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Palabras, solo palabras. El Consejo de Seguridad de la ONU, reunido de urgencia el miércoles para analizar la nueva masacre cometida por el régimen sirio, emitió una resolución de condena y un pedido para que sus propios expertos inspeccionen el lugar de los hechos. Es decir, nada nuevo, nada contundente.
Al mismo tiempo, las versiones provenientes del lugar del ataque, en los alrededores del este de Damasco, siguen siendo contradictorias y confusas. Ayer había quienes afirmaban que los muertos era más de 100 y otros grupos que seguían manteniendo que el número de víctimas fatales superaba las 1.300.
Los cierto es que imágenes difundidas por diferentes agencias, tomadas por rebeldes en el lugar de los hechos, mostraban decenas de cadáveres, de niños, hombres y mujeres, esparcidos por diferentes lugares.
También se vieron imágenes de gente que era enterrada de urgencia en fosas comunes por temor a los contagios, debido a la falta de energía y al calor sofocante del verano sirio.
Insisten con investigar
Como si el mundo necesitara tener pruebas más contundentes todavía de los horrores que se están cometiendo en Siria, el presidente de Francia, Hollande, le insistió ayer al secretario general de la Naciones Unidas, Ban ki Moon, para que logre permiso del régimen de Al Assad para inspeccionar los barrios donde se afirma que hubo un ataque químico el miércoles.
El presidente de EEUU, Barack Obama, anunció ayer que su propio personal en el terreno efectuará las inspecciones necesarias para determinar qué fue lo que pasó.
Además, Israel dijo ayer que el gobierno del presidente sirio Bashar al Assad empleó armas químicas cerca de Damasco, en tanto el portavoz de la Cancillería rusa afirmó que Siria está dispuesta a ofrecer lo necesario a los inspectores de la ONU para aclarar su presunta utilización y demostrar que no fueron las tropas sirias las que lanzaron gas venenoso contra la población, sino los grupos guerrilleros, como llaman a los rebeldes que operan en el país para tratar de desplazar a Al Assad del poder.
Sugestivamente, el ejercito sirio bombardeo con saña ayer todo el barrio donde se cree que se lanzó gas sarín el miércoles.
Occidente chocó contra sí mismo, por Flavio Palacios
¿Y ahora? El Consejo de Seguridad de la ONU no condena abiertamente a Siria porque se oponen Rusia y China, ambos países con poder de veto. EEUU, Reino Unido y Francia, los otros tres con el mismo poder, no pueden hacerlo valer contra el protegido Al Assad.
Así, Occidente se ve empantanado en su propio orden autoimpuesto, una vez más, en Oriente Medio.
Resulta ineludible hacer un pequeño repaso por el siglo XX para entender qué es lo que pasa.
Desde la gran depresión del 30, EEUU y Europa salieron, con un costo sideral en vidas, gracias a la Segunda Guerra. Luego vinieron Crimea, Corea, Vietnam y más tarde Irán, Irak y Afganistán.
Cuando estos últimos conflictos se apagaban comenzó la primavera árabe, eufemismo acuñado en Occidente para describir una serie de revueltas en países árabes destinadas a derrocar a viejos líderes, tiranos sí, pero domesticados y acostumbrados ya a vivir en paz con sus enemigos. Ya ni el precio del petróleo puede ser esgrimido como causa, dadas las nuevas reservas descubiertas en varios lugares del mundo. Y a medida que la violencia crece y los muertos suman en Levante, Europa anuncia la salida de la recesión que amenazó al euro dos años seguidos.