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Docentes no saben cómo actuar frente al bullying

Lunes, 26 de agosto de 2013 02:50
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B. faltó al colegio hace unos días por miedo. Es que a la salida de educación física un grupo de compañeras había intentado golpearla. Llegó corriendo hasta su casa, ubicada a tres cuadras del establecimiento. En su cabeza todavía resuena: “¡Te vamos a cortar la cara, te vamos a desfigurar, que te hacés la linda!”. De acuerdo a la denuncia policial, la chica de 12 años es hostigada hace un par de semanas porque es “bonita”.

En otro caso, la mamá de L., un nene de segundo grado, no entendía por qué todos los días su hijo llegaba apresurado a la casa para hacer pis. Se aguantaba las ganas de orinar en la escuela porque en el baño del establecimiento unos compañeros lo agredían, entre otras cosas.

Estas son situaciones que se replican a diario y cada vez más en las instituciones escolares y que, según admiten muchos docentes, todavía no saben cómo manejar ni qué herramientas utilizar contra la violencia y el acoso escolar. Términos relacionados con el denominado “bullying”.

Inquietudes y diversas situaciones fueron compartidas entre los 250 docentes que realizan una capacitación sobre dicha temática en el Centro Cívico Municipal y en otros ámbitos.

Una percepción sesgada

Para Lucrecia Miller, presidenta de la Red Papis, “el ámbito escolar tiene la percepción de que la violencia viene de afuera (familia, sociedad). No se percibe como generadora de violencia. Carece de una visión sistémica, tiene una mirada fragmentada del fenómeno de la violencia y por ende las soluciones que intentan son desarticuladas, parciales”.

Miller dice que “la escuela considera el hecho violento pero no los procesos conducentes a la violencia, por lo tanto no regulan ni reorientan las situaciones que finalmente se expresan como un estallido”.

Mónica Pereyra, subsecretaria de Educación y Formación Ciudadana de la Municipalidad de Salta, explicó que “hay docentes o padres que creen que porque se pelean ya es bullying y no es así. Por una parte, tenemos lo que es la violencia, que son las agresiones físicas y verbales que se dan entre los estudiantes o entre docentes y estudiantes. Por la otra, está el acoso escolar o bullying que es la persecución sistemática sobre la autoestima del chico o la chica. Van minando su autoestima, hay una persona sometida o que reacciona”.

La negación

El director del colegio América Latina (donde asiste B.), Guillermo Camacho, señaló que “estas son situaciones que ocurren en cualquier colegio. Para mí hubo un desencuentro, no un caso de bullying”. El directivo tiene una versión de los hechos distinta a la de los padres de B. Ahí surge otro problema, el desencuentro entre adultos, hoy en día algo usual en las instituciones.

Sin embargo, Camacho admitió que en el colegio se dan casos de bullying, especialmente contra las chicas bonitas y estudiosas, en los que trabajamos con ambas partes con la ayuda de psicólogos”.

Contó que hay reacciones diversas de los padres ante estos casos. “Algunos hasta increpan en la calle al supuesto agresor. Los padres a veces fogonean en vez de bajar los decibeles”.

Educadores, en soledad 
y con poca contención

Lucrecia Miller, titular de la Red Papis, señaló que hoy en día “no se trabaja sobre los aspectos emocionales por lo cual no se educan las emociones, considerando, acorde a la política educativa imperante, que son aspectos que no forman parte de la educación formal”.

Miller agregó: “La formación docente adolece de formación en este sentido. Tampoco se brinda contención a los docentes que atraviesan muchas veces el ejercicio de su función en soledad sin aportes que contemplen los aspectos personales que se ponen en juego en la función de educar”.

La Red Papis trabaja fundamentalmente sobre las situaciones de violencia que atentan contra la integridad de las infancia y la adolescencia, por eso se centra en fortalecer la función docente en este caso ampliando la mirada y promoviendo una inteligencia emocional y estratégica para abordarlos.

