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Entrar a su peluquería es como un viaje en el tiempo. En frente de la puerta se encuentra un gran espejo con dos butacas de los 60. En los laterales hay un sillón espacioso, en frente de este un espacio destinado para clientes especiales. En un rincón se puede ver un botiquín donde Jorge Gutiérrez guarda celosamente las capas que usa con sus clientes. Las paredes de esta peluquería “exclusiva para hombre” son el marco de cien
tos de diplomas que Jorge a obtenido en su vida. De fondo se escucha el compás del dos por cuatro: los tangos. La pasión de Jorge. Una pasión que resiste a los embates de la vida y que esta semana lo llevaron a representar a Salta en el Mundial de Tango en Buenos Aires.
“Se hizo una semifinal hace algunos meses en Salta y salimos finalistas con mi pareja”, dijo sin inmutarse Jorge. En 1989, Jorge y Elisa, su pareja de baile, obtuvieron un diploma por su gran actuación en el Congreso Nacional de Tango, realizado por el Club Amigos del Tango Salta. Al año siguiente, en la nueva edición del certamen realizada en Jujuy, se consagraron como la mejor pareja de baile y la entidad salteña lo nombró vicepresidente.
“Tengo la suerte que toda actividad que emprendo siempre lo hago con éxito”, le contó Jorge a El Tribuno. Jorge asombra por su estado físico. A días de cumplir 81, hace 60 años que atiende su peluquería, practica deportes y además baila tango.
Vivir sin descanso
Cuántos jóvenes sentirán en estos momentos que tienen un futuro incierto. Alguna vez así se sintió Jorge que el próximo 22 de septiembre cumple años. Lleva 63 años como profesional de la peluquería. Es tucumano, de Trancas, y creció en el seno de una familia humilde, que como él mismo aseguró: “No era un castigo ni un dolor, era simplemente una situación social casi generalizada. Pero especialmente era un desafío, un punto de partida desde donde se empezaba la búsqueda de una vida mejor”. Esa humildad era acompañada con honradez, trabajo y sacrificios, valores inculcados por sus padres, quienes se esmeraron para que completara los estudios primarios, quedando de lado el secundario debido a que su hogar necesitaba de su aporte en el trabajo. Así fue que un día, cuando tenía 17 años, salió de su Trancas querida en busca de nuevos horizontes. Llegó a Salta en 1949, solo acompañado con sus sueños e ilusiones. Estaba dura la calle, pero en 1950, conoció a Juan García quien lo llevó a trabajar en su peluquería, funcionaba dentro de los cuarteles del Quinto de Caballería. Desde allí inició su exitosa carrera con premios y distinciones entre sus colegas, los que exhibe en el local de Mendoza casi esquina Jujuy.
También tuvo su paso destacado en la actividad deportiva en el Tiro Federal , en la década del 80.
En el 2000, un 25 agosto, en el día Universal del Peluquero, fue homenajeado por sus pares del Centro de Peluqueros y Peinadores Profesionales de Salta, donde fundó el atelier masculino, por haber cumplido 50 años ininterrumpidos en la profesión.
“No podría vivir si no vengo a la peluquería”, dijo Jorge. Es que charlar con sus clientes, sentir la actividad de la calle, y cuidar cada espacio de su peluquería le dan vida día a día.
Jefe de una hermosa familia con una bisnieta que además heredó su gusto por el tango, Jorge disfruta de la vida pese a los malos momentos que le ha tocado pasar. Con algo de tristeza y mucho pudor cuenta que hace algunos meses perdió su casa. Un familiar le hizo una mala jugada. Jorge dio su firma como garante para un crédito que nunca se pagó. Años de recuerdos y trabajo fueron rematados. Hoy Jorge vive con una de sus hijas, pero no deja de pensar que aún puede volver a tener su casa propia. Solo pide la oportunidad pa ra pagarla.
Cómo es el Mundial de Tango en Buenos Aires
El Tango Buenos Aires Festival y Mundial es organizado por el Ministerio de Cultura porteño.
En su competencia se dan cita 556 parejas de 37 países de todos los continentes, y las rondas clasificatorias y las semifinales se realizan todas en el Centro de Exposiciones, con entrada libre y gratuita para todos los amantes del 2x4.
Además, se realizan exhibiciones y espectáculos, también gratuitos, en la Usina de las Artes de La Boca.
La diversidad del público interesado en asistir a alguna de las dos finales fue evidente toda la semana pasada.
Había gente de todas las edades, desde niños y grupos de veinteañeros hasta jubilados, parejas de porteños y turistas.
Mientras el público esperaba el turno para conseguir las ansiadas entradas, se organizó una milonga en la calle.
Ahí, muchos se animaron a practicar unos pasos y matar el tiempo con lecciones exprés.
Sin embargo, a pesar de las evidencias, no todos los que trataban de conseguir boletos eran bailarines, simplemente les gusta el compás del arrabal.