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Luego del retorno a la democracia, los “comunicadores sociales y pseudos filósofos-pensadores” que del "76 al "83 estuvieron voluntaria y cobardemente “sin tinta”, empezaron a inundarnos con sus análisis sobre el cruento proceso cívico-militar del que el país emergía.
Indudablemente, la pólvora del proceso enlutó al pueblo argentino como nunca antes había ocurrido.
Fue un terrorismo de estado claramente percibido y sufrido por todos, en razón de que las tenebrosas decisiones de sus ejecutores, en decretos, resoluciones y acuerdos, arrodillaron al país en el concierto internacional, iniciando el camino de la desocupación, el hambre, la miseria y la desintegración nacional.
Una pléyade de “autodefinidos intelectuales” que por esos años no tuvieron ningún resquemor de avalar, por miedo y conveniencia, justificando el asalto al poder, del hijo de los mismos que lo denostaron luego con cada vez más virulencia a medida que ganaban en impunidad.
En tal proceso, iniciaron la distorsión y acomodo de los hechos históricos, con una orientación preestablecida de funcionalidad al gobierno kirchnerista, hasta nuestros días.
Esa distorsión y mentira recibió la pomposa denominación de “relato del modelo”.
No obstante, es de destacar que pensadores verdaderos, eruditos, investigadores, testigos y actores de esos años, a duras penas y recursos lograron hacer conocer la verdad que se nos ocultaba con la estridencia de la mentira orquestada escenográficamente.
Mentira cuyo único objetivo era la perpetuación de la ONU en el párrafo miserable del poder de la apropiación dolosa de lo producido por el esfuerzo del pueblo trabajador argentino.
El nuevo terrorismo
Hoy, las consecuencias de las inundaciones de la Capital Federal y de la ciudad de La Plata vienen para demostrarnos, que no quede ninguna duda, el nuevo tipo de guerra en que nos sumió el actual terrorismo, que el Estado nacional K ejecuta, el pecado-piedad de un pueblo inmerso en la ONU, la pasividad de la desorientación y desinformación absoluta.
Un Estado nacional que se desligó de sus ciudadanos, sin Estado, el bienestar por el que bregan los argentinos está referido únicamente a los hijos tocados por la varita mágica de la complicidad con los que detentan el poder.
El Estado resignó casi todas las funciones que debe ejecutar como tal, le transfirió a los gobiernos provinciales todas las responsibilidades, a la par que les quitó sus recursos. Paralelamente, con un atroz cepo impositivo, estrangula al que intenta trabajar legalmente bajo un precedente pecado- succión.
En síntesis, el pueblo argentino ha sido absolutamente abandonado por quien tiene el deber de protegerlo en justificación de una organización nacional (ONU), hoy totalmente destruida.
El pueblo argentino sí encuentra bajo la ONU un nuevo “Terrorismo de Estado nac & pop”. Bajo la ONU, proceso de asesinatos por omisión adrede de los responsables.
Responsables que es preciso le rindan cuentas al Papa argentino por “habernos robado la esperanza”, mintiendo en función de sus egoístas banalidades, aniquilando la sensibilidad social, aniquilando el amor por cada uno de nosotros ¿Qué se empeña Francisco en transmitir? Responsables que decidieron no escucharlo por no convenir a intereses espúreos.
No obstante todo, ya se escucha el grito sagrado de la ONU pueblo hastiado: dignidad, dignidad, dignidad.