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Detrás de la protesta está la falta de gestión y de transparencia

Jueves, 18 de julio de 2013 10:48
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El corte de rutas, cualquiera sea el motivo, es una forma de protesta contundente, ilegal y contraproducente. Más allá de la romántica idealización que han hecho de los piqueteros los ideólogos de la izquierda urbana, luego de cada conflicto, la situación social termina peor que cuando comenzó la protesta.

Los que no suelen terminar mal son algunos dirigentes piqueteros que finalmente negocian, para ellos. Pero la protesta de ayer desnudó la falta de inversión, al incumplimiento con el Fondo de Reparación Histórica y a los dineros nacionales que no llegan a destino. Es decir, a la ausencia de gestión y a las zonas oscuras de la administración.

El reproche del Panzón Contreras al secretario de Empleo, Javier Massafra fue explícito: ustedes vienen y en un café reparten unos pesos para que los piqueteros se callen. “Esto se acabó”. Nada hace suponer que esto “se haya acabado”. El norte salteño tiene problemas de fondo que no se resuelven repartiendo subsidios ni destinando caudales de recursos nacionales para hacer cosmética en las plazas. Hace falta empleo genuino.

No hace demasiado tiempo, un empresario norteño confesaba que muchas veces piensa en emigrar, porque no ve “proyecto ni futuro”.

La sequía, asoladora, que lleva dos años, genera una situación límite de desempleo, que se refleja de inmediato en los piquetes y bagalleo. Está tan lejos de las preocupaciones de la política urbana, que el gobierno provincial reconoció que no había solicitado la emergencia porque no sabía cómo gestionarla.

Entre el contrabando, el narcotráfico y el piquete, el norte salteño vive fuera de la ley. Si el orden legal no le garantiza empleo, el desocupado busca trabajo en cualquiera de esos rubros. O en los tres, porque no hay incompatibilidad.

Con palabreríos, esto no se resuelve. El piquete es una forma extorsiva, pero también una señal, porque crece cuando la crisis hace metástasis. Los reclamos de ayer apuntaron directamente a la falta de generación de empleo.

Hace dos semanas hubo en Embarcación un enfrentamiento entre un grupo que habría conseguido empleo en el gasoducto gracias a la gestión del intendente Llaya, y otro que había quedado afuera.El reproche más fuerte fue el sobreprecio de las obras de la ruta 54. Los piqueteros consideran que la van a pagar el doble de lo que vale. Además, creen que por su ubicación y porque no cubrirá todo el recorrido, no beneficiará a Santa Victoria sino, exclusivamente, al dueño de una gran finca ubicada a su vera.

Los piqueteros creen que con ese dinero se podría haber reactivado algo de la actividad gasífera, que sigue siendo la última esperanza.

En otras palabras, el dinero no falta; lo que falta es la gestión.

No se hacen obras de infraestructura que estimulen la inversión agrícola, ganadera, frutícola, forestal e industrial, es decir, que apuntalen el desarrollo y el empleo genuino en nuestra frontera.
 

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