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La sentencia por la masacre ocurrida el año pasado en el estadio de Port Said en la que murieron 74 personas hizo rebrotar ayer la violencia en las calles de El Cairo, pese a que se temía una reacción aún más dura de los hinchas de los equipos implicados.
Por lo menos dos manifestantes murieron en los choques con la Policía en el centro de la capital, que estallaron poco después de que los seguidores del equipo cairota de Al Ahly incendiasen un club de oficiales de Policía y la sede de la Federación Egipcia de Fútbol.
En el fallo, el tribunal penal confirmaba la pena de muerte contra 21 acusados, ordenaba cadena perpetua para otros cinco, castigaba con distintas penas de prisión a 19, y absolvía a 28 inculpados.
Los seguidores de Al Ahly, los Ultras Ahlawy, decidieron que la sentencia no colmaba sus aspiraciones y prendieron fuego al Club de Oficiales de la Policía y a la Federación Egipcia de Fútbol. Los enfrentamientos dejaron 2 muertos.