"Aquí me pongo a cantar", "Los hermanos sean unidos", "Al que nace barrigón", son sólo los inicios de algunas de las estrofas del Martín Fierro, obra arquetípica de nuestra literatura. Por eso, la gran mayoría de los argentinos pueden completar de memoria las palabras que siguen en cada comienzo.
La obra, escrita en versos de ocho sílabas y en grupos de cuatro y seis versos se editó primero en 1872 (El Gaucho Martín Fierro) y luego en 1879 (La vuelta de Martín Fierro) y narra las tensiones diversas clases sociales: el gaucho subsumido por el poder de turno, el hombre fuera de la ley, los consejos a sus hijos y un amplio matiz existencial, casi metafísico, hacen que esta obra sea considerada un ejemplo de argentinidad.
Ayer, se conmemoró el aniversario de la muerte de su autor, José Hernández (1834-1886) Por ese motivo, El Tribuno salió a la calle y reunió opiniones de algunos de los escritores más destacados del ámbito local y de lectores comunes, conocedores de la inmortal obra.
"El Martín Fierro es atemporal, muestra las miserias de la humanidad desde la vida de un gaucho pampeano y con una poesía muy bonita y musical. Además como argentinos nos reconocemos sobre todo en frases y palabras "mal dichas" como las decían nuestros abuelos", explica Miguel Ángel Castillo, profesor y cantante.
Por su parte, Virginia Dávalos, cineasta y sobrina del gran Jaime Dávalos, explicó: "Es una obra fundamental, sólo comparable con piezas maestras como la Odisea o La Ilíada de Homero, como el Quijote de Cervantes. El Martín Fierro tiene esa trascendencia. Te lo dan a leer cuando sos chico y no entendés mucho el sentido, creo que hay que fomentar su lectura porque es una obra universal y fundante dentro de la literatura argentina, hay que revalorizarlo y leerlo en todas las etapas dela vida, no sólo darlo en las escuelas"
Esteban Sinh Caro destacó: "La obra está muy bien pensada, tiene méritos literarios indudables, me gusta mucho. Es una obra fundante, pero tampoco puedo dejar de leerla como una obra que se ha vuelto un instrumento político para fines nacionalistas. Eso fue muy importante para que nosotros nos conociéramos como nos conocemos", dijo.
Lo cierto es que Leopoldo Lugones, en su obra literaria El payador calificó al poema hernandiano , que se transformó en una obra canónica de la identidad nacional.
Sobre estas cuestiones, reflexionaron destacados hombres de letras de la provincia:
El joven poeta y profesor, Guillermo Salvador Marinaro, explico: "Tengo toda una meditación sobre el problema que significa la lectura del Martin Fierro por determinados sectores sociales. Esa lectura fue construida a partir de las grandes variedades inmigratorias en Argentina, que lo colocaron como un poema lavado de su natural rebeldía, porque el Martín Fierro tiene una rebeldía muy interesante. Me llevó mucho tiempo hacer una lectura progresista, de vanguardia y de rememoración que no fuera únicamente por estos sectores de lectura canónica y escolar del Martín Fierro. Sin embargo, creo que esa lectura es posible: una lectura distinta que coloque las oposiciones que están jugando, la rebeldía y su enorme complejidad textual rica. Uno a veces, por la lectura escolar, la deja de ver".
En tanto, Santiago Sylvester rastreó los pasos del padre de Fierro: José Hernández pasó por Salta, en 1886, cuando hacía campaña electoral en favor de Dardo Rocha. Cuenta Joaquín Castellanos que se le hizo un banquete de recepción, en el que él se encontraba como hombre destacado del radicalismo. Castellanos, como poeta, sentía gran admiración por Hernández; y cuenta en términos de queja honesta que en ese almuerzo se destacaron los méritos políticos de Hernández, pero nada se dijo de sus méritos literarios, y ni siquiera se mencionó al Martín Fierro. Le tocó a Castellanos enmendar la omisión, y no dudó en afirmar que "cuando mis versos estén olvidadosà el poema Martín Fierro vivirá y perdurará como expresión palpitante de vida nacional".
Finalmente, Teuco Castilla, consideró que el poema es "una obra maestra que enseña más de lo que deberíamos aprender cuando la leemos".
Así, en los inicios del siglo XXI, nuestro poema nacional sigue generando polémicas y reflexiones sobre nuestra propia identidad, el poder y los espacios literarios.