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El lema de ayer, “19 años. La herida sigue abierta”, no pudo ser más concreto. Y el sonar de la sirena para recordar a las víctimas, que se inició a las 9.53 para dar comienzo al acto que recuerda al sangriento atentado a la AMIA, retumbó con fuertes críticas y pedidos de justicia.
Reunidos en la sede de Pasteur al 600, la comunidad judía y los familiares de las víctimas del ataque en 1994 a la mutual hebrea, que dejó 85 muertos y más de 300 heridos, cuestionaron duramente el memorándum de entendimiento entre la administración kirchnerista y el gobierno de Irán, que, con grandes dudas, intenta esclarecer el hecho.
“Las heridas no pueden cicatrizar sin verdad ni justicia”, resaltó el flamante titular de la AMIA, Leonardo Jmelnitzky, y remarcó que el memorando de entendimiento sellado en enero pasado “es contraproducente a los fines del esclarecimiento de la causa y adolece de vicios de inconstitucionalidad”.
Lo cierto es que en una mañana fría, acompañada por lloviznas y ante una asistencia menor a otros años, el senador Aníbal Fernández y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri debieron ser los receptores del enojo popular, ya que Cristina de Kirchner se encuentra en Colombia junto al canciller Timerman.
Ambos funcionarios defendieron, antes del acto, el acuerdo con Irán. Fernández se mostró confiado, pero señaló que “si Irán no cumple con esto, nos habremos quedado en el mismo lugar y no perdemos nada”.
Y finalmente Sofia Guterman, de familiares de la AMIA, desafió ayer a Timerman a responder “si aceptaría negociar con los genocidas del Proceso” como lo hizo con Irán, y disparó abiertamente contra el piquetero pro iraní Luis D'Elía y la procuradora Alejandra Gils Carbó.
Pero, sin alusiones personales, criticó también a los familiares de las víctimas que se acercaron al Gobierno y justificaron el pacto con Irán al sostener que “no se puede luchar por justicia y memoria y al mismo tiempo compartir actos con Luis D'Elía”.
LA OPINIÓN
Las secuelas del memorándum
POR HUGO KRASNOBRODA, [email protected]
La ausencia absoluta de funcionarios de primer nivel y el elevadísimo tenor de las críticas hacia el Gobierno fueron solo las muestras más palpables: el acuerdo con Irán abrió una brecha indisimulable entre la Casa Rosada y la dirigencia judía, que supo apoyar y mucho al gobierno de Néstor Kirchner. La reivindicación hacia la figura del expresidente fue utilizada como la contracara del memorándum firmado por Héctor Timerman, quien fue blanco de los cuestionamientos más feroces por parte de los oradores. La bronca que se respiraba en el acto se mezclaba con una fastidiosa sensación de impunidad, transformando el aniversario de ayer en uno de los más tensos de los últimos años. El kirchnerismo reimpulsó la investigación al nombrar al fiscal Alberto Nisman. Hoy, a años luz de ese momento, la procuradora Gils Carbó le impidió viajar a EEUU para explicar su imputación contra los iraníes. El giro del Gobierno en la causa, por más que sus intenciones sean las mejores, parece haber sido mucho para los desgastados familiares de las víctimas.