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Ayer, domingo de Gloria, de Resurrección, de Vida, parece ser la conclusión de la etapa “introductoria” del pontificado de Francisco, y el inicio decisivo y firme de los pasos del Cristo Caminante.
Superados los primeros e intensos momentos en que todos los argentinos vibramos al escuchar el nombre del nuevo Papa, profundas reflexiones desembocan en un creciente cúmulo de preguntas e incertidumbres, concluyendo que los pasos dados por Francisco desde el instante mismo de su investidura, no fueron para nada improvisados.
Todo lo contrario.
Francisco, desde el primer instante, marcó un rumbo en forma categórica.
En la perspectiva del corto tiempo transcurrido, se entrevé, sin lugar a dudas, que tal rumbo estaba minuciosamente previsto.
Lo que llama la atención, es que parece haber sido esperado y conocido por las Iglesias del mundo que en forma inmediata se integraron a los pasos papales.
¿Esta inmediata integración ecuménica venía siendo preparada?
Hasta diciembre de 2012, ya Jorge Bergoglio se había reunido por tres años consecutivos en el Luna Park con rabinos judíos, obispo ortodoxo y fieles de distintas religiones.
Es notable la inmediata predisposición de gran cantidad de credos para estrechar las manos de Francisco.
Se destaca el encuentro con el Patriarca de Constantinopla, una iglesia escindida desde el año 1504. Hoy, Francisco y Bartolomé I se confunden en un abrazo ecuménico sin igual.
De igual manera, se encontró con Hilarión, de la Iglesia Ortodoxa Rusa, con Claudio Epelman, del Congreso Judío Latinoamericano, y transmitió los saludos por la Pascua Judía con el Pontífice Rabino de Roma Riccardo Di Segni. No pasaron desapercibidos los saludos integrativos con Justin Welby , nuevo Arzobispo de Canterbury de la Iglesia Anglicana que fuera recientemente investido como tal por una mujer.
A ello se suma la inusual felicitación de Beijing.
La interrelación con el Islam, a través del Iman de Al Azhar Jeque Ahmed el-Tayyib permiten compartir con Francisco la construcción de puentes y la colaboración entre ambas religiones nunca antes ocurrido.
La Iglesia Católica, como comunidad espiritual y cultural, practica el ecumenismo con fuerza desde hace sesenta años.
A las iglesias monoteístas las une, por sobre las diferencias, la preocupación -dramática- por el relativismo imperante en Occidente.
Pero no solo ese temor parece unirlas.
Hay otras inquietudes.
Algo inusual y único a nivel planetario se avecina rápidamente, y lo que ocurre parece no ser una “casualidad”.
Paralelamente a este “ecumenismo” y a la creciente llamada de atención hacia los sectores necesitados, los riesgos de un holocausto que trascienda las fronteras geográficas donde en estos momentos se encuentran frágilmente confinados los focos bélicos asoman con cruel ferocidad en Pyonyang, por las armas de destrucción nuclear o termonuclear a punto de ser utilizadas, con riesgo para toda la humanidad.
¿Será este desafío genocida, para el que Jorge se preparó a enfrentar como Francisco, lo que llevó al cardenal Leonardo Sardi a decir: “solamente a un loco puede ocurrírsele ser Papa con los problemas que hay”?.
¿Por ello el Santo Padre pide en forma reiterada en todas sus alocuciones: “recen por mí”?
Si es así Dios Nuestro Señor, brinde las fuerzas y discernimiento necesario a nuestro Papa.