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La Policía egipcia ha iniciado un movimiento de protesta sin precedentes en el país desde que cayó el régimen de Mubarak: ha decidido no obedecer órdenes, ya que cree que está “siendo manipulada” por los poderes fácticos.
Acusados de un uso excesivo de la fuerza por parte de la oposición y los manifestantes, los policías se sienten odiados por sus conciudadanos, mientras que sólo se deben seguir las instrucciones.
La situación se torna cada vez más conflictiva ya que a menudo se producen enfrentamientos callejeros entre los opositores al Gobierno y quienes lo apoyan, situación que obliga a la fuerza pública a intervenir para dispersar a los revoltosos de ambos bandos.
“Vamos a suspender nuestro trabajo por tiempo indefinido, porque nos negamos a asumir responsabilidades por los errores del Gobierno”, dijo Hassan Mostafa, un coronel de la Policía en Port Said.
“Toda la sociedad está en nuestra contra y los manifestantes (muertos en enfrentamientos) son considerados mártires”, explicó.
“Nosotros ni siquiera tenemos el derecho de defendernos”, añadió.
En el periódico Al Chorouk, el general Abdel Tawab Hefni, del cuartel general de la Policía en Alejandría, explicó algo parecido: “La Policía asume todo el costo de los conflictos políticos, y corre también el riesgo de ser acusada en los tribunales si los manifestantes mueren en los enfrentamientos”.