Para Miller, la ausencia de políticas expresas al respecto hace que no haya planes ni programas en los establecimientos que sistemáticamente se lleven a cabo en los distintos niveles de prevención. “En nuestra experiencia a los cursos asisten más bien docentes pero no equipos directivos de modo que cuando las docentes proponen acciones, los directivos no están alineados en esta visión y los desestiman o no apoyan”.

Buscar soluciones

La presidenta de la Red Papis explicó que el fenómeno de la violencia requiere que se establezcan en todos los niveles y en el ámbito educativo, programas basados en una mirada holística, con enfoque sistémico y pensamiento estratégico integrados a la currícula. “Abordar las relaciones humanas, los procesos comunicacionales, entre otros. Trabajar para fortalecer la persona del docente, hacer introspección que la escuela forma parte de un sistema que debe involucrarse activamente y trabajar sobre modalidades que pueden ser generadoras de violencia”, dijo Miller.

Entrevista/ Edith Vega, psicoterapeuta (*)

“El límite es cuando no se 
divierten todos los que participan”


¿Cómo cree que deberían actuar en la escuela docentes y directivos ante un caso de bullying?

Tendrían que actuar con precisión: generar reuniones con los grupos de niños y con los grupos de padres y madres cotidianamente, en lo posible, antes de que el problema tome magnitudes incontrolables. Se debe favorecer la actitud reflexiva y generar alternativas críticas respecto de la situación.

¿Qué tendrían que hacer los padres de los chicos?

El problema en crecimiento denuncia un problema grave que excede la situación específica de una escuela o un niño maltratado o maltratador. Es por ello que resolverlo también requiere políticas contextuales pertinentes. De todos modos, en cada situación, cada padre y madre puede ser asesorado respecto de cómo actuar en dos direcciones completamente diferentes: con el niño que manifiesta violencia, programas de intervención que los ayuden a inhibir, poder controlar el llevar a la acción todas sus ocurrencias; con el niño que sufre el bullying, programas de intervención que los ayuden a desplegar recursos. Son los programas que facilitan el desarrollo de la propia seguridad y valoración.

¿Cuándo los juegos bruscos se convierten en bullying? ¿Cuál es el límite?

El límite de los juegos bruscos, tanto en la casa como en la familia, es cuando no se divierten todos los que participan, sino que uno o algunos se divierten a costa de otros, mostrándose insensibles a las señales de malestar de quienes lo padecen, o aun disfrutando de ello.

¿Los juegos bruscos se están convirtiendo en una forma de vida de los chicos?

Es mejor analizar cada situación más que generalizar. Depende de los contextos y sobre todo de la respuesta que ofrecen los adultos en cada situación. Algunos modos de resolución pueden convertirse en un ejemplo de comunicación disfuncional.

¿Cómo tiene que actuar la escuela ante casos de violencia en las redes sociales?

Si la escuela y la familia y los cuidadores muestran consistencia y coherencia en la transmisión de normas y reglas, impedirá que las manifestaciones que traspasan los intercambios cuidadosos y creativos, se cristalicen. Las normas arbitrarias e inconsistentes, las favorecen. Y es allí donde las personas más vulnerables desarrollan intercambios que pueden llevar a consecuencias significativamente perturbadas, por producir daño y no poder desarrollar recursos que cambien esta perturbación
En síntesis, pueden trabajarse los programas de formación y entrenamiento en habilidades sociales, tanto con los niños como con los adultos responsables de los mismos. El modo de tratarse cotidianamente es el foco de atención relevante. Más que operar cuando el problema ya está instalado, es muy positivo favorecer modos de intercambio que generen proyectos creativos y respeto a la diversidad. Es muy importante el asesoramiento de profesionales entrenados tanto en el trabajo grupal como en lo especifico tanto en el trabajo clínico con las familias como dentro de las escuelas, que faciliten el diálogo cotidiano.

(*) Docente de la cátedra Clínica de Niños y Adolescentes de la Universidad Abierta Interamericana.

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