con lo que cuesta la canasta básica de alimentos, que crece cada día más, sobre todo, si tenemos en cuenta que el promedio salarial de Salta no permite alcanzar eso.

En Salta hay unas 35 mil familias que no tienen viviendas propias y tres millones a nivel nacional.
Es indudable que con la democracia se reconquistan libertades públicas. Sin embargo, sistemáticamente aparecen hechos y conductas que desde el propio poder la amenazan.

Por otra parte, en la actualidad, la Justicia sigue muy dependiente del poder de turno y de los grupos económicos de la sociedad. Y a veces le da la espalda a la demanda que tiene gran parte de nuestra población en Salta y en el país.

 
Sonia Escudero, EXSENADORA NACIONAL



Hace treinta años, acudiendo masivamente a las urnas, los argentinos pusimos fin, para siempre, al péndulo cívico militar que había jaqueado a nuestro país durante buena parte del siglo XX. El 10 de diciembre de 1983 comenzamos una nueva fase de la República. Desde entonces, el pueblo no aceptó que ningún poder no electo se asuma guardián de la voluntad popular.

La democracia se impuso no solo por la celebración regular de elecciones sino porque con ella comenzamos a transitar un proceso de progresiva ampliación de derechos para todos. Durante los últimos años pudimos ampliar el acceso a derechos civiles y políticos como el reconocimiento del voto a los menores de 18 años o la ley de financiamiento de los partidos políticos que garantizó igualdad de oportunidades para todas las agrupaciones. Construimos así una democracia más sólida que se caracterizó también por el reconocimiento de derechos sociales, económicos y culturales de grupos históricamente marginados.

Con la democracia celebramos 30 años de una Argentina que, a través de sus representantes, tomó sus decisiones más importantes sobre la base del debate y la búsqueda de consensos, sin imposiciones.
Hoy, los embistes contra la democracia ya no provienen de los cuarteles. Muchas veces son más sutiles, como sucede en los intentos por acallar el debate, avasallar la autoridad de quienes han sido electos por el voto popular, las ambiciones por perpetuarse en el poder, o el desconocimiento de las reglas del juego político. Ante este panorama, es imprescindible defender la democracia como el tipo de régimen en el que todos tenemos los mismos derechos, y en el que el gobierno no es privativo de una elite o facción, sino que es de todos.

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