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Francisco, un hombre en la brecha

Sabado, 16 de marzo de 2013 21:38
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Mostró su compromiso con los pobres, en contra de la trata, a favor de la juventud, en contra del paco, y en las tragedias de Once y Cromanón.

La elección de Francisco nos conmovió como argentinos y nos llenó de una gran alegría.

Llegaba a la sede de Pedro un hombre del nuevo mundo, del “continente de la esperanza”.

Los gozos y las esperanzas de América Latina, las luces y las sombras de su realidad, sembrarán de referencias concretas el ministerio del nuevo Pontífice y le darán la posibilidad al mundo de enriquecerse con la mirada de fe comprometida del pastor.

Francisco es un hombre de una vasta experiencia pastoral.

Compromiso con los pobres

Desde sus primeros años como sacerdote religioso jesuita, desempeñándose como docente, formador, provincial, ha llegado a ejercer un ministerio episcopal intensamente comprometido con la vida de los pobres y fuertemente conectado con los problemas reales de la gente: La trata de personas, el paco y su efecto devastador sobre la juventud, las tragedias de Cromañón y Once, los vicios en el ejercicio del poder, sea religioso o estatal, y todos los nombres que se busquen a una realidad dura, difícil, terrible y agobiante para la gente.

En ese contexto ha sido un hombre que ha proclamado el evangelio con su propia presencia misericordiosa y esperanzada.

Francisco es un hombre de gobierno, sabe conducir como buen pastor a su rebaño.

Su vínculo con el pueblo

En su alocución inicial, brevísima, dio cuenta de ese especial vínculo que lo une al pueblo que le ha sido confiado.

Obispo y pueblo, pueblo y obispo, en un diálogo maravilloso de gestos cargados de ternura y complicidad.

Es el obispo de Roma y, como tal, quiere actuar y servir a la Iglesia, renovando así la concepción de la relación entre las iglesias particulares y fortaleciendo la vigencia de una variable importante en tales relaciones: la confianza.

Confiar y rezar los unos por los otros fue la consigna de esa tarde cargada de emoción.

Francisco es un hombre sencillo, sabe llamar a las cosas por su nombre y nos enseñará a desandar los caminos complicados para volver sobre la misión central de la Iglesia: evangelizar el mundo contemporáneo, enfermo de desamor, intereses egoístas y puja despiadada de sectores, para poner la cruz de Cristo como referencia central de conversión de todos.

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